El Pirineo catalán se prepara para las fallas del fuego

Durante junio y julio se repiten las antiguas tradiciones de antorchas, marchas de fuego por la montaña y celebraciones con bailes, coca y vino entre llamas

La serpiente de fuego en las fallas de Alins. Foto Ramón Oromi – CC

La imagen es estremecedora: en medio de la oscuridad desde lo alto de la montaña un río de fuego, de teas encendidas que se mueven lentamente, desciende en zigzag por la ladera; como una serpiente dorada que con su luz y calor rompe la noche.

Estamos en los Pirineos catalanes, quizás sean las últimas semanas de junio o las primeras de julio, cuando el solsticio de verano y los ancestrales festejos relacionados con la fiesta de San Juan o Sant Joan, el 23 y 24 de junio, llevan a estos pequeños poblados a vivir sus tradiciones más intensas.

Cabe aclarar que las ceremonias del fuego no son patrimonio de Cataluña: también se replican -con sus diferencias- en el Pirineo aragonés, en Andorra y en la franja francesa del otro lado de esta cordillera.

En algunos se hace un descenso de la montaña, en otros se organizan carreras, también están los pueblos que ‘hacen volar’ antorchas encendidas, como dicen en la web Fallas del Pirineo, están las hogueras en las plazas centrales o los que saltan por las llamas. Y siempre con música, danzas, comidas tradicionales, y que no falte la bebida.

Veamos cómo lo festejan en el norte de Cataluña

Fallas de Tahull. Foto Laurent Dominique - EFE
Fallas de Tahull. Foto Laurent Dominique – EFE

Las fallas en la Val d’Aran

Comenzamos por el extremo del triángulo geográfico catalán, en la Val d’Aran, esos valles de lengua occitana que cada 23 de junio celebran la Quema del Haro.

En los pueblos de la Val d’Aran hacen girar unas antorchas hechas con corteza de cerezo y forman fascinantes figuras de fuego

Este es el punto culminante que comienza con la Festa de las Shasclada, en primavera, en que se deja secar un tronco de abeto de unos 10 metros con cuñas. Cuando llega el día, el haro se prende y los participantes más valientes hacen volar por sus cabezas es halhes, una especie de antorcha fabricada con corteza de cerezo.

La fiesta oficialmente termina el 29 de junio, día de San Pedro, cuando se planta el tronco del abeto que arderá un año más tarde.

No menos arriesgada es la ceremonia de la Crèma deth Taro d’Arties, donde en la localidad de Arties un tronco de abeto en llamas es arrastrado por el pueblo y la gente tiene que saltar para esquivarlo.

El punto final es la casa del alcalde, donde las cenizas del tronco son esparcidas como símbolo de purificación.

Las fallas en el Berguedá

En la comarca del Berguedá hay dos localidades que tienen su falla del fuego en el solsticio de invierno, cerca de la Nochebuena.

Tanto en Bagà como en Sant Julià de Cerdanyola se las conoce como Fia-faia. En el primer lugar, una hoguera encendida en la montaña se traslada al pueblo con antorchas, donde se encuentran los vecinos en la plaza Porxada mientras se realizan danzas y juegos de fuego.

En Bagà y Sant Julià de Cerdanyola las fallas de fuego se celebran a fines de diciembre

En tanto en el segundo paraje también descienden de un monte con las antorchas formadas por hierbas atadas, y el cielo se ilumina de pequeñas brasas cuando las giran una y otra vez. La celebración termina con la gente saltando sobre las cenizas calientes.

Fallas de Boi. Foto Laurent Dominique - EFE
Fallas de Boi. Foto Laurent Dominique – EFE

Las fallas en el Pallars Sobirá

Hace tres décadas Alins recuperó la ancestral tradición de las fallas. Tras la cena los fallaires llegan hasta la ermita de Sant Quirc, a 20 minutos, y con sus antorchas encendidas regresan al pueblo, donde en la Plaza Mayor unen sus fuegos para que arda la falla mayor, mientras se reparte coca y vino.

En tanto las Fallas de Isil lleva siglos celebrándose. En mayo se dejan los troncos con cuñas incrustadas para acelerar el secado, mientras que la falla mayor espera en la plaza central.

El 23 de junio las fallas se recogen y las llevan hasta el faro, la gran hoguera que las encenderá y punto de partida de un donde los jóvenes están una hora cargando el tronco con llamas sobre sus hombros.

Ya en el pueblo, mientras suenan canciones tradicionales, se lanzan las antorchas en torno a la hoguera central.

Fallas de Isil. Foto Laurent Dominique - EFE
Fallas de Isil. Foto Laurent Dominique – EFE

Las fallas en el Pallars Jussà

En La Pobla de Segur, comarca del Pallars Jussà, los hombres solteros descienden de la montaña de Santa Magdalena con los troncos convertidos en antorchas, donde en el pueblo los reciben con vinos y porciones de coca. Tras una ofrenda en la iglesia, la fiesta sigue con bailes como la sardana.

La falla mayor arde en Isil. Foto Falles d’Isil

Las fallas en la Alta Ribagorça

La ceremonia de la baixada de falles se realiza en una docena de pueblos ribargozanos. Las fechas son diferentes: se empieza en Durro en 18 de junio, el 23 en varios pueblos como Boí, Casós o el Pont de Suert, sigue en varias localidades más a lo largo de las semanas siguientes (3 de julio en Barruera, 15 de julio en Taüll, etcétera) hasta concluir el 23 de julio en Llesp.

Pero lo que no cambia casi es el ritual: desde el faro, ubicado en una montaña, se encienden las antorchas de unos dos metros que son guiadas por el fadrí major, hasta que en su paso por las calles del pueblo ayudan a purificar las casas.

a.
Ahora en portada