Sánchez fracasa con el estado de alarma hasta finales de junio

El Congreso autoriza por la mínima la cuarta prórroga del estado de alarma hasta el 24-M a cambio de que Sánchez modifique su plan de desescalada

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La negativa del PP a dar su voto favorable a un nuevo estado de alarma ha acabado poniendo a Pedro Sánchez entre la espada y la pared. Su plan de desescalada, prolongando el estado de alarma hasta finales de junio, ya no tiene recorrido y con toda probabilidad la excepcionalidad del mando único del Gobierno central concluirá el próximo 24 de mayo, tras autorizarlo así con una raquítica mayoría el Congreso de los Diputados este miércoles.

El jefe del Ejecutivo salvó la votación gracias a una negociación in extremis llena de todo tipo de chantajes, pero el apoyo de Ciudadanos y PNV a la prórroga del estado de alarma es todo lo contrario a un cheque en blanco. Los naranjas y los nacionalistas vascos han pagado por adelantado las obligaciones que Sánchez deberá emprender durante las próximas dos semanas, entre las que está renunciar definitivamente al estado de alarma actual como modus operandi único y absoluto para gestionar la crisis.

El pleno de este miércoles fue tan trascendental que Inés Arrimadas, en la recta final de su embarazo, acudió al Congreso para explicarle personalmente a Sánchez que su «sí» a la prórroga del estado de alarma no es un apoyo para «15 meses», sino para «15 días», y «sirve para lo que sirve». «España no puede salir este mismo sábado del estado de alarma, pero deben preparar las condiciones para hacerlo», subrayó la líder de Cs, recordando que el Ejecutivo tiene tarea.

El PNV, lo mismo. Aitor Esteban ha insistido en que no todas las fases del desconfinamiento precisan del estado de alarma vigente, pese a que el programa de desescalada de Sánchez solo contempla esa posibilidad. En palabras del portavoz de los nacionalistas vascos en el Congreso, la alarma debería aplicarse parcialmente solo en los territorios donde haga falta y el Gobierno debe buscar un «buen entendimiento» con las autonomías para poner en marcha otro plan de fin del confinamiento.

Las garantías de PNV y Cs

Con 178 votos a favor de prorrogar la alarma hasta el 24 de mayo, Sánchez no tiene ya margen para seguir instalado en la unilateralidad que denuncia la oposición (en todos sus colores políticos) y, por ende, deberá reescribir su desescalada. Con el PNV ya se ha abierto a pactar las fases del desconfinamiento. Si los de Íñigo Urkullu defienden que no debe seguirse aplicando el estado de alarma en todo el territorio es difícil que cambien de posición, máxime con una convocatoria electoral pendiente de su final en Euskadi.

Por ello, Esteban ha recomendado a Sánchez utilizar estos 15 días de oxígeno que le concede su partido para «preparar el futuro» y caminar hacia una «cogestión» autonómica de la desescalada en la que esté ausente la «rigidez inicial» prevista por el Ejecutivo en su programa de fin del confinamiento anunciado hace una semana. Ha recordado, también, que la ley permite una aplicación parcial del estado de alarma. «No se puede mantener una situación de excepcionalidad como algo permanente», ha insistido.

Los nacionalistas vascos cedieron a la prórroga del estado de alarma después de que el Gobierno aceptase sus enmiendas al decreto, que pasan por «acordar con cada comunidad autónoma aspectos clave de la lucha contra la pandemia como la circulación de personas o medidas de contención». Sánchez ha avalado así la exigencia del PNV de que las fases de la desescalada sean «aplicadas por quien ostente la presidencia de la comunidad autónoma» y también que la alarma no sea un «obstáculo» para las elecciones vascas.

Ciudadanos, por su parte, arrancó tres compromisos a Sánchez. Arrimadas explicó que sus tres requisitos para votar «sí» a la prórroga son la desvinculación de los ERTE y las ayudas a autónomos y pymes del estado de alarma, el diálogo semanal con la oposición para consensuar medidas, y una «salida ordenada» del confinamiento que proteja a los ciudadanos en los planos sanitario, económico y social. A grandes rasgos, pujó por no repetir más «graves errores, improvisaciones, decisiones unilaterales y rectificaciones».

La punta de lanza de la negociación de Cs con el Gobierno fue el escenario de los ERTE, que el Gobierno utilizó como amenaza para exigir el apoyo a la prórroga, alegando que si se acaba el estado de alarma se acaban los ERTE. Arrimadas insistió en que las ayudas a los trabajadores no deberían estar vinculadas a esta situación excepcional y requirió que el Ejecutivo estudie desvincularlas del decreto, señalando también que ahora tiene dos semanas más para acometer este y otros cambios fundamentales.

No más prórrogas

A las garantías de Cs y PNV, y el choque frontal entre el Gobierno y sus socios de ERC, se suma también la abstención del PP en la votación de este miércoles, que Pablo Casado anunció como el último apoyo de su partido al estado de alarma. El líder popular advirtió a Sánchez de que, si pide más prórrogas después del 24 de mayo, tendrá los 89 votos negativos del PP, otro motivo para dudar de que el plan de desescalada del Ejecutivo vaya a activarse tal como fue anunciado, es decir bajo el mismo estado de alarma.

Casado, que había votado «sí» a las tres primeras prórrogas, justificó su abstención esta vez por el hecho de haber aceptado Sánchez las exigencias de Arrimadas. El líder del PP se debatió entre la abstención y el «no», como le pedían algunas de sus figuras de confianza, por lo que el Gobierno negoció directamente con presidentes autonómicos clave del partido para suavizar el rechazo de la formación hacia una abstención, prometiendo una mayor coordinación y una gestión regional de la desescalada.

De sumarse en una próxima votación el PP al bloque del «no» al estado de alarma, tal como advirtió Casado, la mayoría simple de Sánchez afrontaría grandes peligros, especialmente si Cs y PNV también deciden rechazarla o abstenerse, un escenario no imposible a la luz del tenso pleno de este miércoles en el Congreso. El presidente del Gobierno, que el pasado sábado aseguró —en otra de sus amenazas a la oposición— que no había plan B al estado de alarma, está obligado ahora a diseñar una alternativa.

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