Iglesias se mueve para que Cs apoye unos Presupuestos a su medida

El vicepresidente obliga a Sánchez a negociar los Presupuestos dentro de la coalición antes de pactar con Cs o con ERC

Pablo Iglesias, José Luis Escrivá y Antonio Garamendi tras una conferencia de Pedro Sánchez en Casa de América, el 31 de agosto de 2020 | EFE/Mariscal/Archivo

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Pablo Iglesias se ha propuesto obligar al PSOE a negociar primero los Presupuestos Generales del Estado dentro de la coalición (es decir, recogiendo las reivindicaciones de Unidas Podemos) y después, y solo después, con las demás agrupaciones parlamentarias, como Ciudadanos y Esquerra Republicana, socios que Pedro Sánchez ha pretendido convertir en intercambiables y que se mantienen en las antípodas.

El vicepresidente ha logrado ya sentarse con Sánchez en una primera reunión para preparar la negociación con los partidos, este lunes por la tarde. No fue La Moncloa quien anunció el encuentro (de hecho, ni lo confirmó ni lo desmintió), sino que fueron fuentes propias de Podemos las que informaron a los medios de comunicación. Desde el Gobierno se limitaron a decir que el presidente e Iglesias suelen tener contactos frecuentes, sin más.

El ejercicio de comunicación ha terminado por desvelar una estrategia que Unidas Podemos puso en marcha desde el pasado lunes, cuando formalmente dio inicio el nuevo curso político. El objetivo de Iglesias es el de torcer el procedimiento usual de la negociación de los Presupuestos, y cuenta con la ventaja de que nunca antes en la democracia hubo una coalición; es decir, que estas negociaciones las ha liderado siempre un único partido de Gobierno.

La tradición es que el Ministerio de Hacienda contacte con todos los demás departamentos del Ejecutivo para preparar el borrador del proyecto presupuestario, que a su vez es la base de la negociación con los demás partidos. Y ese era el plan de Sánchez y y la titular del ramo, María Jesús Montero, pero ahora Podemos presiona para cerrar antes un pacto de Gobierno que sirva como base de las negociaciones con los demás partidos.

Esto implica que Iglesias no lanzaría necesariamente un veto contra Cs o pujaría por el apoyo de ERC, sino que, si el borrador de los Presupuestos recoge algunas de sus propuestas, estará abierto a pactarlo con quien quiera suscribirlo. En la práctica, esto también supone que Arrimadas no esté tan anuente a acordar las cuentas con Sánchez, al posiblemente estar condicionadas por el «populismo» de Podemos, que ha sido una de sus líneas rojas hasta ahora.

De esta forma, todos los ojos vuelven al bloque de la investidura (con el apoyo de los nacionalistas) y el giro de Sánchez al centro empieza a perder fuelle. Desde La Moncla, no obstante, el relato oficial es que el Gobierno en su conjunto participará en el proyecto de los Presupuestos y que todos los ministerios estarán como siempre involucrados, sin precisar el alcance de la maniobra de Iglesias, que podría retrasar la presentación de las cuentas si el acuerdo con Podemos se dilata.

Los movimientos de Iglesias

Antes del verano, desde Unidas Podemos trasladaron en declaraciones a este periódico que no estaba claro aún cómo sería la negociación con los partidos de la oposición y con los socios de la investidura, dejando abiertos los escenarios de una negociación conjunta con representantes de la coalición o que Podemos hablase directamente con los nacionalistas y el PSOE con todos los demás, especialmente con Cs, cuyo apoyo prácticamente dan por bueno los socialistas.

Después del verano, los de Iglesias se propusieron poner trabas a Sánchez y Montero. El propio vicepresidente se reunió con el jefe del Ejecutivo el pasado lunes y sugirió que, antes de presentar las cuentas, primero debe haber un acuerdo interno. El martes, mientras se reunía el consejo de ministros, Podemos inició su rebelión para presionar en este sentido: el grupo parlamentario se lanzó contra la ministra Isabel Celaá por su «falta de liderazgo» ante la vuelta a clases.

Se abrió así el primer cisma de la coalición en el nuevo curso político. El miércoles siguiente, La Moncloa contraatacó y anunció el inicio de la ronda de contactos con los líderes de los principales partidos el miércoles 2 de septiembre, con una reunión con el líder del PP, Pablo Casado, por la mañana y otra con la líder de Cs, Inés Arrimadas, por la tarde. Los socios nacionalistas que facilitaron la investidura de Sánchez, ERC y el PNV, quedaron relegados para el jueves.

La lectura obvia que hicieron Podemos, ERC y EH Bildu (otro de los socios del Ejecutivo) es que el PSOE estaba dando preferencia a Cs por encima del bloque de la investidura, y desde luego prepararon su venganza. El viernes, los tres partidos advirtieron a Sánchez de que todos sus votos son incompatibles con unos Presupuestos condicionados por Arrimadas, mientras que son perfectamente compatibles con unos hechos a la medida de Iglesias.

El encuentro entre Sánchez y Iglesias de este lunes no estaba previsto, pero la presión del partido morado logró su cometido. El presidente se ha tenido que sentar con su vicepresidente segundo para buscar un acuerdo antes de sus reuniones con Casado y Arrimadas, a sabiendas de que su socio de coalición está totalmente dispuesto a trasladar a la opinión pública que la «unidad» que profesa Sánchez es una ilusión, puesto que no la practica dentro del Gobierno.

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