Relaciones familiares tempestuosas en Can Pujol

La crítica parlamentaria de Francesc Cabana a su sobrino Jordi Pujol Ferrusola obedecería, según algunas tesis, a un incidente con la herencia

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La comparecencia del abogado e historiador económico Francesc Cabana en la comisión de investigación del Parlament de Cataluña sobre el caso Pujol ha generado un interés mediático de alto nivel y algunas interpretaciones confusas sobre las verdaderas relaciones internas entre la familia del que fuera ex presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. Ha dejado, incluso, una sensación discutible sobre el papel público que el cuñado ha jugado en todo el entramado conocido ahora.

Cabana, casado con Maria Pujol Soley, hermana del político, fue requerido sobre varias cuestiones por los diputados que forman parte de la comisión. Al referirse a la existencia de un supuesto legado del padre Florenci Pujol a favor de su primogénito, despachó el asunto con un tímido: «A nosotros no nos consta». Su respuesta ha sido interpretada por el conjunto de medios de comunicación como la negación absoluta de la existencia de esa herencia. Era la segunda vez en la que tomaba distancia sobre el asunto. La primera se produjo justo un día después de la confesión del antiguo jefe del gobierno catalán, que tuvo lugar el 25 de julio de 2014.

El Ferrari ostentoso

Sorprendió mucho más, sin embargo, cómo respondió al referirse a su sobrino Jordi Pujol Ferrusola, a quien le afeó una conducta de supuesta pretenciosidad y ostentación. El momento más duro fue cuando no ahorró críticas al uso de un Ferrari cuando una parte importante de la sociedad lo pasaba mal. No ahorró saliva en el golpe al mentón de su familiar.

¿A qué obedecía, pues, ese bajo perfil con respecto a la hipotética herencia y el ensañamiento de Cabana con el mayor de sus sobrinos? La razón hay que buscarla en las conflictivas relaciones familiares del grupo. Tensiones que se han enquistado en los últimos años entre el ex presidente y su hermana, según explican personas próximas a ambos.

Pudo existir dinero para ambos hijos

«Que nadie se crea que el legado o herencia oculta fue sólo para un único hijo. Hubo para los dos y estuvo depositada en Suiza. No tardaremos mucho en conocer la entidad y el número de cuenta en el que Maria Pujol Soley tuvo también su parte», asegura una persona próxima a la familia y conocedora de las relaciones establecidos entre ellos. Medios conocedores de lo sucedido señalan que la hermana del ex presidente también tuvo un dinero legado a buen recaudo en el país helvético y que lo único que desconocía cada uno de los hermanos es qué cantidad había recibido el otro de manos del padre Florenci Pujol. Cabana, sin embargo, sigue negando su existencia en conversación telefónica ayer con este medio.

Bajo esa teoría se subraya, asimismo, que ese capital («seguramente inferior al de su hermano», añaden) que el padre reservó en Suiza para la hija menor jamás se regularizó con la Hacienda española y que habría sido gastado por el matrimonio Cabana-Pujol mediante un complejo sistema de blanqueo instrumentado por la propia entidad bancaria en la que se hallaba el depósito. Nadie le preguntó al cuñado del ex presidente sobre esta cuestión durante la comparecencia parlamentaria.

La muerte de la madre precipita las desavenencias

El deterioro de las relaciones entre ambos matrimonios, siempre según ese mismo relato próximo a ambos, se precipitó a propósito de la enfermedad y posterior fallecimiento de Maria Soley, la madre de los hermanos Pujol y Soley. En los últimos años de su vida residió en la vivienda familiar situada en la calle Bori i Fontestà de Barcelona, en la esquina con Pau Casals. El piso en ese lujoso enclave, con vistas al Turó Park, habría sido el detonante de los problemas.

Tras el fallecimiento en 2008 de la ocupante de la vivienda y madre de los Pujol Soley, Cabana y su esposa habrían intentado retener el piso para su hija, manteniendo el esquema familiar que había sido ya habitual con su propia madre: ambas vivían juntas, pared con pared, en el mismo inmueble. Sobre el piso pesaba un crédito que la familia había solicitado para sufragar los gastos que generaron los cuidados de la fallecida durante tres años.

Aunque el ex presidente parecía dispuesto a un arreglo de esas características, su hijo mayor, que ya había tomado las riendas de las finanzas familiares, se negó a pactar con sus tíos esa solución. Aquella negativa, que obligó a proceder a la venta del inmueble, la liquidación del crédito y el posterior reparto del capital sobrante entre los dos hermanos, fue el detonante de un empeoramiento de las relaciones que ha tenido como colofón, según amigos del grupo familiar, la comparecencia de Cabana en el Parlament cargando contra su sobrino, pero sin dar ningún detalle de la posible existencia de los fondos ocultos en el extranjero. De hecho, el historiador llegó a explicar en un medio de comunicación que no veía a su sobrino mayor desde el entierro de la abuela María.

Interpretaciones sesgadas

«¿Cómo podía entenderse que Pujol, fuera a visitar por la mañana a su hermana y a su cuñado el mismo día que confesó para anunciarles lo que iba a decir? Sólo para avisarles de que no se referiría a nada que no fuera lo suyo, y para que apoyaran esa versión», explica una fuente financiera próxima a la familia.

Los detalles sobre esta inestable y recelosa relación no han sido divulgados por los Pujol-Ferrusola, pese al enfado mayúsculo que mantienen con la otra parte de la familia. El desconocimiento de esa eventualidad habría llevado a una parte de los medios de comunicación, entre los que se encuentra este cronista, a realizar una interpretación sesgada y desequilibrada de las motivaciones de Francesc Cabana en sus primeras declaraciones sobre el caso, así como con respecto al ánimo de su comparecencia parlamentaria.

Ayuda de la Generalitat

Un letrado conocedor del caso abunda en esas mismas tesis y califica el papel de Cabana como el de un «desagradecido» con su familia, ya que la propia Generalitat «le hizo favores» de corte económico. Entre otros, el 12 de junio de 2014, un mes y medio antes de que confesara su cuñado, el departamento de Cultura adquirió el llamado «Fondo Francesc Cabana de historia de la empresa catalana» por un importe de 135.882 euros, con el IVA incluido. El historiador económico había denunciado poco antes que estaba siendo objeto de una inspección fiscal.

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