Cómo visitar gratis los Museos Vaticanos con el hombre que custodia sus 2.797 llaves

Gianni Crea es desde hace más de un cuarto de siglo el encargado de abrir cada mañana las puertas de los Museos Vaticanos. Ahora se le puede acompañar para descubrir sus maravillas sin público

Los Museos Vaticanos como nunca los has visto… sin gente. Foto: Cristina Gottardi | Unsplash.

Ofrecen entradas sin colas, al amanecer o al atardecer. Pero, con más de 6,88 millones de visitantes en 2019 (más de 20.000 personas cada día), parece imposible visitar los Museos Vaticanos en soledad. Sin embargo, es posible, aunque solo si conseguimos acompañar al guardián de las llaves, el hombre que abre las puertas y enciende las luces de las galerías repletas de tesoros de Giotto, Leonardo, Rafael, Miguel Ángel o Caravaggio.

Gianni Crea es uno de los custodios de las casi 3.000 llaves que abren todas las puertas de los Museos Vaticanos. Su puesto, desde hace una década, es el de jefe de los clavigeri, los porteros encargados de abrir y cerrar las alrededor de 300 entradas a las diferentes galerías que conforman los Museos Vaticanos, incluida la que da acceso a la Capilla Sixtina.

Lleva más de un cuarto de siglo arrancando su jornada laboral a las 4.45 horas, cuando comienza a preparar las llaves y los accesos. Las hojas al girar sobre sus goznes rompen el silencio de la madrugada en el Viale Vaticano, un lugar habitualmente atestado de coches, turistas y vendedores

A las 5.55 lo tienen todo listo para un recorrido especial que permite a unos pocos privilegiados seguir sus pasos (y, con suerte, abrir alguna de las puertas) en una visita exclusiva de alrededor de dos horas que permite acceder a los más maravillosos tesoros y de la forma más inusual en este lugar, en un reducidísimo grupo de afortunados.

Ahora, Get your guide ofrece dos entradas totalmente gratuitas para vivir esta experiencia, que denomina ‘Encender las luces del Vaticano’, el próximo 14 de junio. Para lograrlas solo hay que acceder a la web y responder unas preguntas (básicamente, si estarás en Roma la fecha indicada y los datos personales).

Además, habrá nuevas oportunidades para conseguir entradas los próximos 12 de julio, 14 de septiembre y 19 de octubre.

El hombre de las 2.797 llaves del Vaticano

Gianni Crea dice que no le supone ningún esfuerzo el horario. En realidad, considera un privilegio único su posición como guardián de las colecciones del Papa y, como señala el dicho italiano, ‘Il buongiorno si vede dal mattino’ o, lo que es lo mismo, un buen día comienza desde la mañana. Y la suya pasa por abrir cada día los tesoros de estos museos a los visitantes llegados de todo el mundo.

Los guardianes de los Museos Vaticanos manejan un total de 2.797 llaves, incluida la que da acceso a la Capilla Sixtina

Hacen falta cinco personas (en el equipo son 11) y una hora para abrir todas las puertas, quitar las alarmas y encender las luces de los museos, para lo que recorren alrededor de siete kilómetros de pasillos y salas. A la hora del cierre se tarda más, alrededor de una hora y media.

Distribuidas en grandes manojos con aros metálicos, son exactamente 2.797 llaves las que manejan cada día. Cada una numerada y almacenada dentro del ‘búnker’, una sala repleta de cajas fuertes empotradas en las paredes, con un sistema de ventilación especial para que las llaves no se oxiden.

Gianni Crea conduce aun reducido miembro de visitantes cada día. Foto: Get your guide.

Hay una que sobresale sobre el resto y que cada noche se guarda en un sobre lacrado. Custodia la ‘llave sin número’ o, lo que es lo mismo, la de la Capilla Sixtina.

Abriendo las puertas de la belleza

Una vez tomadas las llaves, Crea guía al grupo hasta la entrada del museo Pío Clementino, donde se exponen las colecciones papales de escultura clásica. Una llave gigantesca acciona el enorme portón. Crea enciende luces hasta enfilar la Escalinata Simonetti y pone rumbo a la Galería de los Mapas.

Mientras afuera Roma sigue en silencio, los tesoros comienzan a desplegarse ante los ojos de los visitantes, desde que se intuyen entre sombras hasta que se desvelan en todo su esplendor.

Cuenta Crea que se podría automatizar el sistema de accesos e iluminación, pero que se optó por dejarlo así, manual, para que los vigilantes pasen por todos los rincones de los museos y puedan detectar cualquier anomalía, ya sea en una ventana o un rodapié.

La mayor emoción espera ante la puerta que da acceso a la Capilla Sixtina. Foto: Wikimedia Commons.

Algo mágico sucede ante una sencilla puerta de madera bajo la cual está el lugar más perseguido por los turistas, y sin ujieres que instan a circular para no entorpecer el paso. Contemplar cómo la luz inunda el trabajo de Miguel Ángel y sentirse inmensamente emocionado y afortunado son uno.

También y cada día pese a lo que pueda parecer para este hombre: “Soy consciente de cuánta responsabilidad se me ha dado. Sobre todo, conozco la importancia y el valor que tiene, tanto desde el punto de vista histórico como cristiano. Es un sentimiento duradero y una responsabilidad que nunca se vuelve aburrida”.

Y añade que, aunque cerrar o abrir la Capilla Sixtina siempre es una” emoción nueva, diferente”, nunca olvidará su primera vez. “Es un sentimiento especial compartir lo que he vivido durante más de 20 años con las personas que visitan”.

Guardianes del arte y la historia

Crea confiesa el placer de tener la posibilidad de estar solo en este lugar aunque sea por unos minutos y que le fascina ver las reacciones de los primeros visitantes de cada día, su asombro al pasar de puerta en puerta y terminar dentro de la Capilla Sixtina.

“Sé que estoy abriendo el museo cristiano más importante del mundo, pero el arte tiene el poder de unir a las personas sin importar su fe. Se convierte, además de en una emoción, en un honor que va más allá de las palabras”.

Museos Vaticanos. Foto: Corey Buckley | Unsplash.

Lo mejor de esta visita es, a su juicio, escuchar el eco del tintineo de las llaves mientras se camina por los pasillos vacíos y la sensación de emoción por lo que podría estar detrás de la siguiente puerta.

Sobre sus propias preferencias admite que, además de la gran obra de Miguel Ángel, se queda con la Terraza Nicchione que le da “la oportunidad de admirar la mayor parte de Roma, la cúpula de la Basílica de San Pedro y los Jardines del Vaticano”. Desde ahí, además, se puede comprobar al final del día si todas las luces están apagadas. Y con la escalera original de Bramante, por lo general fuera del circuito de visitas, que también tiene vistas “espectaculares”.

Y, pese a los más de 25 años que lleva trabajando aquí, aún se maravilla ante de la idea de cómo fue posible lograr toda esta belleza en un solo lugar.

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