Este es el primer cuadro que se mira y se huele en El Prado

El Prado recrea en una exposición olfativa los olores de un cuadro, ‘El olfato’, pintado por Jan Brueghel el Viejo entre 1617 y 1618

Este es el primer cuadro que se puede ver y oler en El Prado. Imagen: Museo Nacional del Prado.

Mientras pintaba su cuadro El olfato seguramente Jan Brueghel el Viejo aspiraba los aromas de narcisos, rosas, lirios, jazmines o la flor del naranjo. Puede también que llegase a oler el perfume con el que se trataba de enmascarar el mal olor del curtido de la piel en un par de guantes que aparecen representados. Lo que es seguro es que ninguno de los espectadores posteriores de esa obra, realizada entre 1617 y 1618, pudo olerlos. Hasta ahora.

El Museo del Prado ha presentado su primera exposición olfativa, una muestra centrada en esta pintura, parte de un conjunto de obras realizadas en colaboración con Rubens que representan la alegoría de los cinco sentidos y donde se ve una figura desnuda, probablemente Venus, acompañada de un amorcillo y rodeada de flores, árboles y animales en un jardín perfecto y atemporal.

Ahora, y por primera vez, esta obra puede verse mientras se huele, gracias a las 10 fragancias creadas específicamente sobre elementos presentes en el cuadro por el perfumista senior de Puig y miembro de la Academia del Perfume Gregorio Sola que forma parte de la primera exposición olfativa de la pinacoteca.

Una experiencia que nos permite adentrarnos en el cuadro a través de la vista pero también del olfato.

Una exposición olfativa

Así, La esencia de un cuadro, una exposición olfativa se podrá ver y oler en la sala 83 del edificio Villanueva de la pinacoteca hasta el 3 de julio, gracias a 4 difusores en los monitores táctiles disponibles en la sala y a la tecnología AirParfum desarrollada por Puig que no contiene alcohol y no satura el olfato.

Alejandro Vergara, jefe de Conservación de Pintura Flamenca del Prado, es junto Sola el comisario de esta original muestra que inaugura una forma de acercarse al arte con un sentido hasta ahora irrelevante, al menos en un museo tradicional.

Unos dispositivos creados por Puig permite oler las fragancias. Foto: EFE.

Oler un cuadro de Brueghel

La elección del cuadro no es casual. No solo por la propia temática de la obra, centrada en el sentido del olfato, sino por la cantidad de elementos olfativos diferentes representados en esta obra, especialmente las flores, que eran una de las especialidades de Brueghel, uno de los pintores más importantes de su época.

Su pintura preciosista permite observar detalles que van de las tonalidades de las flores al tratamiento individualizado de los conjuntos, que trata como bodegones independientes, o el detalle de las hojas de las copas de los árboles, que difumina para tamizar la luz.

En el cuadro, una vista de un jardín encargado por la hija de Felipe II Isabel Clara Eugenia, el pintor flamenco incluyó más de ochenta variedades de plantas y flores, entre ellas ocho variedades de rosas, pero también otros elementos relacionados con el olfato, como el perro sabueso o la civeta, y objetos relacionados con el mundo del perfume, como guantes perfumados, recipientes y alambiques para destilar las esencias.

Detalle de ‘El Olfato’, de Pedro Pablo Rubens y Jan Brueghel el Viejo. Imagen: Museo Nacional del Prado.

Un cuadro que huele a rosas y a cuero

Incluso con la mascarilla se pueden percibir las fragancias y que suman un total de diez: jazmín, rosa, lirio, narciso, civeta, nardo, flor de naranjo, higuera, guantes y alegoría.

Las tres últimas son mezclas, y todas ellas han sido elegidas por Sola y Vergara por su relación entre la perfumería actual y la histórica.

Por ejemplo, la bautizada como Alegoría está confeccionada a partir del ramillete que sujeta Venus, principal figura de la obra -todas pintadas por un gran amigo del pintor, Rubens-, y es una combinación de rosa, jazmín y clavel.

Vegetal, húmedo, verde y refrescante como la sombra de una higuera en un día de verano es la fragancia que homenajea este árbol; delicada e intensa, con facetas verdes y cremosas la del jazmín; y fuerte y embriagadora la del narciso.

Imagen: Museo Nacional del Prado.

La flor del naranjo sirve para explicar la presencia en el cuadro de los alambiques que vemos a la izquierda. La esencia de la civeta, un mamífero carnívoro también presente en la escena, de olor fuerte, se usaba habitualmente en la época como fijador de perfumes.

Incluso se ha recreado la esencia de un par de guantes que aparece en la escena. En la Edad Media se solía perfumar los guantes para enmascarar el mal olor del curtido de la piel y eran especialmente valorados los traídos de España y perfumado de ámbar, como los que se cree que Rubens llevó a la infanta Clara Eugenia, gobernadora de los Países Bajos españoles.

En este caso, la fragancia que se puede oler reproduce el olor de un guante perfumado de ámbar según una fórmula de 1696 tomada del libro El perfumista real y contiene resinas, bálsamos, maderas y esencias de flores, además de notas de cuero.

Detalle de la obra ‘El Olfato’ para la fragancia Flor de naranjo. Imagen: Museo Nacional del Prado.

Aromas para viajar al pasado

Según sus responsables, la muestra, además de ofrecer una nueva perspectiva de la obra, tiene por objetivo realzar la importancia del olfato, uno de los sentidos más olvidados en la sociedad moderna, pero que era fundamental en la antigüedad.

El olor es también uno de los sentidos con los que más fácilmente se viaja al pasado ya que está estrechamente ligado a la memoria, según Sola: “Aquello que hueles y ves, lo recuerdas mucho más”.

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