Vysočina: tres gemas para descubrir en la República Checa
Entre Bohemia y Moravia la comarca de Vysočina atesora sitios de peregrinaje y encantadoras villas medievales con laberínticos barrios judíos
Vysočina es una de las regiones de la República Checa más bonitas, un despliegue de bosques, macizos montañosos, cuevas kilométricas, campos floridos y lagos que dialogan con pequeñas villas medievales, castillos y antiguos monasterios.
Una parte de Vysočina se encuentra en la región sudeste de Bohemia y la otra forma parte del sudoeste de Moravia.
En esta comarca, a solo una hora y media en coche desde Praga, se encuentran tres sitios catalogados como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, pequeñas joyas que se pueden descubrir en un par de días en un viaje sin prisas.
La estrella de los peregrinos
La Iglesia de peregrinación de San Juan Nepomuceno, en el pueblo de Zelená Hora, llama la atención por el simbolismo de su arquitectura que oscila entre los estilos neo-gótico y barroco, diseño a cargo de Jan Balžej Santini Aichel.
Este arquitecto, a principios de siglo XVIII, creó una estructura con forma de estrella de cinco puntas que recuerda al halo que recubre la figura de este santo, martirizado en el río Vlatva en 1393.
La mejor manera de descubrir la geometría de este conjunto religioso es desde las alturas de los montes cercanos; aunque el juego de simetrías también se puede ver desde el interior de la nave levantando la cabeza hacia la cúpula y en las secciones del claustro que rodean a la iglesia.
Si a alguien no le resultaba familiar la figura de San Juan Nepomuceno, una vez identificado en este lugar lo volverá a ver a lo largo y ancho de Chequia, como entre las figuras que decoran el puente de Carlos en Praga.
El barrio judío de Třebíč
En las región de Moravia se encuentra la pequeña ciudad de Třebíč, buscada para una tranquila escapada entre sus casas de fachadas coloridas, sus calles empedradas y la basílica de San Procopio.
Třebíč es uno de los barrios judíos mejor conservados de Europa
Ese templo, de estilo románico y gótico, atesora algunos de los frescos más antiguos de Moravia. El conjunto está protegido por la Unesco junto con la antigua judería de Třebíč, uno de los barrios de la comunidad hebrea mejor conservado de Europa.
Actualmente el barrio judío de Třebíč consta de 123 casas en excelente estado de conservación, además de dos sinagogas y un cementerio; levantados entre el río Jihlava y las colinas.
El doloroso recuerdo de los residentes
Su paseo es un viaje en el tiempo, con las viviendas de dos plantas que conservaron detalles como las vigas de madera en la fachada, u otros elementos barrocos o renacentistas.
Sin embargo, su visita también tiene que ir acompañada de una reflexión tras conocer su trágica historia: hacia el 1890 vivían 1.500 judíos en la villa, número que se redujo a 300 en 1930. En la Segunda Guerra el nazismo deportó y asesinó a todos los habitantes del barrio, y entregó las casas a personas de otras religiones.
Solo diez judíos sobrevivieron a la masacre, y la recuperación del barrio en un conjunto integrado por la basílica de San Procopio se convirtió en un mensaje sobre el recuerdo de la convivencia entre cristianos y judíos en Třebíč en la Edad Media.
La historia de Telč
El centro histórico de Telč llama la atención por el color de las casas barrocas y renacentistas.
Este estilo tan extraño se debe a que en el siglo XIV la antigua villa medieval fue arrasada por un incendio y destruyó las viviendas hasta los cimientos.
El gobernador Zacarías de Hradec lideró la reconstrucción de su castillo y cambió el estilo gótico por el renacentista, decisión que fue secundada por los habitante de Telč, que abandonaron el uso de la madera por la piedra para prevenir nuevos disgustos por el fuego.
Debido a que esta ciudad se encuentra en el cruce de las rutas comerciales entre Viena y Praga, en el siglo XVII las familias compitieron entre ellas renovando las fachadas en estilo barroco, añadiendo detalle tras detalle para exhibir su riqueza.
Por ejemplo, si se adivina la figura de un pretzel en el frente de una vivienda, significa que allí vivía un panadero.
Otra medida que tomaron los vecinos fue construir una red de túneles que cruza la ciudad, usados como depósito de cosechas y como alternativa de refugio ante posibles incendios o la llegada de invasores.
La capital
Además de estas tres gemas, en la región de Vysočina no hay que dejar de visitar su capital, Jihlava.
En la capital Jihlava se organiza un recomendado festival de música que homenajea a su vecino más ilustre, Gustav Mahler
Durante varios años allí residió Gustav Mahler, y en su honor cada verano se realiza un interesante festival de música clásica.
Perlas de la naturaleza
En la visita a su barrio medieval se sugiere conocer la Puerta de la Madre de Dios, el símbolo de la ciudad; o descubrir el laberinto de 25 kilómetros de túneles, el segundo entramado más grande del país.
En la región los amantes de la naturaleza deberían tener en cuenta sólidos macizos graníticos como Los cuatro martillos (Čtyři Palice) o Las nueve rocas (Devět skal), o las curiosas turberas de Velké Dářko, rincones que se descubren a pie o en bicicleta, como el recomendado circuito que lleva desde Jihlava a la ciudad austríaca de Raabs.