Así son las fábricas que cosen para Inditex en India

La multinacional trabaja con 150 fábricas que emplean a cerca de 80.000 trabajadores, impulsa procesos de fusión para ganar eficiencia en un país clave para el abastecimiento de prendas, pero también para Zara Home

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«Es la primera vez que sucede», decía sorprendido el dueño de una fábrica que cose para Inditex en India ante la exótica delegación. Sindicalistas y responsables del área de Compliance del departamento de responsabilidad corporativa de la multinacional gallega –entre los que estaban Indalecio Pérez, Antonio Yanes y Mayank Kaushing, responsable del departamento en India– visitaron cuatro talleres de Delhi y Bangalore.

En el país despliega el grupo un imponente clúster de proveedores, el más voluminoso después de los de Bangladesh, China, Sudeste asiático (con sede en Vietnam) y Turquía. Son cerca de 150 fábricas y talleres que emplean aproximadamente a 80.000 trabajadores, en un territorio que produce anualmente 45 millones de piezas de vestido, calzado y productos de la casa.

Es clave para Inditex tanto para la confección de algunas prendas como para Zara Home, la línea de hogar.

Norte y sur

Los talleres tienen entre 500 y 2.000 trabajadores. En el norte, en Delhi, la mayoría son hombres, en torno al 90%. Son hijos de agricultores que emigraron con toda su familia y, tras pasar por varias fábricas de confección, acabaron allí. La mujer se queda en casa, dedicada al bienestar de los hijos y al cuidado de la vivienda.

En el sur, en Bangalore, predominan las mujeres, porque emigran los trabajadores, no las familias, que permanecen en el pueblo de origen. Eso sí, el 90% de los altos cargos, supervisores con mayor remuneración, son hombres.

La visita se produce en el marco de los acuerdos con el sindicato internacional IndustriALL Global Union y es el dueño de la fábrica el que exclama: «Es la primera vez», a pesar de que trabaja para marcas como Mango, Cortefiel, GAP, Primark, H&M o la propia Inditex.

Los contrastes

La experiencia del destacamento dio lugar a un informe de Isidor Boix y Víctor Garrido difundido por CC.OO. hace unos días. El documento muestra la incipiente mejoría de las zonas industriales indias, con medidas de conciliación o formación, con un crecimiento de los salarios y los primeros pasos de la actividad sindical.

Pero estas mejoras conviven con un brutal índice de rotación en la plantilla y salarios bajos que se traducen en márgenes «enormes» para las empresas. El informe relata como una de ellas, de capital indio, pasó de 200 a 16.000 trabajadores en dos décadas.

Los trabajadores no duran nada

El nivel cultural es bajo. Los empleados comprenden el hindi pero sólo han sido alfabetizados en su idioma local de origen. La mayoría firman con la huella dactilar. Pero lo que más llama la atención es la rotación de la plantilla.

Los trabajadores llegan para poco tiempo, no se encuentran muchos con más de un año en la fábrica y muy pocos que sobrepasen los 25 años de edad.

Cada mes abandonan el taller entre el 8% y el 15% de la plantilla. En una de las fábricas visitadas «la plantilla tenía una oscilación a lo largo del año del orden del 20% entre los niveles máximo y mínimo, lo que podría explicarse no sólo por la oscilación de los pedidos, sino también por el sistema de contratación», explica el informe. El absentismo está entre el 5% y el 10%.

Las horas extras

Los empleados suelen llevar la comida, aunque en algunos centros se puede adquirir directamente allí. Costaba 0,24 euros en una de las fábricas visitadas y 0,49 euros en otra. Las contrataciones, como norma general, son por 6 meses, luego se amplían tres meses más, y tras los dos contratos temporales, se pasa a uno indefinido.

Las empresas propician que se realizan muchas horas extra, incluso superando el límite legal de 50 horas trimestrales, y eso que la jornada laboral ordinaria es de ocho horas durante seis días a la semana.

Estas horas adicionales se pagan en muchas empresas en metálico –a diferencia de las transferencias en cuenta del salario–, en ocasiones sin que quede rastro en registro alguno, pero da igual. Para los trabajadores, los jefes e incluso los representantes de la plantilla, aquellos que tienen, no supone un problema. Ni siquiera lo identifican como tal.

Los salarios

El sistema retributivo parte del salario mínimo de cada Estado. En la zona de Delhi se cobran desde 5.886,7 rupias mensuales (80 €, salario mínimo legal), hasta 6.536,67 rupias (89 €), y en Bangalore desde 6.816 rupias (92 €, salario mínimo legal) hasta 7.596 rupias (103 €).

Las tablas salariales de los trabajadores de oficinas parten en Bangalore de 6.413 rupias (unos 87 €) al mes. En septiembre, se ingresa la paga extraordinaria de la fiesta religiosa Diwali, correspondiente al 8,33% de toda la retribución anual.

La distancia de estos sueldos con los de los altos cargos es digna de las empresas del Ibex: de 230 a 260 € para los supervisores de línea y mecánicos, 1.200 € para los directivos y hasta 2.150 € mensuales para los puestos de máxima responsabilidad.

La mirada a China

A los dueños de las fábricas les gusta decir que sus productos no tienen nada que envidiar a los de China, que tienen la misma calidad. Trabajan con un diseño decidido por Inditex y el resto de marcas, si bien algunas proponen sus propias creaciones a las compañías.

Los tejidos proceden de India y China, fundamentalmente, y la tecnología es también de origen chino (sobre todo en estas dos zonas), aunque también se encuentra material japonés y alemán.

Una de las fábricas había incorporado el sistema de ‘líder’: un empleado más experimentado, con mayor retribución, que incentiva a los demás en grupos reducidos e trabajadores. Una fórmula que, dicen los propietarios, está mostrando una gran eficiencia.

De la guardería al complemento salarial

Las fábricas han ido incorporando elementos de conciliación y comités sindicales. En Banglamore, las dos fábricas con mayoría de mujeres, hay guarderías que utilizan entre 20 y 30 niños.

Algunas empresas pagan parte de la comida de los trabajadores y otras, las más demandadas por los trabajadores, ofrecen transporte gratuito a las instalaciones.

En varias de las fábricas visitadas existe un complemento de asistencia, que se pierde si se falta un solo día al trabajo, de entre 3,5 y 7 € al mes.

La asociación o el sindicato

El conocimiento del mundo sindical, incluso el de la palabra sindicato, es generalmente ajeno a los trabajadores. «Sí sabían la mayoría que el 2 de septiembre hubo una huelga general convocada por los sindicatos, aunque muy pocos supieron explicar sus objetivos», dice el informe.

Sin embargo, es habitual el asociacionismo con distintas misiones. Destaca el informe la existencia de un comité «para la prevención del acoso sexual», con participación de una persona representando a una ONG.

Los autores del informe recuerdan que se compone de la visita a cuatro fábricas en un país «que es casi un continente».

Carles Huguet

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