Las cinco mejores rutas para descubrir Francia en bici

De la Costa Azul a París y de los Pirineos al Valle del Loira, estas son algunas de las mejores rutas para descubrir Francia pedaleando

Francia en bici entre viñedos, castillos, playas y campos de lavanda. Foto: @Olivier Octobre.

De los puertos míticos que desfilan por el Tour de Francia al idilio que vive París con la bicicleta -desde la multiplicación de carriles ciclables y aparcamientos se estima que más del 11,5% de la población ya se desplaza únicamente sobre dos ruedas-, Francia es un destino ciclista por excelencia.

Más de 22 millones de personas practican cicloturismo en el país, con un 10% procedentes del extranjero, seguramente atraídos por su amplia red de opciones para disfrutar, que incluyen 10 rutas EuroVelo de las 17 que actualmente atraviesan Europa.

Por la Provenza en bici. Foto: @Olivier Octobre.

De paseos tranquilos a largas distancias, de ciclismo de montaña y gravel a ascensiones por carreteras icónicas y del Atlántico al Mediterráneo pasando por los Pirineos y la capital del país, los trazados ciclistas incluyen increíbles paisajes naturales así como bellísimos pueblos y ciudades.

Una red de 7.100 establecimientos englobados bajo el sello Accueil Vélo garantizan la adecuación de hoteles, restaurantes o empresas de alquiler a las necesidades de cualquier aficionado, que solo necesita diseñar bien su trazado y vivir una aventura inolvidable sobre la bicicleta.

En la multitud de opciones, estas son algunas de las mejores para descubrir Francia en bici.

Loire á Vèlo: por el Valle del Loira en bicicleta

Los mágicos castillos del Loira son la excusa para aventurarse a Loire à Vélo, una ruta cicloturista de 900 km que une Cuffy, cerca de Nevers, en el Valle del Loira, hasta Saint-Brevin-Les-Pins, en la costa atlántica.

El viaducto de Saint Satur. Foto: D. Darrault | CRT Centre Val de Loire.

Empresas como Randovélo, con 20 años de experiencia en la zona, diseñan rutas en función de los días disponibles y los intereses, con todos los servicios necesarios, del alojamiento al transporte de equipaje, para dedicarse solo a disfrutar pedaleando.

Entre los atractivos que sí o sí se deben visitar están Charité-sur-Loire y su priorato, con una magnífica iglesia que se salvó de la destrucción y ahora es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, además de una parada importante del Camino de Santiago, la ciudad de Briare, con sus 14 puentes y 7 esclusas sobre un canal diseñado por Gustave Eiffel o la ciudad de Orleans.

En bici al castillo de Chenonceau. Foto: D. Darrault | CRT Centre-Val de Loire.

Por supuesto, un atracón de castillos, como el de Chambord -la llegada en bicicleta es verdaderamente encantadora, con campanarios y chimeneas emergiendo del bosque como en un cuento de hadas-; el de Chenonceau; el de Azay-Le-Rideau; construido en un isla en medio del Indre; el de Amboise, donde se encuentra la tumba de Leonardo da Vinci; el de Saumur, con su prestigiosa escuela de equitación; el de Angers, fundado en el siglo IX para proteger la ciudad de los ataques vikingos; o los de Montsoreau y Brissac, este último el más alto de Francia, con siete pisos que dominan los viñedos de Anjou.

Además, sorpresas que van desde galerías subterráneas excavadas desde hace 1.500 años para extraer minerales como la toba y hoy convertidos en granjas, bodegas o talleres de artesanía en la región de Saumur a islas en el Lora como las de Béhuard y Chalonnes, pasando por la Abadía de Fontevraud, la mayor de Europa, descanso final de Leonor de Aquitania y su hijo Ricardo Corazón de León.

Blois, en la ruta del Loira. Foto: David Darrault | CRT Val de Loire.

Saint-Florent-le-Vieil, Nantes y el estuario del Loira marcan el final de la ruta, con Saint-Nazaire y Saint-Brévin-les-Pins antes de divisar por fin el océano Atlántico.

De la Provenza a la Costa Azul: el Mediterráneo en bicicleta

Desde Perthus hasta Menton, la Ruta Mediterránea (Lamediterraeeavelo) recorre 850 km entre Occitania, Provenza y la Costa Azul. En realidad, se trata del tramo francés de la EuroVelo 8 que conecta Atenas con Cádiz a lo largo de la costa en nada menos que 7.500 km.

Forcalquier, la Provenza en bici. Foto: @Olivier Octobre.

Una buena opción para descubrir las maravillas de la Costa Azul pedaleando es el tramo que va de la ciudad provenzal de Draguignan, también llamada ‘la Cité du Dragon’, hasta Menton en algo más de 140 km que se pueden dividir en cómodas etapas.

Desde el interior de la región, se recorren pueblos como Callas y Fayence, con magníficas vistas, para continuar explorando Grasse, la capital internacional del perfume, donde dejarse atrapar por los aromas de rosas, jazmines, lavanda y mimosas y curiosear alguna de sus prestigiosas perfumerías.

Grasse. Foto: @Olivier Octobre.

Rumbo al mar, el viaje continúa hacia Cannes, famoso por sus alfombras rojas y el bullicio del festival de cine, pero con un bonito casco histórico por descubrir, y Niza en un recorrido frente a aguas turquesas que incluye paradas en localidades costeras como Juan-les-Pins y Antibes, ideal para probar delicias locales en su animado mercado cubierto.

El carril bici de Cagnes-sur-Mer abre un agradable trayecto por el famoso Paseo de los Ingleses que da la bienvenida a Niza, antes de enfrentar la subida desde la pintoresca ensenada de Villefranche-sur-Mer hacia la imponente Grande Corniche. El premio de la escalada llega en forma de vistas magníficas sobre Saint-Jean Cap-Ferrat, la ensenada de Beaulieu y el Cap d’Ail.

La maravilla de llegar a Niza en bici. Foto: @Olivier Octobre.

Mónaco, con sus casinos y sus yates de superlujo, es la siguiente parada de la ruta, que después se dirige hacia Menton en un relajante descenso a través de campos de limoneros y olivos, así como exuberantes jardines que componen un bellísimo paisaje.

Los secretos de París sobre dos ruedas

Cuatro horas bastan. Seguramente no para conocer París a fondo, pero sí para descubrir una cara auténtica y desconocida de la capital francesa, aderezada con algún que otro secreto. Es lo que promete Paris Charms & Secrets una propuesta guiada por algunos de los lugares secretos de la ciudad.

La ruta descubre rincones secretos de París. Foto: Paris Tourist Office.

Entre pedaladas se suceden las anécdotas y curiosidades, pero no si el Louvre fue residencia de reyes antes de convertirse en museo, si Napoleón mandó construir el Arco del Triunfo o si la Torre Eiffel mide 300 metros de altura. Un amor loco que dio lugar a la construcción más extravagante de la ciudad, el muro ante el que intentó suicidarse Gérard de Nerval o los chascarrillos más jugosos de María Antonieta… El alma íntima de la ciudad se desvela al ritmo pausado y disfrutón de la bicicleta eléctrica.

Los puertos míticos de los Pirineos

Tourmalet, Aspin, Peyresourde… los nombres de los puertos míticos de los Pirineos resonarán seguro entre los amantes del ciclismo, con las agónicas subidas de los corredores cada tarde de julio en el transcurso del Tour de Francia.

Col du Tourmalet. Foto: Dominique Viet | CRTL Occitanie.

Los más aventureros puede replicar la gesta con la Ruta des Cols (Ruta de los Puertos), un itinerario de 911 km que conecta el Atlántico y el Mediterráneo desde Hendaya hasta Cerbère en un continuo sube y baja que pondrá a prueba a los ciclistas más experimentados.

De los Pirineos Atlánticos a los Pirineos Orientales, la ruta pasa por el prestigioso Puerto de Aubisque en el valle de Ossau, el Puerto del Soulor y su vertiginosa cornisa y, claro, el Puerto del Tourmalet que, con sus 2.115 metros de altitud, es el más elevado de los Pirineos.

Pic du Midi, Altos Pirineos. Foto: Dominique Viet | CRTL Occitanie.

También emblemática, la subida a Luz-Ardiden y sus numerosas curvas, el Puerto de Azet que une las estaciones de Saint-Lary-Soulan y Loudenvielle, el Puerto de Peyresourde y sus rampas que han sido testigo de momentos épicos de la gran ronda gala protagonizados por Jacques Anquetil, Eddy Merckx, Miguel Induráin, Alberto Contador o Chris Froome, el Puerto del Portet-d’Aspet y sus empinadísimas cuestas o el Plateau de Beille.

No hay que dejar de ver, diseminados a lo largo de toda la ruta, rincones excepcionales como el lago de Génos-Loudenvielle en el Valle de Louron, la Reserva Natural Nacional de Néouvielle con sus 70 lagos de aguas cristalinas e imponentes macizos cubiertos de pinos negros o el Circo de Gavarnie ubicado en el corazón del Parque Nacional de los Pirineos y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Saint Céré. Foto: Dominique Viet | CRTL Occitanie.

Giverny, pedaleando en el universo de Monet

De París a Le Havre y Deauville, la ruta El sena en bici (La Seine à vélo) propone un viaje de 420 km atravesando la región de Normandía hasta llegar al mar.

Los jardines de Giverny que retrató Monet. Foto: Pascal Bernardon | Unsplash.

Por el camino, además de hermosos castillos como el de Gaillard, localidades como Rouen y atractivos como la luminosa abadía de Jumièges antes de Honfleur, la ruta atraviesa Giverny, permitiendo pedalear por el universo impresionista de Claude Monet.

En la provincia de Eure, entre senderos que dejan ver casas con entramados de madera y prados verdes, es fácil imaginar a aquellos pintores del siglo XIX instalados con sus lienzos, pinturas y caballetes tratando de capturar los cambiantes matices de la luz sobre el paisaje.

Casa de Monet en Giverny. Foto: Mili K | Unsplash.

El Antiguo Hotel Baudy por el que pasaron Renoir, Rodin, Sisley, Pissarro y el propio Monet, galerías y talleres de pintura aun en funcionamiento, la Fundación Monet que aloja la casa con las icónicas persianas verdes y los dos famosos jardines del padre del movimiento impresionista y su tumba en el cementerio cercano a la Iglesia Sainte-Radegonde son algunas de las paradas obligatorias para una inmersión a ritmo ‘slow’ en la vida del artista.

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