Cinco calas para volver a enamorarse de Ibiza
Sin que las multitudes turísticas alteren la calma de la isla blanca, (re) descubrimos la belleza natural de sus costas para quedar hechizados con estas cinco calas
Las Islas Baleares están llenas de rincones inesperados, pequeños secretos que dejan expresiones de sorpresa, alegría o tranquilidad.
La primavera es una estación ideal para conocer sus pueblos, las playas, los sitios arqueológicos, sus puertos escondidos, sus sierras y campos, sus senderos y cuevas.
Muchos de ellos los vamos anticipando en 101 Destinos de Baleares Sorprendentes, de Xavier Martínez i Edo (Anaya Touring), que nos sirven de guía, en este caso, para llegar hasta cinco calas de Ibiza que nos reencuentran con el esplendor de su belleza.
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Cala Jondal
Esta cala, al sur de la isla, está resguardada por dos grandes promontorios rocosos, tapizados de pinares que asoman al precipicio, donde en verano suele haber mucho turista de bolsillo holgado para disfrutar de las vistas en los sofisticados chiringuitos que hay a sus espaldas.
La costa es de canto rodado blanco, lo que complica un poco el baño excepto en unos delgados tramos de arena. O sea, “la belleza del lugar compensa con creces algunas incomodidades que impone la geología”, dice el autor.
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Cala Llentrisca
Cerca del núcleo de Es Cubelles una serpenteante carretera acerca hasta Cala Llentrisca, una formación costera rodeada de acantilados, roquedos y pinares.
Es una cala pequeña, pero desde las alturas su estampa es tentadora. Al llegar tras un breve camino se encuentra una playa de 150 metros de longitud y solo 10 de ancho, prólogo de un fondo marino rocoso magnético para los amantes del esnórquel.
En este paisaje de belleza agreste, en un extremo, se encuentran algunas edificaciones tradicionales de pescadores y un minúsculo embarcadero, huellas de una actividad que no ha desaparecido.
En algunas calas se pueden ver casetas de piedra y varaderos de madera, recuerdo de la tradicional actividad de los pescadores
Cala d’Hort
En una bahía en forma de U muy abierta se encuentra esta cala, dueña de una playa “mítica de Ibiza”.
Su imagen es idílica: playa de arenas blancas y canto rodado, con aguas turquesas, algunas casetas de pescadores y, para recordar que el turismo es su principal motor económico, tres exclusivos restaurantes cuya decoración -por suerte- no desentona con el paisaje.
En el horizonte se recortan los islotes de Es Vedrà y Es Vedranell, que cuando llega el atardecer crea una de las postales inolvidables de la isla.
Ses Balandres
El litoral este de Ibiza, la costa de Els Amunts, es un rosario de pequeñas calas de acceso muy difícil.
Si hay que elegir una, el autor se queda con Ses Balandres, “el ejemplo perfecto para comprender de un solo vistazo cómo es la costa de Els Amunts”.
Es una cala de 250 metros de longitud y 10 de ancho, con aguas de un azul esmeralda que requiere de un buen esfuerzo para llegar a través de un camino de hermosas panorámicas, que pasa entre pinares, casetas de piedra e improvisados embarcaderos de madera.
Caló d’en Serra
No es fácil decidirse cuál es la mejor playa de Ibiza. Pero en su franja norte, al conocer a la de Caló d’en Serra, las opciones se reducen notablemente.
Caló d’en Serra es una de las playas más bonitas del norte de Ibiza
Esta cala de 40 metros de longitud y 15 de anchura pertenece al sector de Ses Balandres, una formación de arena dorada y grava en medio de un espectacular paisaje.
La escala cromática va desde las aguas turquesas al marrón de las rocas de los acantilados, para ser coronado por la variedad de verdes de los pinares y arbustos.
Y para darle el toque autóctono, la imagen de los varaderos de los barcos que usan a la cala como refugio.
A pesar de ser un lugar de fácil acceso y de tener un chiringuito de temporada, es una playa poco concurrida por turistas. Tomen nota para esta temporada.
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