El trabajo pionero de Familia Torres por recuperar uvas ancestrales

Desde los años ’80 Familia Torres ha logrado recuperar más de 50 variedades que se creían perdidas, de las que seis tienen un gran potencial enológico

Viñedos de Sant Miguel de Tremp, donde Familia Torres trabaja en la recuperación de vides ancestrales. Foto Jordi Elias

Hace 40 años, en sus clases en la Universidad de Montpelier, un profesor sembró una duda en Miguel A. Torres: ¿sería posible que haya cepas desconocidas que hayan sobrevivido a la plaga de la filoxera, que arrasó con las vides a finales del siglo XIX?

Miembro de la cuarta generación de Familia Torres, inició un camino que cuatro décadas más tarde ha dado sus frutos con la recuperación de más de 50 variedades, de las que al menos seis tienen un gran interés enológico y además, tienen la capacidad de adaptarse al cambio climático.

La llegada de Pirene 2020

Hace pocos meses Familia Torres presentó Pirene 2020, el cuarto vino elaborado con variedades ancestrales recuperadas y el segundo monovarietal de este tipo.

Pirene 2020 es el cuarto vino elaborado con variedades ancestrales y el segundo monovarietal de este tipo

Se trata de un tinto vinificado en la bodega Purgatori, de Costers del Segre con vides plantadas en la finca de Sant Miquel de Tremp, a 950 metros de altura.

De un color intenso, es un vino elegante, de fruta sabrosa y fresca, de una gran aceptación en la crítica internacional.

De esta primera añada se han producido únicamente 1.241 botellas destinadas especialmente a la alta restauración.

El trabajo de recuperar cepas perdidas

La recuperación de uvas ancestrales es uno de los pilares del trabajo Familia Torres, junto con la elaboración de vinos de viñedos singulares y de fincas históricas, la apuesta por la viticultura regenerativa y la lucha contra la emergencia climática.

El descubrimiento de la primera cepa, llamada garró, fue un verdadero trabajo “de arqueología del vino”, como describe Miguel Torres Maczassek, director general de Familia Torres y quinta generación de la dinastía de bodegueros.

La variedad Pirene. Foto Jordi Elias

El proceso que llevó a su recuperación sentó las bases para nuevas búsquedas y adaptaciones, en un camino que comienza con las consultas con agricultores y bodegueros locales, y sigue con la identificación y categorización de la cepa, la reproducción in vitro, el crecimiento en la finca Mas Rabell (Penedès) y la vinificación en la bodega de Pacs del Penedès.

Tras un trabajo de casi 10 años la uva garró fue la primera vid prefiloxera recuperada y de valor enológico

Aquellas que tienen potencial enológico se plantan en las fincas de Les Garrigues y Tremp, en Costers del Segre (Lleida), y tras su inscripción reglamentaria, se la sigue estudiando para conocer su máximo potencial según el tipo de suelo y la climatología.

Estas son las otras variedades ancestrales que Familia Torres usa en sus vinos.

Garró

Desde mediados de los años ’80 hasta principios de la década de los ’90 Familia Torres trabajó para recuperar la garró, una variedad tinta de baja productividad y maduración tardía que se plantó en la finca de Grans Muralles, cerca del bonito Monasterio de Poblet.

Vides de la uva garró. Foto Jordi Elias

Esta pionera entre las uvas ancestrales recuperadas pasó a formar parte de la primera añada de Grans Muralles, de 1996; un tinto de notas intensas de hoja verde y frutos rojos y maduros, con carácter y de taninos vivos al que la garró aporta una gran complejidad aromática.

Querol

También en Grans Muralles fue plantada la segunda cepa recuperada, querol, que tiene la particularidad que su flor es enteramente femenina; lo que implica que sus bayas sean más pequeñas y que tenga poca productividad.

Desde 2009 forma parte del cupaje del Grans Muralles, que aportan notas intensas y afrutadas como frutos del bosque y zumo de granada, con un sabor de boca concentrado, con nervio y buena acidez.

Moneu

En 2016 la variedad moneu fue reintroducida en la finca de Castell de la Bleda, en el Penedès; que tres años después se presentó en el mercado como parte del cupaje del Clos Ancestral, al que se le suma la garnacha y el tempranillo.

Variedad Moneu. Foto Jordi Elías

Esta uva tinta destaca por su resistencia al calor y la sequía, y presenta un intenso aroma de fruta seca y perfumada, con una acidez marcada y un interesante equilibrio de taninos.

Forcada

Solo hay una variedad prefiloréxica blanca de potencial enológico y con condiciones para el cambio climático: la forcada.

Tras ser plantadas en dos fincas del Alt Penedès esta uva protagonizó el primer monovarietal de las vides recuperadas; un vino de pequeña producción destinado a la alta restauración.

La forcada es la única variedad prefiloréxica blanca de potencial enológico

Al probar este exclusivo blanco se detecta su frescura e intensidad aromática. Se nota su perfil mediterráneo, con sus aromas de hierbas, su flor blanca y sus notas cítricas.

Gonfaus

El clima extremadamente seco y las oscilaciones de temperatura entre el día y la noche en la finca Purgatori, en Les Garrigues (Lleida), son ideales para la recuperación de la tinta gonfaus.

Es una variedad femenina de baja productividad, que producen vinos con aromas complejos de frutas maduras sobre un tamiz especiado, con una acidez bien integrada y una buena concentración de taninos maduros y dulces.

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