El mito de los vampiros muestra sus colmillos en Barcelona

Una muestra de CaixaForum Barcelona rastrea los orígenes, leyendas y lecturas cinematográficas de los míticos seres que se alimentan de sangre

Isabel Adjani y Klaus Kinski en Nosferatu de Werner Herzog. Producción- Gaumont (France) | Werner Herzog Filmproduktion (Alemania), 1979

Isabel Adjani y Klaus Kinski en Nosferatu de Werner Herzog. Producción- Gaumont (France) | Werner Herzog Filmproduktion (Alemania), 1979

Murnau, Dreyer, Browning, Tourneur, Polanski, Herzog, Coppola, Burton, Bigelow, Jarmusch, Serra y Weerasethakul. Si tuviésemos que trazar una línea que uniese a estos y otros grandes cineastas bien podría ser el mito del vampiro. Supersticiones, leyendas, supuestos escritos científicos y novelas románticas dieron alas a un personaje que va mucho más allá de los colmillos y la sangre: resurrección, encarnación, rebeldía, locura, poder, pulsiones sexuales reprimidas o vida eterna subyacen tras diferentes estéticas y aproximaciones teóricas que encontraron en el cine el mejor aliado.

Coincidiendo con Halloween, una muestra en Caixaforum Barcelona recupera la simbiótica e ilusoria relación entre vampiros y cine que se evidencia a través de 310 obras que van de las fotografías al vestuario original de películas como Drácula de Francis Ford Coppola y Entrevista con el vampiro de Neil Jordan, grabados de Goya, pinturas de Jean-Michel Basquiat, libros, cómics y montajes audiovisuales con fragmentos de más de 60 películas y series.

El mito del vampiro

Terroríficos, seductores, manipuladores, malvados, apasionados, elegantes, inteligentes, repulsivos, sádicos, contradictorios, melancólicos, hilarantes… Vampiros y vampiras forman parte intrínseca de la mitología popular desde hace siglos. Nacido de antiguas supersticiones griegas y árabes, el mito del vampiro se extendió en Europa Central durante la Edad Media y se cultivo en escritos pseudocientíficos del siglo XVIII y novelas del romanticismo inglés del siglo XIX con Drácula, del irlandés Bram Stoker como uno de los textos clave.

Precisamente esa novela está en el origen de la película expresionista Nosferatu (1922), de F. W. Murnau, obra fundamental para el desarrollo de la fructífera relación entre cine y vampirismo y que avanza hasta hoy con la saga Crepúsculo o las series True Blood y Buffy, cazavampiros.

La muestra, coorganizada entre la Fundación La Caixa y La Cinémathèque française que podrá verse en Barcelona hasta el próximo 31 de enero, ahonda precisamente en este vínculo analizando las diferentes facetas y metamorfosis del vampiro a través del cine.

De ‘Nosferatu’ a ‘Crepúsculo’, producciones y cineastas de todo el mundo han sucumbido a la tentación de llevar a la gran pantalla su propia versión del vampiro

No solo Hollywood se rindió al mito; producciones en todo el mundo, de Europa a México y de Filipinas Nigeria pasando por Hong Kong han sucumbido a la tentación de representar una versión propia, especialmente de Drácula, el máximo exponente del vampirismo.

Béla Lugosi y Helen Chandler en Drácula de Tod Browning, 1931. Foto: Universal Pictures | WolfTracerArchive | agefotostock.

Así, entre las más de trescientas piezas de un total de 30 museos y colecciones privadas se encuentran, por ejemplo, la máscara utilizada en el rodaje del Nosferatu de Werner Herzog; trajes de la diseñadora Eiko Ishioka para el filme Drácula de Francis Ford Coppola; una reproducción del guión de Bram Stoker para la primera adaptación de Drácula al teatro, así como algunas de las estampas de los Caprichos y Los desastres de la guerra de Goya, y obras de Niki de Saint Phalle o Mike Kelley, así como la icónica imagen de Drácula interpretado por Bela Lugosi usada por Andy Warhol en su litografía titulada The kiss.

También obras de arte contemporáneo, especialmente de la colección de la institución, que reflexionan sobre esta figura, a cargo de artistas como Jean-Michel Basquiat, Ferran Sevilla o Cindy Sherman, así como otras piezas encargadas especialmente para esta exposición a artistas como Wes Lang o Claire Tabouret.

Asimismo, en la muestra se puede disfrutar de 15 montajes audiovisuales temáticos, con fragmentos de 60 películas y series televisivas.

Michel Landi. Cartel francés para Dracula A.D. 1972 (Drácula 73) de Alan Gibson, 1973. Foto: ©Michel Landi, VEGAP, Barcelona, 2020.

Cinco ámbitos vampíricos

El itinerario de la exposición se divide en cinco ámbitos y arranca por los vampiros históricos, que recogen la mitología y leyendas desde la antigüedad pero también tratados de filosofía de Voltaire o Rousseau que discuten sobre su significado e importancia o literatura gótica. Le siguen los vampiros poéticos y los políticos -con ejemplos de cine en los que el vampiro es una metáfora de los peligros que desestabilizan la sociedad o carteles que vampirizan a Richard Nixon y Margaret Thatcher para señalar los abusos del capitalismo salvaje-.

El vampiro en el cine es un ser eminentemente sexual, como se refleja en la sección vampiros eróticos, con personajes sumamente seductores, obsesionados por reproducirse convirtiendo a humanos en nuevos vampiros a base de succionar su sangre y con una libido compulsiva y devoradora.

Cierra la muestra el catálogo de vampiros pop, con personajes que saltaron del cine y la literatura para invadir hasta el último rincón de la cultura popular, bien sea como personajes tiernos en la serie True Blood o como héroes adolescentes como Edward Cullen en la saga de novelas y películas Crepúsculo.

Además de la muestra CaixaForum organiza un ciclo de conferencias del 5 de noviembre al 3 de diciembre y un ciclo de cine de vampiros  que tendrá lugar del 12 de enero al 10 de febrero de 2021.

a.
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