La Sierra Norte de Madrid: rincones secretos para atrapar en invierno
Antes de que la nieve fastidie el viaje, proponemos descubrir los encantos invernales de la Sierra Norte, en un viaje de turismo rural a realizar en cuatro días

Recuerdos medievales en Buitrago de Lozoya. Foto: Ignacio Ferre Pérez | Flickr.
Las carreteras que serpentean entre la sierra, los pueblos tapizados de nieve, los platos potentes en tabernas de toda la vida. Los madrileños amantes del turismo rural, pero que no quieren alejarse demasiado de su ciudad, tienen en la Sierra Norte un lugar ideal para una escapada invernal.
Son rincones con encanto que se pueden disfrutar casi en soledad, indican Loli Beltrán y Conrado Rodríguez, autores de la guía Rutas en autocaravana por España (Anaya Touring).
Este recorrido de 125 kilómetros, entre Buitrago de Lozoya y el embalse de El Atazar, se puede realizar tanto en este tipo de vehículos como en turismo o en moto, si hay espíritu para enfrentar al frío viento que barre la sierra.
La gran muralla de la sierra
A Buitrago de Lozoya se llega tras realizar 60 kilómetros por la A-1 en dirección a Burgos. Desde su casco histórico se puede recorrer la muralla medieval, de origen árabe, que se considera como el conjunto fortificado mejor conservado de la Comunidad de Madrid, donde se conservan sus tres puertas, varias torres y varios refuerzos defensivos.
Otros atractivos de la villa es la Torre del reloj y su exposición de armas, la iglesia de Santa María del Castillo y el castillo donde residía el marqués de Santillana.
En este pueblo hay un museo dedicado a Pablo Picasso, formado por 60 obras donadas por Eugenio Arias, amigo del artista malagueño.
Naturaleza en el Hayedo de Montejo
El destino siguiente, Montejo de la Sierra, presenta un interesante centro histórico con edificios como su ayuntamiento.
Pero el mayor atractivo es el Hayedo de Montejo, uno de los más septentrionales de Europa, que para conservar su frágil ecosistema solo acepta visitas con reservas previas.
El hermoso Hayedo de Montejo es una de las formaciones más septentrionales de Europa
Hay tres rutas para realizar, que demoran una media de una hora y media, donde el paso del Jarama por el bosque otorga unas postales para recordar.
Miradores para contemplar
Oculto entre páramos y montañas está el siguiente destino, La Hiruela, punto de partida para diversas rutas de senderismo como la Senda de Molino a Molino, donde se pueden ver ruinas de antiguas granjas de la zona.
La carretera M-137 asciende y asciende hasta el Puerto de La Hiruela, a 1.478 metros de altura, y tras tomar la M-130 se llega al Puerto de la Puebla, donde se presentan uno de los mejores miradores del recorrido.
Ese pueblo es uno de los más aislados de la sierra, donde se conservan las casas de piedra y madera, los antiguos lavaderos; y donde sale un breve trayecto, de solo 1,5 kilómetros, lleno de esculturas de artistas de todo el mundo.
Otra ruta interesante es la de los Robles Centenarios, un recorrido circular de tres kilómetros donde se pueden ver ejemplares como el nogal de Pradillo.
El gran embalse
La carretera continúa con curvas y más curvas, en un trazado donde hay que prestar atención al estado irregular del asfalto, y que conduce al embalse de El Atazar, el más grande de la comunidad.
En la zona se pueden visitar los pueblos de Cervera de Buitrago o Peñáguila. Desde este último parte la Senda del Genaro, que bordea el embalse, donde se puede ver un hermoso paisaje así como las instalaciones hidráulicas.
La ruta sigue por la orilla occidental del espejo de agua hasta Torremocha de Jarama, población de origen romano que formó parte de una cadena defensiva creada por los árabes, en la frontera con los reinos cristianos.
En el lugar hay atractivos como la iglesia de San Pedro Apóstol, la Casa de Oficios, la fábrica de harinas emplazada en un molino medieval, el puente de hierro y el Museo de Agricultura.
El pueblo con rey propio
A tres kilómetros está el pueblo de Patones, que tuvo la curiosidad de haber contado con un rey propio hasta el siglo XVIII. No era una figura de la nobleza, aclaran los autores de la guía, sino una especie de juez de paz.
Hasta el siglo XVIII el pueblo de Patones tuvo rey propio, aunque más que una figura de la nobleza era una especie de juez de paz
Patones de Arriba, el núcleo más antiguo, es uno de los pueblos de arquitectura negra más interesantes de la sierra madrileña. Sus secretos se pueden conocer en el Ecomuseo de la Pizarra, y ya que estamos con temas de rocas, vale la pena conocer el Museo-Aula Geológica.
A una corta distancia está la Dehesa de la OIiva, la puerta a sitios como el canal de Cabarrús, la cueva del Reguerillo y la ermita de la Virgen de la Oliva.
El punto final es el embalse de El Atazar, construida en 1972 que es la primera de doble curvatura realizada en España.
Tras girar la vista atrás se ve la ruta realizada, un sendero serpenteante entre dehesas, bosques, embalses, pueblos y otras maravillas de la Sierra Norte de Madrid.