Mármol de Carrara, arcos renacentistas y un marqués loco a los pies de Sierra Nevada: la fabulosa historia del castillo de La Calahorra

Escenario de películas y series como ‘La casa del dragón’, tras cinco siglos en manos privadas, el castillo de La Calahorra en Granada abre una nueva etapa de su historia como bien público

Castillo de La Calahorra. Foto: Turismo de Andalucía.

Maciza fortaleza por fuera, delicado palacio por dentro, el castillo de La Calahorra en Granada guarda secretos que darían para varias películas. No los cuenta La casa del dragón, precuela de Juego de Tronos (HBO) que lo escogió como localización, ni tampoco El viento y el león, donde Sean Connery salía a caballo del castillo con su ejército.

Y, sin embargo, cómo llegó a una colina en las estribaciones de Sierra Nevada en los primeros años del siglo XVI el mármol de Carrara con el que se tallaron las esbeltas columnas y balaustradas y que hizo de este el primer ejemplo en España de arquitectura renacentista italiana sigue siendo una proeza capaz de superar a la ficción.

Tras más de 500 años, el castillo pasa a titularidad pública. Foto: Turgranada.

Mirador privilegiado a los dominios del Marquesado de Zenete en la comarca de Guadix, fue el primer marqués, Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, quien, tras visitar Italia, hizo venir a los arquitectos y también traer los materiales directamente desde Génova, desde donde llegaban al puerto de Almería y eran trasladados en carretas a esta localidad en el interior de Granada.

Edificado sobre una antigua fortaleza árabe, el castillo de La Calahorra fue construido en tan solo tres años, entre 1509 y 1512, y habitado ocho únicos años por su propietario original, y su azarosa vida incluye desde un papel determinante en episodios como Rebelión de las Alpujarras en el siglo XVI a periodos de abandono y olvido, pasando por su declaración como Bien de Interés Cultural y el momento en que estuvo a punto de ser vendido y trasladado por piezas a Estados Unidos.

Hasta ahora en manos de la familia Arteaga, el castillo estrena una nueva página de su historia, ahora como bien público en manos de la Diputación de Granada, que lo ha adquirido por 6,5 millones de euros.

Se trata del primer edificio renacentista construido fuera de Italia. Foto: Turgranada.

La nueva vida del castillo de La Calahorra

Abriendo la puerta con una antigua llave se escenificaba el pasado 30 de julio el cambio de manos de este monumento, por fuera una compacta mole de carácter militar, casi austero, de planta cuadrangular con cuatro robustas torres cilíndricas cubiertas por cúpulas, que contrasta sin embargo con un elegante interior bellamente decorado.

Si hasta ahora podía visitarse tan solo un día a la semana y acordando la cita con sus responsables, el objetivo de la Diputación de Granada pasa por abrirlo completamente al público con un enfoque turístico y cultural que, tras las pertinentes obras (agua y saneamiento, fundamentalmente), permitirán abrir al público a partir de septiembre recovecos hasta ahora desconocidos, así como muebles y decoraciones diseminadas entre varios municipios de la zona.

Interior del castillo de La Calahorra. Foto: Turgranada.

Tesoros ocultos del castillo de La Calahorra

En su mirador privilegiado, a 1.250 metros sobre el nivel del mar y vistas a la cara norte de Sierra Nevada, el castillo domina las tierras del Marquesado de Zenete, incluido en el Geoparque de Granada que se extiende por las comarcas de Baza, Guadiz y Huéscar.

Primer palacio renacentista en edificarse fuera de Italia, el castillo es toda una proeza monumental que mezcla materiales locales con mármoles de Carrara, piedras talladas a mano, hierro forjado en Valencia, capiteles corintios, escudos heráldicos de los Mendoza y los Fonseca, casetones de piedra o motivos mitológicos de inspiración grecorromana.

El propio portón de la única entrada al recinto conserva la madera y las lamas de hierro originales. En el interior, un patio cuadrado (portile) actúa como eje vertebrador de las dependencias, rodeado de dos plantas de galerías de cinco arcos sobre columnas cubiertas de bóvedas.

Escudos heráldicos se alternan con flores, animales y seres mitológicos en el castillo de la Calahorra. Foto: Turgranada.

Adornos de guirnaldas de cuidado diseño, piedra negra italiana, molduras de anillos y roscas, inscripciones en latín y ornamentos de águilas, delfines, sátiros y sirenas, motivos vegetales, frutales y florales se alternaban en las dependencias, como las portadas de la Sala de la Justicia, el Salón de Occidente, y el Salón de los Marqueses, así como la que da acceso al Oratorio (cuyos motivos se encuentran ahora en el Museo de Bellas Artes de Sevilla).

No falta tampoco la huella del primer marqués, que reivindica su construcción alejado de cualquier capital del reino (y por lo que fue tachado de ‘loco’) que “mandó construir esta casa; mas no por solaz suyo, sino que obligado a injusto ocio, con ocasión de huir de nuestra infeliz Hesperia, entonces, acogido a este cerro, gustó un poco de vagar así alejado, mientras no fuese lícito ni aun pensar en pretender otra cosa” puede leerse en una inscripción, seguramente en referencia a la política con la que la monarquía, encarnada en ese momento por Fernando el Católico, ejercía sobre la antigua nobleza feudal con el fin de acabar con sus privilegios.

Castillo de La Calahorra. Foto: Turismo de Andalucía.

Mientras se completan las obras de adecuación y el castillo vuelve a abrir su portón a la visitas, el rastro del castillo de La Calahorra puede rastrearse en los libros de historia, pero también en la pantalla.

El espectacular conjunto que componen el castillo y su entorno, que incluye las características casas-cueva de la comarca de Guadix, ha atraído a la industria del cine y la televisión, que lo ha utilizado como escenario de producciones como El viento y el león (protagonizada por Sean Connery), La casa del dragón (precuela de Juego de Tronos) y Assassin’s creed. En los alrededores también se filmaron escenas de Doctor Zhivago y El bueno, el feo y el malo.

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