¿Qué se esconde tras los comercios que evitan el pago con tarjeta?

El método de pago con tarjeta de crédito todavía lo evitan cuatro de cada diez negocios en España, lo que podría derivarse en una pérdida de clientes

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La tarjeta de crédito llegó a España en el año 1972 y inicialmente la utilizaban solamente la clase ejecutiva. Casi 50 años más tarde el uso es mucho más normalizado entre la sociedad. Se ha vuelto algo completamente normal ir a un comercio sin dinero en metálico y pagar con la tarjeta o con el móvil. En España, fue Banco de Bilbao —que con el paso del tiempo se convertiría en el BBVA— la primera entidad que introduciría este método de pago gracias a un contrato con Bank of America el 14 de julio de 1970.

A finales de 1971 ya había en circulación 215.000 tarjetas en Madrid y Barcelona y al año siguiente se expandió hasta otras 15 provincias, como Alicante o Málaga. Hoy en día, admiten el pago con tarjeta de crédito el 60% de los comercios en España. Sin embargo, todavía son cuatro de cada diez negocios los que los restringen, según se extrae del último Barómetro de Mastercard.

En estos casos, al llegar al establecimiento o al pagar se suele explicar en un cartel o de propia voz: “no aceptamos pago con tarjeta”, “el pago mínimo con tarjeta es de 6€” o “el datáfono está estropeado, solo en efectivo por favor”. 

Los clientes demandan poder pagar con tarjeta

Por lo que a los clientes se refiere, cada vez son más los que utilizan el método de pago electrónico. En la Eurozona, el total de operaciones de pago efectuadas con medios distintos del efectivo creció el 7,9% interanual en 2018, hasta los 90.700 millones de operaciones. Y, de este total, los pagos con tarjeta representaron el 46%, mientras que las transferencias y los adeudos directos subieron hasta el 23% cada uno, según explica El Periódico.

España no se queda atrás en esta tendencia que se lleva sosteniendo en los últimos 20 años. Según el Banco de España, en el tercer trimestre de 2019, hubo un avance interanual del 16,81%, hasta las 1.181,9 millones de operaciones. Y en el conjunto de 2018 ya habían repuntado el 13,83% con respecto a un año antes, sumando un total de 3.903,6 millones de operaciones.

Los negocios reacios a implementar este tipo de pago

A pesar de los grandes avances y el peligro de pérdida de clientes que puede suponer no tener este pago alternativo, existen un gran número de negocios que siguen sin admitir este timpo de transacciones. De hecho, Mastercard señalaba en la presentación del “II Índice de Ciudades Cashless” que este es uno de los grandes retos sobre el que hay que trabajar para poder eliminar las restricciones y que los consumidores puedan escoger su método de pago.  

Algunos expertos apuntan a que es un avance tecnológico que, como cualquier otro, presenta una fase de implantación así como un proceso de adaptación. Es posible que incluso esté relacionado con un cambio de percepción de la relación con el cliente. Por ello, los comercios de proximidad atribuirían a la transacción directa una cercanía que asocian a la confianza recíproca en la que basan su relación con los clientes. 

La importancia del pago de las comisiones 

Sin embargo, desde el comparador financiero HelpMyCash apuntan a las comisiones como uno de los principales motivos por los que los comercios no permiten el pago electrónico. Esto ocurre porque, al permitir los pagos con tarjeta u otros medios electrónicos, los establecimientos deben hacer frente a varios gastos, mientras que si cobran un producto o servicio en efectivo, reciben el importe total. 

En ese tipo de pagos se incluyen la tasa de descuento o comisión al banco o entidad propietaria del TPV, el coste del mantenimiento del terminal, así como otros gastos como la línea de Internet o la fianza o alquiler del datáfono.

Pero, ¿cuánto suponen realmente estas comisiones? Según los datos del Banco de España, en el primer semestre de 2019, la tasa media de descuento —la que paga el comercio al banco o entidad proveedora del TPV—, se situó entre el 0,17% de las grandes empresas de distribución (para tarjetas de débito) y el 0,59% de los hoteles (para tarjetas de crédito). Aunque, también es cierto, que aplicar un mínimo gasto a la tarjeta de crédito puede suponer un beneficio para los vendedores obligando a gastar más al cliente.

La economía sumergida detrás del pago en efectivo

Es cierto que los pagos en efectivo tienen beneficios, como la universalidad, accesibilidad e instantaneidad. Sin embargo, existe un inconveniente que se desprende y se trata de la economía sumergida. «El dinero en efectivo es muy difícil de controlar y no deja rastro y, por tanto, es el principal facilitador para la evasión fiscal y los delitos financieros», dice el director general de Mastercard España, Ovidio Egido, en declaraciones a la agencia Efe.

De hecho, se calcula que en España, la economía sumergida supone el 11,2% del PIB, según los últimos datos de la Agencia Tributaria. Si bien la mayoría de los comercios no estarían buscando lucrarse de esta economía fraudulenta, podrían facilitarla mediante el aumento de la circulación de monedas y billetes cuyo rastro de su origen es escaso.

«En el caso de los pagos en efectivo podríamos hablar de incomodidad, inseguridad e incluso falta de control», explica el portavoz de la Asociación Española de Banca, José Luis Martínez Campuzano. En los últimos tiempos, las autoridades económicas han tomado distintas medidas para garantizar la eficacia y seguridad de los pagos, así como para luchar contra la economía sumergida, y la paulatina reducción de los pagos en efectivo es una de ellas.

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