Junts y ERC pasan del pacto a los reproches a las pocas horas

Los 'junteros' se niegan a una investidura de Aragonès a "cualquier precio" y priman un acuerdo de Govern "nítidamente independentista"

Carles Puigdemont entra telemáticamente en el acto final de campaña de Junts para las elecciones del 14-F / Julio Díaz (JxCat)

Carles Puigdemont entra telemáticamente en el acto final de campaña de Junts para las elecciones del 14-F / Julio Díaz (JxCat)

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Las negociaciones entre Junts y ERC se han convertido en un cambio constante de guion, con momentos donde el pacto parecía inminente y una actual ruptura que aboca a Cataluña a unas elecciones. Los ‘junteros’ han pasado de apoyar un pacto para reencaminar la ruptura por la mañana a culpar a ERC del fracaso en las negociaciones por la tarde.

En una asamblea de partido este miércoles, los cuadros de Junts han expuesto a la militancia cuál era la situación después de que ERC se levantara de la mesa. La diputada en el Congreso Míriam Nogueras ha defendido que fue ERC quien decidió levantarse de la mesa cuando el pacto estaba muy avanzado, y ha acusado a su potencial socio de haber dilatado las negociaciones.

La diputada ‘juntera’ ha asegurado que no harán un gobierno a cualquier precio y ha cerrado la puerta a cualquier Ejecutivo que no tenga un compromiso claro con la secesión de España. Desde la cúpula también alejan formalmente ante la militancia la posibilidad de unas nuevas elecciones, y aseguran que lo mejor es seguir negociando.

Calvet y Budó insisten en que se entre en el Govern

Una postura más comedida ha sido la de los consellers Damià Calvet y Meritxell Budó, que han defendido la importancia «no a cualquier precio» de que Junts entre en el Govern, un escenario que prefieren antes que una nueva cita con las urnas. Estos dos miembros del Ejecutivo en funciones han sido los más beligerantes en público a la hora de apostar por una coalición.

Pero Junts vive inmersa en un proceso convulso, con un partido todavía en construcción lleno facciones que tienen posiciones contrapuestas. La falta de concreción ideológica permite que se agrupen bajo el paraguas del expresidente huido desde cuadros procedentes de la extinta CDC hasta personalidades procedentes del independentismo más irredento de la ANC.

Los perfiles más institucionales apuestan por la entrada en el Govern, y por hacer obra de gobierno desde Ejecutivo, más allá de la hoja ruta estratégica pactada hacia la independencia. El ala más dura no teme a las elecciones, y había mostrado cierto interés en dejar a ERC gobernar sola y convertirse en el azote secesionista desde fuera.

ERC y Junts: una relación tóxica de amor-odio

Los republicanos también exhiben una relación de amor-odio por Junts. ERC se levantó el sábado de la mesa para asegurar que su partido apostaba por un Govern en solitario y que daba por rotas las conversaciones con el partido de Puigdemont, y desde entonces ha defendido que solo se plantean pactar la investidura, y cualquier coalición quedaría supeditada a eso.

Pese a las malas relaciones y la falta de sintonía en la reunión de este martes, Junts, ERC y la CUP han vuelto a darse cita este miércoles, donde se han comprometido a comprometerse: un pacto donde se comprometen a intentar desencallar la investidura y evitar que Cataluña se vea abocada a nuevos comicios el próximos julio.

Los republicanos también mantienen abierta la vía abierta con los Comuns, aferrándose a la puerta abierta de Junts hace unas semanas. Jordi Sànchez aseguró que ofrecería votos suficientes a ERC para que gobernara sin ellos si no había pacto, condición a la que ahora añaden que el partido morado entre en el Ejecutivo.

Una negociación llena de obstáculos y giros de guion

Sin embargo, en la misma asamblea de Junts de este miércoles, varios cuadros y bases del partidos han dejado entrever ese malestar. Según han explicado fuentes presentes a Economía Digital, la sensación general dentro del partido es que antes unas elecciones que «facilitar un gobierno que no sea nítidamente independentista».

Los dos partidos siguen negociando a contrarreloj un pacto, aunque desde la oposición dan por hecho que Cataluña volverá a las urnas. Junts insiste ahora en entrar al Govern, y ERC mantiene el teléfono abierto para todos sus potenciales socios excepto para el PSC, pese a la sintonía de republicanos y socialistas en Madrid.

Los problemas en las negociaciones han sido varios. ERC no quiere aceptar una estrategia común en el Congreso que les impida poder negociar con el Gobierno cuando lo vean conveniente, de la misma forma que aborrecen que el Consell per la República de Puigdemont puede convertirse en un órgano que –pese a carecer de legitimidad– pueda condicionar a la Generalitat.

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