La inseguridad y otros problemas de Barcelona, más allá del Raval

El Tsunami Vecinal, que agrupa a 22 entidades de la ciudad, exige a Ada Colau que afronte los problemas de inseguridad que azotan a la ciudad

Imágenes de la calle Nou de la Rambla 39, una de las fincas del parque público municipal afectadas con problemas de convivencia por la ocupación / Cedida

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La inseguridad en Barcelona se ha convertido en un auténtico problema para los barceloneses. Según el último barómetro municipal publicado en julio, este es el principal desafío para los ciudadanos, que se sienten desprotegidos en las calles de la ciudad, cosa que se suma a la falta de material con la que se enfrenta cada día la Guardia Urbana.

El Raval es uno de los puntos calientes de la ciudad más conocidos. Tal y como publicó Economía Digital, hace unas semanas un joven sufrió un robo a plena luz del día ante la pasividad policial. Una ciudad donde el sindicato mayoritario de la Guardia Urbana denuncia que hacen falta 1.500 agentes para cubrir mínimamente las necesidades de la ciudad.

Ciutat Vella es un distrito duramente castigado por la pandemia. El barrio más antiguo de la ciudad sufre las consecuencias de las desigualdades –en una ciudad donde 800.000 barceloneses están en riesgo de pobreza–, que generan situaciones de ocupaciones y violencia que producen conflictividad social.

Las ‘okupaciones’ ilegales de Ciutat Vella

Uno de los problemas a los que se enfrenta el barrio es el de las ocupaciones ilegales, algunas de ellas en edificios que forman parte del parque público municipal como el de Nou de la Rambla 39. Los alquilados, todos personas de la tercera edad que viven en viviendas habilitadas, sufren amenazas, roturas de mobiliario y –algunos de ellos– venden droga.

“Nos hacen vandalismo puro”, explicó la vecina Josefa Angulo a este medio. La anciana relató que varios vecinos han sufrido amenazas. Ella misma lo vivió cuando una persona la intimidó con un cuchillo en la terraza del inmueble. Denunció los hechos a la policía y fueron a juicio, pero las personas citadas no se presentaron. “Dejémoslo correr”, pidió a la jueza.

Botellones en la Barceloneta

No es la única problemática a la que se enfrenta la capital catalana. La Barceloneta es otro punto de conflictividad vecinal, como consecuencia del descontrol de las playas, que se ha convertido en un punto de aglomeraciones pese a las varias restricciones por la pandemia de coronavirus.

Ya se convirtió en un punto caliente durante Sant Joan, ante la negativa de Ada Colau de cerrar las playas durante la verbena pese a que algunos ayuntamientos de la costa barcelonesa anunciaron restricciones para evitar los botellones. La masificación de gente en la zona se ha cronificado, pese a la movilización vecinal alrededor de la plataforma Barceloneta diu Prou.

Y sigue siendo un problema pese al toque de queda. Las playas de la Barceloneta han registrado concentraciones de gente pese al toque de queda vigente entre la 1 de la madrugada y las 6 de la mañana. Una situación que se da también en el barrio del Born, en muchos casos sin respetar distancias de seguridad ni medidas de protección contra la Covid-19.

El enquistado conflicto del ‘porta a porta’

Otro de los grandes conflictos que tiene la ciudad es el del ‘porta a porta’. La gestión de residuos que el ayuntamiento ha impuesto en el barrio de Sant Andreu ha generado verdadero malestar entre los vecinos. Este sistema obliga a los ciudadanos a depositar sus residuos en la calle con un calendario estricto y usando bolsas con microchip que identifican a la vivienda.

Además, la acumulación de basuras en la calle ha provocado los primeros avistamientos de ratas y otros animales consecuencia de las altas temperaturas, que favorecen la putrefacción de los residuos orgánicos. Pese a las quejas de muchos ciudadanos, que aseguran que se ha comunicado, lamentan que el ayuntamiento niega que exista tal problema.

Pese al enorme descontento vecinal, el gobierno de Ada Colau insiste en vender el buen funcionamiento de este sistema de recogida de basuras. Según los datos del propio consistorio, el sistema ha permitido consolidar un 76% de recogida selectiva respecto al 37% que había antes de su implantación.

Además, es un sistema que pese a la petición de algunos grupos –como es el caso de Junts per Catalunya– el ayuntamiento en ningún caso se plantea retirar. El concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica, Eloi Badia, aseguró que este sistema debería ir perfilándose, pero era «irreversible».

El Tsunami Vecinal exige que se afronte la inseguridad

Los movimientos vecinales se han movilizado a través de la plataforma Tsunami Veïnal, que agrupa a entidades de 22 barrios de la ciudad. Esta entidad ha exigido una reunión urgente con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, el teniente de alcalde Jaume Collboni y el conseller de Interior, Joan Ignasi Elena.

Las entidades advierten del «incivismo» que «está afectando a un gran número de barrios», que se suma al «repunte de la inseguridad en forma de robos y hurtos» con un «componente elevado de violencia». Reconocen los esfuerzos de los cuerpos policiales, aunque lamentan su falta de eficacia pese al toque de queda.

Las entidades exigen que se afronte el problema de la inseguridad, la gran preocupación de los barceloneses. También, exigen mediadas contra la «suciedad y la basura que hay en toda la ciudad», así como la «creciente circulación y consumo de drogas y alcohol en la calle».

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