Pedro Sánchez se queda solo tras su última cesión a Quim Torra

La aceptación de Pedro Sánchez de la figura del "relator" subleva al PSOE, carga de munición a PP y a Ciudadanos. Sus presupuestos siguen sin apoyos

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El manual de resistencia de Pedro Sánchez, ése con el que ha optado por titular el libro que publicará el 19 de febrero, se ha gripado con su última maniobra. Hay indicios suficientes para concluir que la aceptación de ese «relator» de las negociaciones con la Generalitat ha constituido un monumental error de cálculo que sólo ha servido para dejar al presidente del Gobierno solo incluso entre los suyos.

El asunto ha elevado a la enésima potencia la intensidad de las andanadas al gobierno de PP y Ciudadanos, que han convocado una concentración unitaria en Madrid el domingo. Por si no fuera poco, la cesión a Quim Torra ha provocado un incendio en el seno del propio PSOE, y ni siquiera ha conseguido un acercamiento de los independentistas.

Los soberanistas siguen insatisfechos y mantienen su negativa a la tramitación de los presupuestos. La reacción provocada por el anuncio del relator no podría haber sido más fría entre el independentismo ni más caliente entre el resto de partidos constitucionalistas y los sectores socialistas más reacios.

La magnitud del error de cálculo de Sánchez puede medirse en función de las matizaciones sobre la marcha de la vicepresidenta, Carmen Calvo, mientras el presidente guarda silencio. El martes, después de que el líder del PSC, Miquel Iceta, se refiriera a ese participante «neutral» en las reuniones que piden los independentistas como a una «figura notarial» , Calvo lo calificó primero de «coordinador» y luego, en una intervención en el Senado, de «relator».

Incendio en el PSOE

La ambigüedad del planteamiento, y el hecho de que los independentistas hayan hablado alguna vez de un «mediador», acabó de echar leña al fuego. Este miércoles, después de que algunos barones socialistas pusieran el grito en el cielo, Calvo compareció por sorpresa para calmar los ánimos. No lo consiguió. Ni de puertas para adentro ni de puertas para afuera. 

El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que es quien lleva la voz cantante en ese sector crítico del PSOE con Sánchez, exigió la convocatoria del consejo territorial del PSOE para cantarle las cuarenta al presidente del Gobierno, que de momento guarda silencio.

Y si los barones quieren que comparezca ante el partido, el PP, que le afeó que no diera la cara, pidió que comparezca ante el Congreso, tras más de dos meses sin hacerlo. El relator llega con Pablo Casado y Albert Rivera ya no solo compitiendo entre ellos por liderar el frente opositor a la política de apaciguamiento por la que Sánchez ha optado en Cataluña, sino también para no perder comba por su flanco derecho ante el auge de Vox. Es decir, en el peor momento posible.

Escalada verbal

Semejante cocktail propició una escalada verbal en la que Casado volvió a llevarse el primer premio, a base de acusar a Sánchez de «alta traición» y de haber cometido con su cesión «la felonía más grave desde el 23-F», mientras el líder de los populares en Cataluña, Alejandro Fernández, instaba a los socialistas catalanes constitucionalistas a «liderar la rebelión» contra el «suicidio político» de Sánchez.

Las críticas y peticiones de dimisión van esta vez además acompañadas de la doble convocatoria, por parte de Cs y PP, de una concentracion en la plaza Colón de Madrid, el domingo, para «frenar los pies a Sánchez», en palabras de Rivera. Si no son la misma es solo porque las convocaron por separado, y con una hora de diferencia: los populares citan a los asistentes a las 11 de la mañana, y el partido naranja, a las 12. Después al llamamiento a la protesta se sumaría Vox, cuyo líder, Santiago Abascal, abogó por «echar a este gobierno traidor que está preso de los golpistas».

Los independentistas, distantes

Todos esos focos del incendio ni siquiera tienen como contrapartida un gesto de los independentistas, que tienen en su mano la  llave de la tramitación de los presupuestos, y que insisten en que quieren a ese relator en una mesa de partidos nacionales con presencia de PSOE, ERC, Pdecat y Podemos, y no en una versión ampliada de la ya existente mesa de partidos catalanes.

La portavoz del gobierno de Quim Torra, Elsa Artadi, exhibió las continuas matizaciones de Calvo —con la que habló por la tarde por videoconferencia y solo quedó en seguir hablando del asunto— como la prueba de cargo de que en las reuniones se dice una cosa y en público otra, e insistió en  que, si no hay acuerdo en ese punto, Pdecat y ERC, integrados en el ejcutivo catalán, no avalarán el trámite de las cuentas.

La tramitación ya ha entrado en la cuenta atrás, porque es la semana que viene cuando toca votar las enmiendas a la totalidad a las mismas. Y, si esas enmiendas prosperan, la tramitación se acaba a las primeras de cambio. Y, con ella, tal vez también la resistencia. Es decir, la legislatura.

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