Salvador Pániker, adiós al filósofo que tendió puentes con Oriente

El filósofo Salvador Pániker, defensor del derecho a la eutanasia y promotor de la cultura oriental, fallece a los 90 años en Barcelona.

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El fallecimiento del filósofo y empresario catalán Salvador Pániker, a los 90 años, ha conmocionado al mundo intelectual, pero también social y político no sólo de Cataluña, sino de toda España. Sus restos serán despedidos el lunes en el monasterio de Pedralbes de Barcelona, y según informó su hijo Agustí Pániker, “se fue tranquilo, en su casa y sin sufrimiento”.

Pániker (Barcelona, 1927), de padre indio y madre catalana, destacó tanto por su labor como pensador como por su faceta de activista del derecho a la eutanasia, y fue un intelectual que tendió puentes entre Oriente y Occidente. Doctorado por la Universidad de Barcelona tanto en Filosofía y Letras como en Ingeniería Industrial, luego amplió sus estudios en el extranjero.

Entre sus obras más importantes están «Conversaciones en Barcelona» (1967), «Catalunya com a problema» (1967), «Los signos y las cosas» (1969), «Conversaciones en Madrid» (1969), «Una generación de huérfanos» (1970) y «Aproximación de origen» (1982).

Pasó fugazmente por la política, como candidato al Congreso por la Unión de Centro Democrático (UCD) en 1977, pero renunció antes de obtener el acta.

Una editorial que abrió las puertas al debate

En 1965 fundó la editorial Kairós, desde la que estableció un diálogo entre lo racional y lo místico, desde la que editó y trabó amistad con Ken Wilber, Edgar Morin, Mircea Eliade, Alan Watts, Arthur Koestler o Jiddu Krishnamurti. Kariós fue Premio Nacional 2016 a la Mejor Labor Editorial Cultural. Este fue el proyecto de su vida, sello bajo el cual publicó más de 800 títulos, y también lo fue el derecho a una muerte digna, causa por la que luchó durante dos décadas como Presidente de la Asociación Derecho a Morir Dignamente de España (ADMD).

Con Kairós se propuso «ensanchar el panorama cultural» y «profundizar» en la tradición hindú, que en Occidente queda reducida a «orientalismo de bisutería» demasiado a menudo, opinaba. «En España se confunde el legado con folclore y una gimnasia que llaman yoga», denunciaba en una entrevista con Efe.

Con la editorial Kairós, Pániker estableció un diálogo entre lo racional y lo místico

La idea de impulsar tal proyecto fue de Núria Pompeia, «la gran mujer con la que estaba casado», según la definía, y que falleció el pasado diciembre a los 85 años. En un principio, Salvador propuso a su hermano Raimundo impulsar el proyecto a medias, con un pie en Benarés, donde él vivía, y otro en Barcelona.

Incesante promotor del derecho a la muerte

Pániker opinaba que Occidente debía tomar ejemplo de la India y adoptar un «punto de vista menos histérico» sobre la muerte, y esa forma de pensar también hizo que se propusiera llevar la eutanasia al debate público, para tratar de que los sucesivos gobiernos dejaran de soslayar el tema y legislaran en favor de la libertad de los enfermos terminales a elegir cuándo y cómo se muere.

Y es que, en su opinión, los occidentales aún tenían tareas pendientes como rebajar «la obsesión por el ego para superar la devastación de la vejez» En cuanto a la India, consideraba que debía avanzar en cuanto a modernidad, entendida como «derechos humanos, de la mujer, democracia, ciencia».

Lamento por la pérdida de espacio de la filosofía

Con el paso del tiempo, no obstante, Pániker lamentaba la pérdida de voz de los filósofos en el ágora pública. «Lo han sustituido por neurocientíficos», en los que se deposita ahora una gran confianza, aún más que en «sociólogos y científicos relacionados con el ser humano antropológicamente», recriminaba tanto a políticos como a la sociedad en general.

Pániker opinaba que Occidente debía tomar ejemplo de la India

Sin filósofos, y «con esa predilección por lo tecnológico de materialismo pragmático», la sociedad queda huérfana y «creamos robots amnésicos, no seres humanos completos», por lo que «desearía una recuperación de la sabiduría filosófica, aunque los filósofos no dan siempre en el clavo», matizaba.

Su opinión era que, ante una globalización imparable, la mejor opción era apostar por «soberanías compartidas y no divididismos», es decir, por una Europa unida y descartar a los nacionalismos.

Como filósofo, Pániker se definía como agnóstico místico, más allá de «las religiones institucionales» pero «con el sentido de la trascendencia», que encontraba de forma especial a través del arte. Rechazaba, en cambio, la etiqueta de filósofo vitalista que se le atribuye en internet y justifica con sencillez que no es «como tantos otros intelectuales que pasan el día quejándose», aunque comprende «que la vida puede ser muy desagradable».

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