Ford rompe la paz social en Almussafes al preferir perder 100.000 euros al día que negociar un ERTE

UGT exige saber cuándo se empezarán a fabricar los nuevos modelos eléctricos antes de negociar nuevos mecanismos de flexibilidad mientras la multinacional prefiere ocultar los planes, evitar la negociación y sufrir pérdidas

Planta de Ford en Almussafes. Foto EFE: Kai Forsterling

Planta de Ford en Almussafes. Foto EFE: Kai Forsterling

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Ford ha roto la paz social en Almussafes. El tiro en el pie que se ha pegado le va a costar un mínimo de 100.000 euros por cada día de parón del turno de tarde pero la decisión ya está tomada. La multinacional americana prefiere mantener a sus empleados de brazos cruzados cuando no tiene producción en vez de negociar un ERTE que cubra la falta de carga de trabajo como habitualmente hace la industria de la automoción. El motivo de esta nueva forma de conflicto laboral entre empresa y trabajadores está en la negativa de UGT, sindicato mayoritario en el comité de empresa de Ford Almussafes, de negociar flexibilidad sin tener antes por parte de Ford el nombre de los modelos eléctricos que se van a fabricar y la fecha de cuándo se iniciará la producción.

UGT señala que Ford ha incumplido su compromiso de desvelar sus planes y que esa es la causa del conflicto ya que si se mantuviera la paz social que ha reinado en la factoría desde aquel mítico pacto Pino-Fleming de 2007 (a partir del cual fueron contratados buena parte de los empleados actuales) no se tensionaría la situación como lo está actualmente. Hace 16 años, los que fueron secretario general de UGT-Ford y presidente de Ford Europa pactaron y ejecutaron inversiones y la llegada de modelos que garantizaron y ampliaron la plantilla. Y desde entonces no ha habido huelgas porque la paz social reinaba. Tampoco ha habido incumplimientos en los anuncios de nuevos modelos pero hoy Ford sigue sin desvelar oficialmente sus planes en Almussafes.

Ahora la protesta sindical ha evolucionado hacia la nueva fórmula consistente en mirar la cadena de producción parada mientras durante todos los minutos de la jornada laboral se preguntan los empleados con las manos ociosas cuándo verán llegar el coche eléctrico que esperan ensamblar. Mientras tanto, en el departamento de finanzas se cuentan las pérdidas económicas de la jornada. Ford Almussafes ha encendido todas las luces rojas posibles y sólo existe la certeza de que se empeorará progresivamente hasta que la multinacional americana desvele planes convincentes de producción a largo plazo que garanticen el empleo y la inversión en Almussafes.

El origen de esta situación se sitúa en el inicio del Covid, que paralizó la industria de la automoción. Entonces se encontró el parche adecuado en los ERTE, ya que estos expedientes permiten la suspensión del empleo a cambio de que el Estado pague a los empleados el equivalente a la prestación por desempleo los días que no trabajan. Este pago se complementó por Ford de manera que los empleados no perdían poder adquisitivo. Tras la irrupción del Coronavirus, llegó la falta de suministro de chips y otras piezas y con ellas la cadena de suministro se interrumpió constantemente. Los ERTE volvieron a ser la herramienta refugio para las fábricas de automoción en España.

En paralelo, Europa relanzó sus planes de electrificación del automóvil y Ford convocó una guerra al estilo «Juegos del Calamar» entre la factoría de Almussafes y la de Saarlouis, siendo la alemana la perdedora. La planta valenciana venció y se adjudicó la plataforma GE-2, la heredera del Mustang, pero la decisión no se acompañó de planes públicos de producción. El Covid provocó interrupciones en las producciones diarias y aceleración en los planes de electrificación. La mayoría de marcas corrieron hacia los coches con batería mientras los motores de Ford están calados (y siguen siendo de combustión). Hasta el lanzamiento del Explorer en Colonia (Alemania) está retrasado.

La batalla ganada por la electrificación que todavía no se ha concretado en planes de producción de coches eléctricos sí trajo la firma de un convenio hasta 2026 en el que se establecían subidas salariales de 7.000 euros entre los ejercicios 2022 y 2025 mientras que a partir de 2026 se prevé aplicar un incremento salarial del 1,6% consolidable en tablas o IPC + 0,5%. La jornada diaria se incrementará en 15 minutos al día a partir de 2025. También se trabajarán sin plus adicional los cuatro días de jornada industrial a partir de 2025.

Aquí está una de las claves. A partir de 2025, la plantilla iba a empezar a notar el movimiento para los lanzamientos de los nuevos vehículos eléctricos que llegarían a las carreteras europeas en 2026. Hace año y medio, Economía Digital ya desveló el plan de que fabricar el Mustang Mach-e pero Ford sigue sin tener nada que comunicar oficialmente pese a las insistentes preguntas que desde todos los flancos posibles se le hacen. La estrategia de electrificación de Ford sigue oculta mientras el desembarco de coches chinos, como MG o BYD a la cabeza, continúa desactualizando el portfolio de productos de la marca del óvalo.

Menos ventas del Kuga y de la Transit Connect que se fabrican en Almussafes provocan menos producción. Antes, a base de jornadas de ERTE, se cubría la decandencia de las ventas de Ford, pero UGT se negó a negociar más expedientes cuando este verano se acabó la última prórroga del expeidente en vigor. Eliminada esta herramienta de flexibilidad, sólo quedaban las jornadas industriales. Estos días son días de vacaciones elegidos por la dirección que permiten cubrir las jornadas en las que no hay producción. En cuatro meses, Ford se ha fundido las jornadas industriales que tenía para 2023 y 2024. Podría acudir a la flexibilidad de 2025 pero en esas fechas Ford tendría que estar preprando la maquinaria y al personal para la electrificación y ni una cosa ni la otra es todavía oficial.

Con estos precedentes, lo que demuestra la cronología es que Ford se ha quedado sin flexibilidad, que tiene una producción decreciente y que UGT se ha mostrado inflexible desde el verano para acometer nuevas negociaciones sin que el fabricante cumpla con los compromisos ya adquiridos. La UGT de la paz social siempre torcía el brazo cuando llegaban los problemas y ofrecía la mano izquierda para recomponerse en los plazos acordados. Ahora está con la mano extendida esperando a que le entreguen el plan de producción de vehículos eléctricos.

La huelga está totalmente descartada por parte de UGT. Dejar de trabajar y de cobrar sería un pulmón de oxígeno en vez de una medida de presión por lo que las tertulias, que es lo único que pueden hacer los trabajadores cuando se les convoca a trabajar y no hay coches en las línea de producción, se han convertido en la nueva y pacífica forma de protesta.

Y ello no significa que la aparente inacción sindical sea inocua. Tiene graves consecuencias de presión para la dirección de Ford Almussafes. Según los cálculos que ha podido realizar Economía Digital, las pérdidas que suponen a Ford tener a sus más de 1.000 empleados del turno de tarde de brazos cruzados sin sacar ni un coche se sitúan en un mínimo de 100.000 euros por jornada. Entre el 2 y el 10 de noviembre pasarán siete jornadas laborales en los que los trabajadores de Ford Almussafes del turno de tarde no tendrán faena. Esto ya ha ocurrido. Según ha podido saber este periódico, en septiembre ya pasaron cinco turnos de tarde en las que los empleados estuvieron sin realizar ninguna función productiva en la factoría de Almussafes.

La evolución del mercado marcará cuántas jornadas más tendrá que parar Ford Almussafes y si, en lugar de perder 100.000 euros al día, se eleva la cifra hasta cerca del medio millón por jornada por faltas de producción total, es decir, de mecanizados, motores y fabricación de vehículos en todos sus turnos. Por dramática que pueda parecer la situación, en el plazo de poco más de dos meses se recrudecerá notablemente más la situación con el fin de la producción de la Transit Connect para el mercado europeo mientras la exportación para Estados Unidos finalizará el 27 de marzo de 2024. A partir de esa fecha, las pérdidas por pagar salarios a trabajadores que no tienen carga de trabajo se harán todavía más insostenibles.

Mientras tanto, Alemania, sede de Ford Europa, se centra en gestionar el cierre de Saarlouis mientras en Detroit, sede mundial de la compañía, se miden por centenares los despidos que tiene que acometer por el enorme conflicto sindical que arrastran en Estados Unidos. La pick-up superventas y emblema de la electrificación de Ford, la F-150, ha visto como 700 trabajadores abandonaban la línea de producción por el conflicto que se vive en Norteamérica.

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