Cinco rutas en bici para descubrir el otoño en Cantabria

Puede ser el Camino de Santiago por la costa, el intrépido Camino Liebanego, o algunas de las rutas más tranquilas y familiares. Pero Cantabria es ideal para explorar en bici en otoño

Camino hacia el Faro de Cabo Mayor. Foto Luis Marina | Flickr

Puede ser el Camino de Santiago por la costa, el intrépido Camino Lebaniego, o algunas de las rutas más tranquilas y familiares. Pero Cantabria es ideal para explorar en bici en otoño

Su sierras y valles son un desafío para los que se animan a cruzar límites. Sus paisajes costeros son buscados por los que prefieren trayectos más tranquilos pero de largo aliento.

Así es Cantabria, que en su pequeño territorio tiene toda clase de opciones para los amantes del ciclismo. Porque además de sus dos rutas más importantes, el Camino de Santiago por la costa y el Camino Lebaniego, también hay numerosos recorridos breves con diferentes grados de intensidad. Y que en otoño adquieren una magia particular.

Vista del Balneario de las Caldas desde las alturas. Foto Dlmanrg | Flickr
Vista del Balneario de las Caldas desde las alturas. Foto Dlmanrg | Flickr

El Camino de Santiago por la costa

Gracia a su desnivel prácticamente inapreciable esta ruta tiene poca dificultad, por lo que se recomienda para los que prefieren realizar recorridos largos, más en plan de paseo que de fortalecer las piernas.

El Camino de Santiago por la costa es para los que prefieren pedalear muchos kilómetros sin cansarse con fuertes ascensos

Son 166 kilómetros que desde la dirección de turismo de Cantabria sugieren subdividir en nueve etapas, una con llegada en las principales ciudades del litoral.

Bicicletas en Comillas. Foto Victor | Flickr

El punto de partida es El Haya de Ontón, en el límite con el País Vasco, y desde ahí se pone rumbo al oeste hasta Castro Urdiales, tras haber pasado por el Alto de Helguera y los bosques de Otañes.

Hacia Laredo se atraviesa la bonita ría de Oriñón, y tras cruzar la bahía a Santoña, se pasa por los faros del Caballo y el Pescador.

Hasta Güemes se ven iglesias románicas y parajes como el arenal de Moja. Tras aquella localidad se sigue a Somo a través de Galizano, y una lancha acerca a Santander.

Tras empaparse de cultura y gastronomía en la capital, el recorrido sigue a la bonita Santillana del Mar.

Comillas, con la huella que ha dejado Gaudí, es otro de los hitos que se descubren en esta ruta, donde el camino sigue bordeando la costa hasta San Vicente de la Barquera.

Iglesia de Santa María de La Asunción de Castro Urdiales. Foto Jose Antonio Gil Martínez | Flickr

En la Ría de la Rabia se puede ver el contraste de azules y verdes con los imponentes Picos de Europa como telón de fondo, hasta que en Unquera se llega al final de este viaje por tierras cántabras.

El Camino Lebaniego

El Camino Lebaniego es para valientes: o se hace en bicicleta eléctrica o hay que tener muy buen estado físico para realizar estos 72 km desde San Vicente de la Barquera hacia Potes, que se recomienda organizar en tres etapas.

Es que en esta ruta se transita por uno de los paisajes más abruptos, con un desnivel que puede alcanzar los 940 metros, para finalmente descender hasta los 500.

La ruta del Camino Lebaniego transcurre por uno de los paisajes más abruptos, con ascensos que llegan hasta los 940 metros

Se trata de seguir el camino que se hacía para peregrinar al Monasterio de Santo Toribio de Liébana, que junto con los centros religiosos de Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Caravaca de la Cruz permitían obtener el jubileo.

Monasterio de Santo Toribio de Liébana. Foto Wikipedia
Monasterio de Santo Toribio de Liébana. Foto Wikipedia

Tras San Vicente de la Barquera, donde se cruza con el Camino de Santiago, se pasa por La Cebosa, Herrerías, Gandarilla, Bielva y Cades.

En Quintanilla se ve el pasado del románico rural, y en Liébana recibe la iglesia mozárabe de Santa María de Lebeña. Los núcleos de Cillorigo, Tama y Ojedo se suceden hasta llegar a Potes, donde a dos kilómetros está el ansiado monasterio.

San Sebastián de Garabandal

No tan extensos como esos otros dos recorridos, en Cantabria hay varias rutas para amantes de la bicicleta todo terreno.

Uno es el circular por el valle de Rionansa, trayecto de 20 kilómetros que presenta un desnivel de 600 metros, donde según el estado físico se puede realizar entre tres y cuatro horas.

El pueblo de San Sebastián de Garabandal. Foto Felipe Cuenca Díaz | Flickr

El punto de partida es San Sebastián de Garabandal, en un camino paralelo al arroyo de Sebrando.

Tras pasar por los invernales de Tanago se sube al Collado de Abellán hasta los 1.064 metros, y se desciende rápidamente hacia el río Vendul.

En el camino se pasa por los pinares donde una tradición dice que hubo apariciones de la Virgen. Una ermita encargada por la escritora Mercedes Salisachs lo recuerda.

Sierra de Somo

En la Sierra de Somo, integrante de los Valles Pasiegos, hay un circuito no menos intenso que implica subir al Collado de Edillo, que se eleva a los 773 metros.

Allí, por las exigencias del terreno habrá tramos que no quedará otra que hacerlos a pie.

El inicio es en el Palacio de Rañada, en el poblado de Liérganes, en una trepada de cuatro horas que toca por los núcleos de Rubalcaba y Mirones.

Palacio de Rañada. Foto Triplecaña – Wikipedia

La vía verde de Villaesclusa es un tranquilo camino de ocho kilómetros que desde El Astillero acerca hasta el Parque de la Naturaleza de Cabárceno

El descenso, por la vertiente oeste de la Loma de Neja, implica una hora de pedalear con precaución, hasta regresar al palacio del inicio.

Vía verde de Villaesclusa

Si todos estos trayectos desaniman a muchos, hay una opción más relajada: ir por la vía verde de Villaesclusa.

Es un camino de ocho kilómetros que se puede realizar en dos horas, con un ligero desnivel de 60 metros conforme se va llegando al Parque de la Naturaleza de Cabárceno.

Vía verde de Villaesclusa. Foto Turismo de Cantabria

A través de una antigua senda de ferrocarril se empieza a pedalear en El Astillero, junto a la ría de Solía con sus aguas rojizas, y desde allí se va ascendiendo suavemente mientras se pasa por Liaño, Los Bragales, La Concha, Cabarga hasta el parque.

Allí se puede descansar mientras se aprende sobre los animales que viven en régimen de semilibertad, para favorecer su adaptación y reproducción.

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