Lee Krasner: la artista que rompió las barreras del expresionismo

La pionera del expresionismo abstracto fue mucho más que la esposa de Pollock: sus coloridas producciones y los inmensos collages son algunos capítulos de su gran talento

La exposición ‘Lee Krasner – Color vivo que inauguró el Museo Guggenheim de Bilbao permite conocer la larga carrera de una de las figuras fundamentales del expresionismo abstracto, una artista que tomó al desdén como una bendición y que brilló con luz propia sin temor a ser eclipsada por su marido Jackson Pollock.

La muestra, abierta hasta el 10 de enero, presenta un recorrido cronológico de su obra, que se inicia con autorretratos y dibujos al natural de los años 20 hasta la serie de ‘pequeñas imágenes’ de los años ’40, y el giro a los audaces collages de los ’50.

Autorretrato de 1928. Foto: The Pollock Krasner Foundation
Autorretrato de 1928. Foto: The Pollock Krasner Foundation

Sin corsés de estilos

Rebelde desde sus inicios, Krasner se negó a establecer una ‘iconografía de firma’. Le parecía un concepto rígido. Al contrario, lo que buscó es trabajar por ciclos, apuntar a la innovación constante y a no dejar de crear apostando por nuevos modelos y formatos.

Krasner prefirió oscilar entre estilos, saltando de uno a otro por ciclos, antes de que elaborar una iconografía de firma

Este principio lo mantuvo a lo largo de su vida, incluso en los momentos que la depresión la acechó como fue la muerte de su padre (donde solo pintaba las ‘losas grises’) en 1945 o tras el accidente que mató a Pollock en 1956.

'Otra tormenta', de 1963. Foto: The Pollock Krasner Foundation
‘Otra tormenta’, de 1963. Foto: The Pollock Krasner Foundation

Arte en todas las variantes

En las salas del Guggenheim se pueden conocer sus inicios, con sus estudios que muestran su desinhibición ante los desnudos y los coqueteos con la abstracción.

Ya casada con Pollock en 1945, produce las ‘pequeñas imágenes’ donde algunas parecen joyas, otras arabescos, y en la que reutilizaba materiales de su granja como una rueda de carro para convertirla en una obra de arte.

Mosaico de 1947. Foto: Michael Rosenfeld Gallery
Mosaico de 1947. Foto: Michael Rosenfeld Gallery

El fracaso también es una oportunidad

En Stable gallery se ve cómo el fracaso comercial de su primera muestra deviene en furia, y de ahí en una epifanía artística con la creación de grandes collages generados por pinturas rotas, hojas de periódico y papel fotográfico.

Krasner nunca dejó de pintar, ni cuando sucedió la muerte de Pollock ni cuando se quebró su brazo derecho

La muestra sigue con Profecía, con las obras pintadas tras la muerte de su esposo, y cómo el insomnio le llevó a crear los Viajes nocturnos, con una limitación cromática de tonos blancos y tierra tostada.

La muestra se podrá ver hasta el 10 de enero. Foto: EFE

Pero en los ’60 volvió al color como en Otra tormenta; y si sufrió la quebradura del brazo derecho, aprendió a usar el izquierdo usando sus dedos como pinceles, tal como se ve en Ícaro.

En Paliengenesia es posible ver cómo su explosión cromática, con homenajes a Mattisse, adquiere formas abstractas de perfiles más recortados, a la vez que apuesta por formatos más grandes.

En tanto los collages de Once maneras, a mediados de los ’70, juega entre el abstraccionismo y la lingüística, donde aplica toda su carga emocional.

Lee Krasner en 1938.
Lee Krasner en 1938.

Un reconocimiento tardío

El reconocimiento a Krasner, que falleció en 1984, tardó en llegar. Pero para ella fue un alivio poder esquivar la presión de mecenas, coleccionistas y críticos.

Ella solo quiso crear siguiendo sus instintos, con el color como caballo de batalla, y sin más formas ni formatos que las que dictaba su voluntad.

a.
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