Portugalete, la joya a orillas de la ría de Bilbao

Al oeste de Bilbao y junto al punto que se abre al mar, se alza imponente la villa marinera famosa por su puente colgante

El Puente Colgante de Portugalete. Foto: Aintzane Mendiola.

Existen ciudades que no pueden pasar desapercibidas y Portugalete es una de ellas. Conocida con cariño por muchos como ‘Portu‘ o la Villa Jarrillera (por el txakolí en jarras que allí se consumía), esta localidad a orillas de la ría de Bilbao merece una escapada. Su desarrollo económico como gran puerto de mercancías fue notable entre los siglos XIV y XV y durante el XIX fue lugar de veraneo de nobleza, realeza y burguesía patria y foránea que acudía para conocer todos sus encantos más allá del símbolo por excelencia de la villa, el Puente Bizkaia.

El Puente Colgante, oda a la ingeniería

El Puente de Vizcaya (o Bizkaia) es el monumento más célebre de Portugalete. Y no es de extrañar, porque esta obra de ingeniería lleva deslumbrando a todo el que se acerca a conocerlo desde hace más de un siglo.

A finales del siglo XIX se empezaba a construir este puente que serviría para desplazarse de una orilla a otra. Eran los años del auge de las ciudades balneario y de los viajes para tomar baños de mar y tanto la ría de Portugalete como las Arenas de Getxo se consolidaron pronto como lugares ideales para ello.

Puente Colgante. Foto: Turismo de Euskadi.

Alberto Palacio diseñó este transbordador colgante de 61 metros de altura y 160 de longitud, único en el mundo, que pudiera conectar las dos orillas con una premisa muy importante: no entorpecer la navegación que surcaba la ría desde Bilbao hacia el mar Cantábrico que, recordemos, por aquel entonces era uno de los puertos fluviales con más actividad de toda Europa en la época. En 2006 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Una Villa noble, marinera y turística

Pero hay mucho más que conocer en Portugalete, por ejemplo que la villa fue fundada por una mujer, María Díaz de Haro en 1322. Partiendo de la plaza del Solar, una de las que más solera tiene con su kiosco de 1912, y pasando por su antigua estación de ferrocarril, La Canilla, hoy reconvertida en oficina de turismo, todo en Portugalete es colorido. Y esto incluye también su casco histórico de trazado medieval y empinadas calles, perfecto para visitar la Torre Salazar y la Basílica de Santa María, que dominan la vista desde las alturas.

Kiosko de la Plaza del Solar. Foto: Turismo de Portugalete.

Vale la pena acercarse al Parque del Doctor Areilza, su jardín botánico, y recorrer su paseo marítimo en dirección a Bilbao que atraviesa diferentes muelles y un buen puñado de edificios señoriales junto a la orilla, testigos del poderío que tuvo la localidad en el pasado.

La otra opción es pasear por el tramo que la conecta con Santurce, dejando a tu paso el muelle de Hierro y el célebre mareómetro, un instrumento náutico que servía para conocer la profundidad del calado de la ría, un dato muy útil para la navegación.

Mareómetro. Foto: Turismo de Portugalete.

De pintxos en Portugalete

Portugalete también es un reclamo gastronómico y sus pintxos constituyen una de las formas más deliciosas de acercarse a su cocina.

El Bar Siglo XX es el más antiguo de Portugalete; se sabe que funcionaba hace más de cien años en el muelle Viejo y apenas ha cambiado desde entonces. Allí hay que pedir su huevo relleno, que rebozan y rellenan de bechamel, que se ha convertido en en el bocado estrella de este sitio.

Un puntito más original tienen los pintxos del Bar Txo y los de Zubi Ondo, mientras que a Casa Vicente se va en busca de sus tortillas siempre recién hechas y jugosas.

En Portugalete hay excelentes barras de pintxos como la del Bar Txo.

Si buscas mesa y mantel, uno de los más laureados es Minuto, una apuesta segura en la que disfrutar de sus afamados menús del día y tapeo.

En el Hule apuestan por una carta sencilla, de la que destacan sus croquetas, y juegan con fueras de carta con pesca del día y productos de temporada.

¿Comer con vistas a la Ría? Es lo que proponen en Naútico Berria, un restaurante especializado en platos tradicionales con un punto moderno, como su merluza a la plancha sobre begihandi en su tinta o el taco de pulpo braseado con mojo rojo.

Foto: Náutico Berria.

Y su hotel más especial: Puente Colgante Boutique

La silueta del Puente Bizkaia domina la vista en Portugalete, pero, ¿te imaginas despertarte divisándola desde tu ventana? Bajo la propia construcción, se encuentra uno de los hoteles imprescindibles de la zona y no solo por su situación, sino por toda la historia que tienen que contar.

Corría mediados del siglo XIX cuando Manuel Calvo y Aguirre emprendía un viaje en busca de un futuro mejor y lo hacía con dirección a la isla de Cuba. Pasaron los años y su devenir fue brillante, logrando una gran fortuna gracias a la industria azucarera.

Manuel era oriundo de ‘Portu’ y al regresar, ya anciano, quiso establecer allí su residencia. Lo hizo nada más y nada menos que en una mansión a orillas de la ría. La disfrutaría solo unos pocos años y, a su muerte, cedió el espacio a la ciudad para que se convirtiera en hotel y, con lo que se generase de la explotación del edificio, diese de comer a aquellos que vivían con escasez.

Foto: Puente Colgante Boutique Hotel.

Años después en aquel hotel se alojarían personajes ilustres como el rey Alfonso XIII o la familia imperial austriaca, entre muchos otros.

Hoy la fachada azul de Puente Colgante Boutique Hotel luce con nueva vida, una que habla de su pasado glorioso, pero que pone las miras en el futuro. En manos de su nuevo director, Ricardo Campuzano, el hotel se ha sometido a una intervención que ha recuperado la esencia de la que fuese la casa de aquel ilustre indiano. Junto a Raquel Lázaro, de Lázaro Estudio, han recreado una atmósfera a medio camino entre el aire colonial y la calidez cubana.

El hotel cuenta con fantásticas habitaciones que miran al Puente, decoradas con mimo en un estilo tropical de lo más elegante.

Coctelería Cromwell. Foto: Puente Colgante Boutique Hotel.

No es lo único que destaca aquí. A la propuesta de alojamiento se han ido sumando más alicientes y propuestas de hostelería, desde un restaurante a un txoko secreto.

En el restaurante, El Paladar de la Habana, se disfruta de platos tradicionales vascos y algunos con tintes viajeros y cubanos, mientras que en Cromwell, su bar y coctelería, se respira un ambiente cosmopolita y rockero y se disfruta de conciertos en directo y sabrosas creaciones como el clásico Cuba Libre.

Completan la oferta con un txoko en los bajos del hotel, disponible para eventos y clases de cocina, un cine de verano en la plaza de Portugalete y una serie de experiencias para hacer de tu estancia aquí algo inolvidable.

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