Torra comunica a su gobierno las instrucciones de Puigdemont

El presidente de la Generalitat regresa a Barcelona de su viaje a Waterloo para desplegar los planes del líder del independentismo

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Quim Torra podría disimular de alguna manera que Carles Puigdemont no es el líder del movimiento independentista y que él no es el presidente custodio de la Generalitat. Podría agendar su primera reunión del curso político con Puigdemont después de haber reunido previamente a su gobierno. Pero no. Al contrario: ayer, lunes, se desplazó a Waterloo (Bélgica) para recibir las instrucciones y no será hasta hoy, martes, cuando vea a sus consejeros para comunicarlas.

En su momento, después de ser investido president el pasado mes de mayo, podría haber tomado alguna medida para remarcar su autonomía. Pero no: se marchó a toda prisa a ver a Puigdemont. La secuencia siempre se repite. Siempre queda claro quién es «el presidente legítimo» y quién es el vicario. Y Torra tan siquiera lo camufla.

No emplea el despacho oficial del presidente de la Generalitat con el pretexto de unas obras. Se sometió a una toma de posesión del cargo como presidente de la Generalitat prácticamente clandestina y jamás deja dudas de la provisionalidad de su presidencia. «Hablamos prácticamente cada día», dijo Torra en Waterloo, cuando se le preguntó por su verdadero margen de maniobra respecto a Puigdemont. 

La tarea del presidente custodio de este martes consiste en dar traslado a sus consejeros del rumbo que hay que tomar en el nuevo curso político. Durante los últimos días ya ha dado algunas pistas: hay que incrementar la tensión con las instituciones de un Estado al que hay que «acusar».

Puigdemont desea que vuelva la agitación

Es el deseo de Puigdemont, quien aspira a que un nuevo clima de agitación social dé paso a un nuevo golpe del soberanismo. A nadie en el movimiento independentista parece preocuparle que el gobierno de Torra haya renunciado al impulso legislativo ni que la ANC esté amagando con convocar una huelga en Cataluña.

«La autodeterminación de Cataluña es el gran tema de esta legislatura», ha proclamado Torra sin aclarar cómo ni cuándo será posible un proyecto político que ya fracasó durante el mandato de Puigdemont.

El mérito de Torra, por el momento, es que los consejeros de ERC no han salido todavía a discutir su línea política en público. Lo hacen en privado, eso sí. Esperan a un error de bulto para dejar que sus tensiones afloren y para preparar en mejores condiciones la guerra electoral de las municipales.

Entretanto, la oposición se recrea con el continuo peregrinaje de Torra a Bélgica. «La rometría del presidente Torra a Waterloo para ver a Puigdemont demuestra que se pone a sus órdenes y esto paraliza a Cataluña», dijo el secretario de organización del PSC, Salvador Illa.

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