Las mejores carreteras secundarias para recorrer Galicia
Desde Ribadeo hasta A Guarda, de la Mariña lucense a la desembocadura del Miño, este viaje de 800 km por vías secundarias encadena los paisajes costeros más bellos de Galicia
Galicia por carreteras secundarias. Foto: Turismo de Galicia.
“Cuando emprendas tu viaje a Ítaca, pide que el camino sea largo” decía el poeta griego Konstantinos Kaváfis en uno de sus poemas más conocidos, Ítaca. Y no es que estemos en contra de autopistas, autovías o trazados de tren para la alta velocidad, pero sí es cierto que si de lo que se trata es de disfrutar el viaje, y si tan importante como el destino es el camino en sí, las carreteras secundarias son la alternativa perfecta.
Compartimos la premisa del periodista Pedro Pardo en su obra Las mejores carreteras secundarias (Geoplaneta) y lo llevamos a la práctica en la cornisa gallega para recorrer, de punta a punta, todo el litoral. En total, un trayecto de más de 800 km de playas y acantilados, rías y ensenadas, pero también puertos y preciosos pueblos marineros sin pisar ni una sola vía rápida.

Las carreteras secundarias de la costa gallega
La ruta, que une Ribadeo y A Guarda o, lo que es lo mismo, la Mariña lucense con la desembocadura del Miño en Pontevedra, comienza en una carretera con historia, la N-634 que, desde San Sebastián recorre todo el litoral cantábrico hasta la ría de Ribadeo, precisamente donde arranca este itinerario.
La primera etapa, de Ribadeo a A Coruña (76 km) conduce a lugares como la aldea de Rinlo, una pequeña villa con puerto de origen medieval, lugar tradicional de marineros y, antaño, también balleneros donde, como curiosidad, se instaló uno de los primeros criaderos de langostas de España.
A un puñado de km más por la N-634 está Reinante, desde donde acceder a hermosas y tranquilas playas de arenas blancas y finas como son los arenales de Benquerencia y San Cosme. Una pequeña desviación permite visitar la iglesia de San Martiño de Mondoñedo, un templo románico del que se cuenta fue catedral (la más antigua de España aun en pie).

La ruta sigue hacia Foz, donde la carretera pasa a denominarse N-642 y se atraviesan 20 km de carreteras de montaña que dejan ver, desde lo alto, playas y dunas antes de llegar a Viveiro, de nuevo al nivel del mar. La localidad, amurallada y con placitas, callejuelas y galerías acristaladas, cuenta con un par de iglesias interesantes, como son la de la Santa María y la iglesia del convento de San Francisco.
En coche por las Rías Altas
El siguiente tramo, de 180 km, conecta Viveiro con A Coruña. Por la carretera LU-862, que sigue muy de cerca la línea costera, se llega a la hermosa ría de O Barqueiro y la localidad del mismo nombre, que forma una pequeño anfiteatro de casas con tejados de pizarra mirando al mar, muchas de ellas pintadas de vivos colores, lo que le ha valido el sobrenombre de ‘el Cudillero gallego’.

Hay que desviarse unos 5 km al norte para visitar la Punta de Estaca de Bares, el punto más septentrional de la península ibérica, y acercarse al faro. Aunque para faro reseñable el del cabo Ortegal, que encontramos siguiendo la AC-862, que nos acerca también a la bonita villa de Ortigueira con sus mansiones de indianos y casas de amplios ventanales.
Merece la pena también desviarse para acercarse a San Andrés de Teixido y descubrir su iglesia y sus leyendas en un tramo que deja espléndidas panorámicas desde la carretera comarcal, que parece sobrevolar eucaliptos y praderas de montaña hasta llegar a Cedeira, sin duda uno de los pueblos más bonitos de esta parte de la ruta, con sus casas coloridas asomadas a la ría, sus puentes y su espléndida playa.

Por la AC-566 nos acercamos a la laguna y la playa de Valdoviño, de carácter salvaje, que se encuentran a medio camino entre Cedeira y Ferrol.
Precisamente para llegar a esta última sin entrar en la autopista hay que tomar la N-651, que permite rodear la ría de Ferrol y, de paso, acceder a la magnífica playa de Pontedeume, en la desembocadura de la ría de Ares. La misma carretera conduce a Betanzos, hogar de una de las más famosas tortillas de patata de España y donde, además de probarla, hay que ver la plaza de los Hermanos García Naveira, con su fuente de Diana, y el casco antiguo, con casas de galerías acristaladas pintadas de blanco, el pazo que hoy ocupa el ayuntamiento de la localidad y la iglesia de Santiago.
Por la N-VI se llega finalmente de Betanzos a A Coruña para poner fin a esta segunda etapa de la ruta.

La Costa da Morte por carreteras secundarias
De fuerte carácter marinero, el siguiente tramo, de casi 150 km, conecta A Coruña y Muxía y deja ver a su paso cabos, faros, playas salvajes, rías y puertos pesqueros, la gran mayoría en parajes de gran belleza.
Malpica de Bergantiños es la primera parada, seguida del pueblo de Corme-Porto y el faro de punta Roncudo, al que se llega por una carreterita azotada por el viento. Tras superar la punta de Insua espera Laxe, donde la carretera AC-433 nos aleja un rato del mar, concretamente durante 27 km, cuando nos reencontramos con el océano en A Ponte do Porto y, 8 km más lejos, Camariñas, otro puerto pesquero con sus marina repleta de barcas multicolor.

El cabo Vilán, un descarnado promontorio de piedra, está rematado con un faro, uno de los más esbeltos de Galicia y regala impresionantes panorámicas de la Costa da Morte y Muxía.
Precisamente a esta localidad nos dirigimos, no sin antes visitar la iglesia de San Xiao de Moraime, del siglo XII, una de las obras cumbre del románico en la Costa da Morte con la representación en piedra de la Última Cena en una de sus portadas.
La última parada nos lleva a Muxía, en la ría de Camariñas, donde hay que detenerse en el Santuario da Virxe da Barca donde se cree que la Virgen María llegó en una barca de piedra para dar ánimos a Santiago Apóstol. La zona del santuario se completa con el faro, y A Ferida, una escultura creada tras la catástrofe del Prestige en 2002, que golpeó duramente esta costa. También hay que fijarse en las legendarias ‘piedras mágicas’ como la Piedra de Abalar, la Piedra dos Cadrís y la Piedra dos Namorados, envueltas por la tradición y las leyendas y las que se atribuyen diferentes propiedades.

Conduciendo por las Rías Baixas
Los paisajes, el litoral, la vegetación y hasta el clima se suavizan y dulcifican al dejar atrás la Costa da Morte en la cuarta etapa de la ruta, que nos lleva desde Muxía hasta Vigo y A Guarda y que suma un total de 415 km.
Arranca en Muxía, desde donde se pone rumbo a Touriñán y su cabo que, pese a la fama del de Fisterra, es realmente el punto más occidental de Galicia y también de la España peninsular y, por tanto, un lugar ideal para observar la puesta de sol.

25 km por carreteras comarcales nos llevan a Fisterra y, de aquí, al segundo faro más famoso de Galicia por detrás de la Torre de Hércules en A Coruña. Tras observar las maravillosas vistas desde el bautizado como “fin de la tierra” se toma la AC-445 hasta Corcubión, un pueblo marinero tradicional que bien merece un paseo por su casco histórico y la marina.
La ruta continúa hacia la punta dos Remedios, Cee y O Ézaro. Justo tras pasar esta localidad hay que parar para ver la cascada que forma el río Xallas al desembocar en el mar en una espectacular caída de 100 m. Más adelante, Carnota ostenta el título de contar con el hórreo más grande de Galicia, del siglo XVIII y hermosamente labrado.

Rumbo a Muros se encuentra la laguna de As Xarfas, entre las playas de Lariño y Louro que separa una impresionante duna y, ya en la localidad de Muros, sin duda uno de los pueblos marineros más bonitos de Galicia, hay que pasear por el casco viejo, de origen medieval y muy bien conservado, con la hermosa plaza del Ayuntamiento y sus edificios de piedra dorada, así como la iglesia románica de San Pedro, en lo alto de la localidad.
Por la AC-550 se sigue hacia el también bonito y animado pueblo de Noia, por la margen derecha de la ría de Muros, y Santa Uxía de Ribera. A una docena de km se alza el cabo Corrubedo, desde donde se divisa en todo su esplendor el paisaje que forman dos lagunas, una dulce y otra salada, y las dunas de hasta 30 m de altura que las separan.

De ruta por la Ría de Arousa
La AC-305 conecta Santa Uxía de Ribeira y Taragoña mientras avanza entre huertas con parras y casas pintadas de colores. Un atajo por Catoira conduce hasta O Grove por una carretera idílica -y también muy transitada, especialmente en verano- desde la que se ven islas como la de Cortegada y montes como los de Castrove, siempre entre parras de albariño que dan lugar al famosísimo vino de las Rías Baixas.
La zona más turística es la que va de Cambados a O Grove. En la primera, considerada capital del albariño, magníficas playas y un encantador puerto pesquero se suman a un importante patrimonio monumental, así como notables fiestas gastronómicas centradas en el vino y en el marisco.

Es recomendable también adentrarse en la península de O Grove para descubrir sus preciosas playas -y quién sabe si un concierto inesperado en el Náutico- y cruzar el puente de 2 km que conduce a la isla de Arousa.
Playitas, puertos y miradores se van encadenando hasta llegar a Pontevedra, con su ambiente relajado, su casco histórico plagado de atractivos, y de ahí se bordea la península del Morrazo, con paradas obligadas como en Bueu o Beluso.
Por la PO-551 se toma un desvío hacia O Hío, donde se encuentra el crucero más famoso de Galicia, hermosamente labrado en piedra. La carretera continúa hacia Donón y el cabo de Home, en la boca de la ría de Vigo, un punto desde donde parece poder tocarse la isla de Monteagudo, la más grande de las hermosas Cíes.

Desde Vigo hay que tomar la PO-324 hacia Baiona por una carretera sinuosa que recorrer la línea de la costa, y desde Baiona a A Guarda conducir por la PO-552 que atraviesa pueblecitos y praderas a poca distancia del Atlántico dejando preciosas vistas del océano a las que se puede poner el broche desde el monte de Santa Tecla, un extraordinario mirador hacia el estuario del Miño.