Entre cuadros y vestidos: Picasso y Chanel se citan en el Thyssen
Una exposición en el Museo Thyssen-Bornemisza explora la relación y las colaboraciones artísticas entre Pablo Picasso y Coco Chanel

Picasso y Chanel se miden en el Thyssen. Foto: Luis Millan | EFE.
Es una de las exposiciones más esperadas del otoño y uno de los hitos en la agenda de más de 50 actividades con las que se homenajeará a Pablo Picasso con motivo de los 50 años de su muerte. Con óleos, vestidos y dibujos, entre otras piezas, la muestra Picasso/Chanel abre sus puertas en el Museo Thyssen-Bornemisza y con ella una ventana a una de las colaboraciones más desconocidas entre dos genios del siglo XX.
“Ha sido más difícil traer algunas de los vestidos de Chanel que las obras de Picasso”, explicaba la comisaria de la muestra y conservadora del museo, Paula Luengo, durante la presentación de la exposición esta mañana en Madrid.
De hecho, hasta el 15 de enero de 2023, se podrán ver en el Thyssen muchos de los vestidos de la diseñadora que revolucionó la forma de vestir de todas las mujeres, muchos de ellos procedentes de colecciones privadas que rara vez ven la luz, además de cuadros icónicos del pintor malagueño como Dos mujeres corriendo por la playa -también conocido como La Carrera– (1922) y Las bañistas (1918), una pintura de la nunca se separó.
Picasso y Chanel: conexiones desconocidas
Picasso y Chanel se conocieron en la primavera de 1917, seguramente presentados por el escritor y director Jean Cocteau o la pianista Misia Sert. Colaboraron profesionalmente en dos ocasiones, ambas con Cocteau, en la obra Antígona (1922) y en el ballet de Serguéi Diághilev El tren azul (Le Train Bleu, 1924).
La relación entre ellos y con la mujer de Picasso, Olga Khokhlova, sin embargo, se haría cada vez más estrecha hasta cultivar una larga amistad que introduciría a Chanel en el círculo del pintor. La creadora llegaría incluso a decir que “son los artistas los que me han enseñado el rigor”.
Ahora esta muestra busca trazar un mapa de conexiones entre dos genios que compartieron un imaginario común que quedó plasmado en óleos, vestidos, dibujos y otras piezas.
Picasso, Chanel y los felices años 20
Ambos en la treintena, cuando Picasso y Chanel se encontraron cada uno era ya célebre en su respectivo campo: él empezaba a ser uno de los pintores más cotizados de París, mientras que ella, tras comenzar su carrera como sombrerera, había triunfado como diseñadora de moda y contaba con boutiques en París, Deauville y Biarritz.
Su encuentro coincide, además, en un momento muy especial de la escena cultural, en los felices años 20: “Era como bailar sobre un volcán”, apunta la directora del Museo Picasso de París, Cécile Debray.
Las tres primeras salas de la exposición Picasso/Chanel se dedican a explorar los paralelismos entre la obra de ambos. La comparación entre vestidos y cuadros muestra los profundos lazos que unen el universo creativo de ambos, fruto de aspiraciones e influencias compartidas, y donde se rastrean paletas de colores austeros, líneas rectas y materiales considerados hasta entonces humildes.
Si Chanel creó el ‘uniforme’ de la mujer moderna que alumbraba el nuevo siglo, Picasso rompió las reglas del arte y creó un nuevo canon de belleza plástica. Chanel entendió que el pintor había dado con las claves de un nuevo clasicismo, un lenguaje que, aun siendo sinónimo de modernidad, no se iba a pasar de moda.
Estas primeras salas yuxtaponen obras cubistas y vestidos de Chanel. Como en los cuadros de Picasso primeras décadas del siglo XX, las prendas exploran la línea recta y la composición mediante planos. La silueta que propone tiende a la verticalidad y a la supresión de las líneas sinuosas y formas volumétricas de la Belle Époque, mientras abandona los colores vivos de la época anterior y los cambia por una paleta de beiges, blancos y azules, o el binomio blanco/negro.
También aquí podemos ver la relación de Olga Picasso con los diseños de Chanel, de los que se cree era una entusiasta seguidora antes de su matrimonio con Picasso. Sus cómodos diseños, adaptados al movimiento del cuerpo, se regían por los mismos principios que la danza moderna temprana.
El nexo se ilustra a través de algunas piezas de Chanel de la época que dialogan perfectamente con los vestidos y el estilo de Olga en los magníficos retratos que se han logrado reunir, como el Retrato de Olga Khokhlova (1917), el Retrato de Olga con cuello de piel (1923) o el dibujo a carboncillo Olga con corona de flores (1920).
Colaboraciones sobre las tablas
En 1922, Cocteau escribe una versión de la tragedia de Sófocles Antígona y concibe una puesta en escena completamente experimental: encarga el vestuario a Chanel y al pintor malagueño el escenario, el decorado y las máscaras del coro.
“Le he pedido el vestuario a Mademoiselle Chanel porque es la mejor couturiére de nuestra época y no me imagino a las hijas de Edipo mal vestidas”, explicó Cocteau.
Chanel se inspiró en la Grecia antigua y creó una serie de túnicas hechas con lana escocesa en tono marrón y diseño también las coronas de las hijas de Edipo, unas piezas de orfebrería que están consideradas las primeras joyas hechas por la diseñadora. De los trajes de aquella colaboración solo quedan imágenes.
Picasso por su parte ideó un cielo azul ultramar y columnas dóricas pintadas en una tela. Empleó tonos violetas, azules y ocres para un fondo sorprendente pero eficaz. Además, decoró las máscaras y los escudos de los guardias con motivos inspirados en los vasos griegos antiguos.
El proyecto coincide con una vuelta del artista al orden plástico, en el que se concentra en pintar obras monumentales con mujeres envueltas en túnicas. También, varios diseños de la época de la diseñadora reflejan la influencia del proyecto en su propio trabajo.
Tres mujeres en la fuente (1921), Mujer sentada (Mujer con camisola) (1921) o Las Tres Gracias (1923) son algunos de los ejemplos reunidos en la sala, que se exponen junto a estudios para el decorado de la obra y tres retratos de Picasso realizados por Cocteau, así como la única imagen que existe de Antígona, en un vaso griego de hacia 390-380 a.C. procedente del British Museum.
‘El tren azul’
La segunda y última colaboración entre ambos fue El tren azul, en 1924, una opereta bailada con libreto de nuevo de Jean Cocteau que se estrenó en junio en el teatro de Les Champs-Elysées de París.
Cocteau quiso realizar una obra moderna y desenfadada, inspirada en las actividades de moda de comienzos de los años veinte: tomar el sol y los deportes y donde mezclaba la pantomima con la sátira, el teatro y otras artes.
Chanel diseñó para la obra una serie de trajes inspirados en su nueva línea deportiva. Las piezas que se presentan en la muestra son reproducciones de los diseños originales realizados en 1992.
El gouache Dos mujeres corriendo por la playa (La carrera) de Picasso se usó como imagen para el telón de la obra y el pintor ilustró también el programa de mano para la temporada de 1924 de los ballets rusos.
Junto a esta icónica pintura, se han reunido otros lienzos relacionados, como Mujer a orillas del mar (1922) o Mujer sentada con camisola (1923), así como Las bañistas (1918), cuyas modernas protagonistas lucen unos trajes de baño muy similares a los que años después utilizaría Chanel para vestir a los bailarines.
Picasso 1973-2023
En paralelo a la muestra, el Thyssen organiza un ciclo de conferencias, los días 16, 23 y 30 de noviembre, dedicado a la figura de Gabrielle Chanel y su relación con Pablo Picasso en las que participarán la comisaria de la exposición, además, de Hélène Fulgence y Marika Genty, directora y delegada, respectivamente, de Patrimoine de Chanel, París.
Además, del 6 de noviembre al 11 de diciembre, se celebrará un ciclo de cine con una selección de películas que profundizará en las figuras de ambos artistas, entre ellas Esta noche o nunca (Mervyn LeRoy, 1931) y La regla del juego (Jean Renoir, 1939), para las que Chanel diseñó el vestuario, y filmes como Coco Chanel & Igor Stravinsky (Jan Kounen, 2009) o la reciente Correspondances Jean Cocteau-Pablo Picasso (Dorothée Lachaud, 2020), que proponen desde distintos géneros una revisión de los dos artistas.
El ciclo comprende, además, dos cortometrajes realizados por Karl Lagerfeld sobre Coco Chanel, así como una proyección especial de Picasso and Dance: Le Train Bleu/Le Tricorne, que incluye la representación del ballet al que está dedicado el último capítulo de la exposición.
La exposición está incluida dentro de la programación del Año Picasso, un evento organizado por España y Francia que conmemora los 50 años de la muerte del pintor, y cuenta con la colaboración del Museo Picasso de París, Patrimoine de Chanel y Almine y Bernard Ruiz-Picasso.