Los psicólogos recomiendan pensar en el presente para evitar el estrés

El psicólogo valenciano, Enric Valls, explica los efectos del confinamiento y los retos que se presentarán durante el proceso de desescalada

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Estos días se inicia la primera fase desconfinamiento y se dejan atrás 50 días de encierro donde los más jóvenes se han visto inmersos en sensaciones de estrés, ansiedad o soledad. Asimismo, ha crecido el uso de las nuevas tecnologías en gran proporción.

Desde Economía Digital, hablamos con Enric Valls, psicólogo valenciano especialista en salud, miembro en el Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunidad Valenciana y director de la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (AEPAE) en Valencia. Repasamos con él cómo ha sido el confinamiento para los más jóvenes y los retos del desconfinamiento.

¿Cómo está afectando el confinamiento en jóvenes y adolescentes? ¿Por que sufren sensaciones como estrés o ansiedad?

En este estado de alarma, en este estado en el cual no sabemos cuándo vamos a reincorporarnos, hemos estado cuarenta y pico días en una situación en la que realmente no sabíamos cuándo era el final ni el porqué. Afortunadamente, ya se ha planteado esta desescalada de la que estamos todos pendientes. Partimos de la base de que las personas, ya de por sí, siempre están anticipándose al futuro. Normalmente, siempre están en dos estados: en uno anticipatorio, que genera mucha ansiedad y malestar; o en el pasado, que genera sintomatología depresiva. Si uno no se trabaja a nivel personal, se encuentra en estos extremos. Si no se sabe el porqué ni cuánto tiempo se va a estar, la persona es más vulnerable, más sensible. Si además los jóvenes no tienen esa rutina de la cual están más acostumbrados (ir al colegio, al instituto, a la universidad…), al final genera un estado de nerviosismo que se ve multiplicado. De ahí a que la ansiedad sea mayor. No poder hacer ejercicio o sus actividades cotidianas genera mayor vulnerabilidad.

Enric Valls.

¿Es la sobreinformación posible causa de ese estrés o ansiedad?

Por supuesto. Una de las causas sería la falta de rutina y la falta de actividad en su día a día. Y otra, la sobreinformación. Recuerdo las primeras semanas que estábamos por todo tipo de redes sociales sobreinformándonos de diversas informaciones conspiranoicas, terceras guerras mundiales y más etcéteras. Entonces, una de las pautas que se recomienda para los jóvenes y también para lo adultos es evitar esa sobreinformación y guiarse únicamente por los canales oficiales.

Los dos grupos que más sensación de soledad están sintiendo son los mayores de 70 y la horquilla de 18 a 29. ¿Por qué los jóvenes?

Los jóvenes de 18 a 30 años se encuentran en un estado laboral complicado. Entonces el hecho de que no puedan acceder a un trabajo, que anden perdidos o desactivados… pueden ser las explicaciones por las cuales tengan mayor sensibilidad a la hora de afrontar la situación.

¿Es normal que recurran tanto al uso de las tecnologías?

Claro. Antes del confinamiento las nuevas tecnologías ya estaban presentes y lo siguen estando. Lo que ocurre es que como no sabemos cómo son los límites, muchos jóvenes están perdidos. ¿Por qué? Porque localizan su autoestima en los likes, en el tema de las redes sociales, en el tener muchos más seguidores… Entonces se genera una dependencia y, ahora mismo, al no tener esa rutina, tienen una tendencia más obsesiva del subir o no subir, estar aburrido o no estar aburrido. Es importante que tengan una rutina diaria porque cuando una persona está sin esos quehaceres ocurre eso. Además, el paso a las clases virtuales también incita al uso de esas nuevas tecnologías. Estas son más fáciles y es sencillo acceder al consumo de algún tipo de aplicación o al consumo patológico, que también se da en jóvenes.

¿Y cómo afronta un joven la docencia online? ¿Es realmente productivo para él? ¿Su capacidad productiva disminuye?

Es cierto que los jóvenes no están acostumbrados a esta metodología y al principio hay problemas. De hecho, parece ser que en otras universidades en el ámbito nacional ha habido polémica por profesores que no saben utilizar esas aulas virtuales o que mandan muchos deberes y exigen un nivel muy alto en los exámenes. Hay que hacerlo todo muy pautado y que haya unas instrucciones en las que el alumno o la alumna sepa cómo funcionar. De todas maneras, parece ser que se va a potenciar el uso de la enseñanza online o, incluso de la realidad virtual, según leía hace poco. Aun así, las entidades, publicas o privadas, deben de hacer esta inmersión en la parte online y adaptarse. No sabemos cuánto tiempo vamos a estar así, pero hay que mirar el presente y adaptarse.

¿Qué efecto crees que producirá el aumento del uso de las tecnologías en los jóvenes tras el confinamiento: que sean adictos de estas o que las aborrezcan?

Hay que fijarse que en los estudios de antes del confinamiento su uso estaba en alza. Ahora se va a potenciar. Claro, el hecho de estar focalizado durante todo el confinamiento en ellas genera un hábito. No un hábito positivo, sino un hábito más dependiente. Ojalá la gente, como todo, sea más consciente y valore todo lo que antes no valoraba y haya creado nuevas rutinas. Habrá otro gran porcentaje que tienda más a entrar en esa espiral. Sí que es cierto que en este confinamiento, al igual que en otras catástrofes del pasado, hay una repercusión a corto plazo. A largo plazo, el ser humano, que tiene una capacidad de resiliencia brutal, se adapta. Pero a corto plazo está generando, y lo estamos viendo, mucha sintomatología ansiosa, depresiva, ataques de pánicos, estrés postraumático… Todo por esta situación. Esto se va a ver agravado por el desconfinamiento, pero a largo plazo mucha gente se adaptará.

Ahora que parece que ya se ve la luz al final del túnel, hay mucha gente que parece tener miedo por afrontar nuevas rutinas o formas de relacionarse con las personas. ¿Qué consejos darías para afrontar la nueva realidad que se nos presenta, el desconfinamiento?

En esta nueva normalidad, que esperemos que no sea muy larga, hemos de pensar en el aquí y en el ahora, en el presente. No anticiparse ni sacar conclusiones extremistas. Hay cosas que no podemos controlar a nivel social o político, y la situación que estamos viviendo es incontrolable. Pero lo que sí que podemos tener una actitud más optimista, más positiva. Mantener rutinas, actividades, contacto social, no pensar más allá. El otro día una paciente me comentaba que se casaba en septiembre y ya estaba pensando en cancelarlo. Vamos a pensarlo y vamos a esperar que se acerque esa fecha y luego ahí te planteas. Anticipar es caer en esa dinámica de la que a veces no sabemos salir. Presente y presente, aquí y ahora, mantenerse ocupados y seguir siendo optimistas.

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