Blackberry, la marca que se autodestruyó en 12 meses

Mientras sus competidores le comen terreno, las acciones del fabricante canadiense RIM han pasado de 148 dólares en 2008 a 13 dólares el viernes pasado. Con la drástica caída de ventas en 2011, muchos accionistas sólo ven una solución: para salvar la compañía, hay que dejar de fabricar Blackberrys

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A mediados de 2010, cuando el fabricante canadiense de teléfonos inteligentes RIM reconocía que no cumpliría sus previsiones de crecimiento, los altos ejecutivos de la compañía contemplaban atónitos cómo sus competidores (Apple y Samsung principalmente) devoraban poco a poco su cuota de mercado y cómo sus acciones se desplomaban en Bolsa.

El desconcierto entre los capitanes de un trasatlántico que había dominado los océanos de teléfonos móviles de alta gama era rotundo. En esa época, un alto directivo de empresas móviles en Latinoamérica acudió a la sede central de la corporación en Ontario, Canadá, para una reunión de negocios. “Cuando presenté el gráfico que mostraba que el 80% de las líneas móviles en el mundo son prepago, un alto ejecutivo me interrumpió para decirme: ‘Hay un error en tu presentación. El 80% de las líneas son postpago’”, explica a Economía Digital el consultor presente en la reunión.

La equivocación del directivo de RIM dejó perplejos a los miembros de la delegación latinoamericana. Y no fueron los únicos. El fabricante canadiense, que se había enfocado en un mercado de teléfonos de alta gama para clientes postpago, había dado la espalda a la mayoría de usuarios móviles prepago, un sector donde sus competidores le estaban ganando la batalla. “Conquistaron el mercado muy rápido pero se equivocaron con la estrategia de negocio. No vieron que el crecimiento de los teléfonos inteligentes había dejado de estar en la punta de la pirámide y se encontraba en la base. Creo que ya no hay manera de que se recuperen”, añade.

Dejar el producto estrella

Las complicaciones de la compañía terminaron en enero con la salida de los dos hombres que encumbraron a la compañía en 2008 y que, tres años después, con la misma velocidad la llevaron al abismo: Jim Balsillie y Mike Lazaridis. Ahora, la nueva dirección pide tiempo para enrumbar a la corporación.

RIM es propietaria de una potente red que aporta un 80% de sus ganancias, mientras que la fabricación de los móviles supone el otro 20%. Los usuarios de la red, que permite una comunicación constante entre teléfonos Blackberry, pagan una cuota mensual que supone un ingreso sólido y estable. Pero la red está limitada a los modelos de RIM y los accionistas creen que es hora de abrir la infraestructura a otros fabricantes.

La directiva ya dio su primer paso: en noviembre pasado lanzó en Estados Unidos una aplicación que permite a los usuarios corporativos ingresar a su red a dispositivos de otros fabricantes como Apple o teléfonos con Android, el sistema operativo de Google.

Ahora, los máximos responsables evalúan la posibilidad de abrir la red completamente y destruir el candado que hasta ahora sólo permitía la entrada de equipos Blackberry. La compañía ha anunciado importantes novedades para finales de año. Pero muchos temen que entonces será demasiado tarde.

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