La Habana, la ciudad de la eterna sonrisa

Siempre sonríen. A pesar de la represión estatal, la escasez de recursos, el fanatismo político y la desilusión por una revolución que derivó en lo que nadie quería, los habaneros llevan la sonrisa como huella de identidad.

Los residentes en la capital de Cuba siempre buscan motivos para disfrutar de su cultura, su música, sus sabores; de enorgullecerse por sus ciclos de cine, sus espectáculos de danza y de los logros de sus deportistas.

Este mosaico de vivencias es reflejado en el libro Havana Blues, una elegante edición de Assouline de casi 300 páginas donde a través de 200 fotografías se descubren nuevas caras del pasado y el presente de ciudad; un viaje de sensaciones, aromas, colores y sonidos que se escapan del papel.

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Fascinación por La Habana

Este compendio de imágenes históricas y actuales es guiado por Pamela Ruiz. Ella llegó a Cuba en 1990 buscando localizaciones para producciones de moda.

Cuando la autora del ‘Havana Blues’ llegó a la capital de Cuba en 1990, la percibió como una ciudad que estaba fuera de sintonía con el resto del mundo

Se enamoró de un país que parecía vivir en una sintonía diferente al resto del mundo, y su fascinación por la cultura local (que le permitió conocer a su futuro marido, el artista Damian Aquiles) se refleja en un texto que se centra en la cara más idealista de La Habana.

Por la historia y la cultura de La Habana

Ruiz recorre rápidamente la historia cubana, con la llegada de los conquistadores españoles, la guerra de 1898, el régimen de Batista y el régimen comunista que lo destronó, el esplendor de las salas como el Riviera o el Tropicana en los ’50, la apertura de los paladares (restaurantes caseros) como alternativa económica para miles de cubanos y la realidad que escapa al control en películas como Fresa y Chocolate.

La autora lleva de la mano por los decadentes edificios de La Habana Vieja, señala a los coloridos y gigantescos automóviles que fascinan al turismo, descubre los sitios que zares de la moda como Karl Lagerfeld usaron para sus desfiles, repasa la fuerte tradición musical de la isla y el prestigio de su Ballet Nacional y revela las iniciativas que emergen en centros de arte que esquivan la idea de obedecer la pauta de la cultura oficial.

Un viaje fotográfico

Con citas de celebridades que expresa su fascinación por La Habana en particular y Cuba en general, el libro lleva a un viaje fotográfico donde se ven a Castro y el Che pescando en el Caribe, a bailarinas que hacen equilibrio entre paredes que hace años que nadie pinta, a cúpulas de iglesias barrocas, a los músicos de la película Habana Blues, a modelos como Gisele Bündchen en el desfile que organizó Chanel en 2016 y a hombres y mujeres de todas las edades con un habano así de grande.

Las imágenes son un caleidoscopio del pasado y el presente de La Habana, donde se mezclan artistas, políticos, modelos, adolescentes, ancianos, bailarinas y músicos

Se ven salones palaciegos que parecen detenidos en el siglo XVIII, edificios modernos como los diseñados por Alfonso Rodríguez Pichardo o Ricardo Porro, cocotaxis que se meten en las calles más pequeñas, antiguas residencias que conservan su aire art-decó y adolescentes que se lanzan al mar desde el Malecón.

También hay chicas bailando en la arena, collages de artistas contemporáneos, recuerdos de las big bands en el Tropicana, la biblioteca de Ernest Hemingway en la Finca Vigía y un bajista que lleva como puede su instrumento al Gran Teatro.

Es un aleph de la vida de La Habana, estampas de una ciudad que vive cada día con una sonrisa.