Ni robots ni seres vivos: los ‘xenobots’ son organismos programables

Diseñados por algoritmos y construidos con células vivas, los 'xenobots' no encajan en la definición de robot, pero tampoco son seres vivos (por ahora)

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

Los denominados ‘xenobots’ desarrollados por investigadores de la Universidad de Tufts, en Massachusetts, la Universidad de Vermont y el Instituto Wyss de Harvard son los primeros ‘robots’ construidos enteramente con células vivas.

En concreto los investigadores utilizaron células cardiacas obtenidas de embriones de rana combinadas con células de la piel, también de rana, para reforzar su estructura.

Para determinar la configuración celular de los xenobots fue necesario utilizar un superordenador y un algoritmo informático que realizó «miles de combinaciones» de ambos tipos de células —de corazón y de piel— hasta determinar, en una suerte de ejercicio de ensayo y error, qué combinaciones podían resultar en un diseño más o menos viable y en cierto modo funcional.

El resultado son «máquinas vivas» de menos de un milímetro de diámetro capaces de moverse por sí mismas en entornos líquidos (como agua) e incluso capaces de transportar una minúscula carga.

Células vivas que se autoestimulan

El movimiento de los xenobots aunque «coherente» y programado y en cierto modo ordenado por su propia estructura no se puede dirigir. Simplemente las células cardiacas se estimulan a sí mismas —sin necesidad de estar conectadas a un sistema nervioso— produciendo contracciones rítmicas y espontáneas que provocan el movimiento del organismo.

Los xenobots mantienen ese movimiento durante aproximadamente una semana y mientras haya nutrientes en la células. Pasado ese tiempo —cuando las células se quedan sin los nutrientes iniciales— los xenobots se convierten simplemente en un «pequeño grupo de células muertas» por lo que, además son «totalmente biodegradables.»

Los xenobots ahora mismo no tienen ningún propósito y ninguna utilidad funcional, pero los investigadores creen que su trabajo puede proporcionar información valiosa acerca de «cómo se comunican y trabajan juntas las células».

Mucho (mucho) más adelante y con configuraciones más complejas estos xenobots serán tal vez capaces de realizar tareas como transportar medicamentos por el interior del cuerpo humano o limpiar desechos tóxicos y microplásticos.

Pero un incremento en su complejidad supondrá también que los xenobots tal vez dejen de ser simplemente un conjunto de células vivas autoestimuladas, lo que puede llevar a consideraciones éticas.

Células vivas, pero no seres vivos

Si bien los xenobots no encajan estrictamente en la definición de robots (ni son máquinas ni tienen electrónica) por ahora tampoco son seres vivos.

«Aunque los investigadores los denominan ‘vivos’ estos xenobots no son capaces de evolucionar por sí mismos y no pueden reproducirse,» dicen en Science Alert. No hay «ciclo de la vida», por lo que —al menos por ahora— no pueden considerarse seres vivos: «que un libro esté hecho con madera no significa que sea un árbol,» dicen los investigadores.

Sin embargo y en el caso de que se incremente la complejidad de estas «máquinas vivas» —incorporando células sensoriales y un sistema nervioso básico que les permita reaccionar o interactuar con el entorno— entonces ya «no estará claro si debemos tratar a tales robots como máquinas o como criaturas vivas,» dicen desde MIT Technology Review, por lo que a medida que este campo de investigación se desarrolle «será necesario establecer directrices de regulación y ética,» añaden desde Science Alert.

Economía Digital

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp