Volar sobre la Antártida: así es el viaje de exploración más cómodo

Sí, es posible ver el desierto blanco de la Antártida o las auroras australes con toda la comodidad de un B787-9 en los vuelos circulares que salen desde Australia

La oportunidad de capturar los paisajes antárticos con toda comodidad. Foto Chimu Adventures

Hace pocos días un A340 aterrizó en la Antártida. Lo novedoso fue que se trató de un vuelo en parte científico en parte turístico, en el debut de este avión de cuatro motores sobre el helado suelo del continente blanco.

La Antártida es la nueva meca de los viajeros con espíritu de explorador, aunque la gran mayoría conoce a este desierto de nieve y hielo a bordo de cómodos cruceros.

Pero hay una forma alternativa de dar una vuelta por su gigantesca superficie de glaciares, montañas y millones de kilómetros cuadrados de nieve, contemplar sus paisajes y volver a casa en el día sin tener ni un ápice de frío: volando sobre ella.

Desde Australia a la Antártida

La propuesta es de la agencia australiana Chimu Adventures, que organiza vuelos circulares sobre la Antártida a bordo de un Boeing 787-9 Dreamliner que alquila a Qantas; una propuesta similar a las de otras compañías como Antartica Flights.

En los vuelos se pueden ver cientos de kilómetros sin obstáculos. Foto Chimu Adventures

Como es un vuelo doméstico, el viaje a la Antártida no tiene restricciones de movilidad para sus pasajeros

Este tipo de viajes a ninguna parte se popularizaron con el alud de restricciones de tránsito por la pandemia. Pero como este vuelo no aterriza en ningún otro aeropuerto está catalogado como doméstico, y sus pasajeros (todos australianos, claro) no tienen que realizarse más controles que los habituales.

Cabe recordar que Australia estaba a punto de levantar las restricciones de movilidad en sus fronteras, pero la irrupción de la variante ómicrom ha retrasado las reaperturas.

Cómo es el vuelo circular por la Antártida

Se trata de un viaje de 12,5 horas que parte desde las principales ciudades de Australia, como Melbourne, Brisbane, Perth y Sídney, que permiten tener una perspectiva totalmente diferente de la Antártida aunque uno haya hecho un viaje en crucero antes, dice el fundador de la compañía Chad Carey a Executive Traveller.

En varios tramos del vuelo los pilotos descienden por debajo de los 6.000 metros, para que los pasajeros puedan ver el paisaje antártico con toda claridad

A la hora de despegar desde las ventanas se divida la gigantesca superficie antártica, y un par de horas más tarde ya es posible distinguir con toda claridad los icebergs que flotan como gigantes extraviados.

Los viajes se realizan en un B787-9. Foto Chimu Adventures

Las rutas posibles del B787-9 por la Antártida

El B787-9 pasa por el Cabo Adare y la isla de Ross, donde se encuentran los asentamientos humanos más grande del continente; integrado por bases científicas de Nueva Zelanda, Australia, EEUU e Italia.

También es posible que pase por las ruinas de la base de Mawson’s Huts, levantada por militares australianos a principios del siglo XX, y que en el verano meridional emerge del deshielo de las nieves.

Mientras se vuela un grupo de expertos explica detalles de la historia, la geografía, la flora y fauna de la Antártida; así de cómo es la vida cotidiana de los militares y científicos que cumplen misiones en un entorno tan hostil.

Los pilotos tienen en carpeta unas 20 rutas, que pueden variar según el estado del clima, que es el más extremo del mundo.

El viaje sobre la superficie antártica dura entre tres y cuatro horas, y en ocasiones los pilotos descienden de los 20.000 pies (6.000 metros) para que los pasajeros puedan ver con más claridad el paisaje.

“El aire es tan prístino y sin contaminación que se puede ver a cientos de kilómetros sin ningún obstáculo”, apuntó Carey.

Otro mundo se contempla desde la ventanilla. Foto Chimu Adventures

A la búsqueda de las auroras australes

Otros vuelos que también ofrece esta compañía son los que salen a buscar auroras australes, que por supuesto son tan espectaculares como las boleares, pero el problema es que despliegan sus velos en regiones donde solo hay agua y hielo.

Los próximos vuelos para atrapar este fenómeno astronómico están programados para abril de 2022.

Estos viajes suponen un desafío adicional, porque son vuelos nocturnos en un entorno con un clima impredecible y sin bases aéreas en miles de kilómetros a la redonda. Pero el resultado es fascinante.

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