La gran incógnita de Esther Alcocer en FCC

La nueva presidenta tiene hasta 2015 para reflotar el grupo constructor

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Tiempos ajetreados los que se viven en FCC. De cambios a todos los niveles para encarar una nueva etapa, la de localizar vías con las que aumentar la cada vez más reducida facturación y, sobre todo, recortar un endeudamiento financiero desorbitado de casi 8.000 millones cuyos gastos resultan insostenibles.

El del grupo y el de su máxima accionista, Esther Koplowitz, que tiene apalancados más de 1.000 millones cuyas garantías son las propias acciones del grupo constructor. Títulos, por cierto, que hoy valen ocho euros, siete veces menos de lo que valían en diciembre de 2007 cuando la firma de capital riesgo Ibersuizas hizo el negocio de su vida al vender por 56 euros lo que dos años antes había comprado por apenas 29, con una plusvalía del 70% (150 millones de euros).

Cambio generacional

Un futuro para el que Esther Koplowitz ha dado otro paso más de cara a que su primogénita, Esther Alcocer, tome las riendas en el momento que estime oportuno. La lleva preparando desde siempre, y ahora la acaba de colocar como presidenta no ejecutiva poco antes de cumplir 40 años, justo cuando ella está a punto de alcanzar los 60.

De momento, la hija mayor –que tramita ante el Ministerio de Justicia entrar en la nobleza española, como ya lo están sus dos hermanas menores, con la sucesión al frente del condado de Santa María de Loreto y del marquesado de Arcos– seguirá haciendo más o menos lo mismo que ha hecho durante los últimos años. Empapándose de todos los frentes de las empresas del grupo y acudir, en representación de su madre, a todos los actos públicos, tanto de la compañía como de la Fundación Esther Koplowitz, como ha venido haciendo hasta ahora. Eso, y no perder comba de todo lo que haga y diga Juan Béjar, el nuevo consejero delegado en el que Esther Koplowitz ha depositado la confianza que había perdido en Baldomero Falcones.

Entrada en la empresa planificada

Como su madre, la hija mayor del empresario Alberto Alcocer, se casó pronto. Lo hizo con tan solo 20 años con Pablo Santos Tejero, hijo de otra familia tradicional de constructores. Pero, a diferencia de ella, su irrupción en la empresa no ha sido todo lo brusca que lo fue para su madre. Al contrario, su tránsito está siendo perfectamente planificado. Antes de llegar a la presidencia, como paso previo a su nombramiento como consejera se bregó en filiales extranjeras como FCC Environment, Alpine o Abfall. Y, hasta su nombramiento, era presidenta de la comisión de nombramientos y retribuciones, y miembro de las de auditoría, estrategia e inversiones.

El momento convulso por el que atraviesa la FCC presidida ahora por la heredera se asemeja a aquellos meses críticos de mediados de la pasada década, cuando su madre logró mantener el control del grupo ante las desavenencias surgidas con Vivendi (después Veolia), el que había sido su socio entre 1998 y 2004.

Reflotar el grupo

Entonces, fueron providenciales los 515 millones de euros aportados por la firma de capital riesgo Ibersuizas, el grupo vasco de la familia Aguinaga Llantada, a través de Eurocis-Cartera Deva, y el riojano de la familia Martínez, propietario de Bodegas Faustino, para quedarse con una participación conjunta superior al 20% de B-1998, la instrumental con la que Esther Koplowitz posee casi el 54% de FCC.

Ahora, lo que toca es plegar velas y vender todo lo vendible para lograr reflotar el grupo y, de paso, las finanzas familiares. En principio, no hay una urgencia inmediata para llevar a cabo las desinversiones. Hay tiempo hasta diciembre de 2015. Pero cuanto antes se cierren algunas operaciones mejor que mejor, de manera que esos 2.700 millones de minoración de deuda previstos se hagan de manera escalonada y evitar que a los acreedores les entre el pánico.

La primera desinversión, Realia

La de Realia puede ser la primera desinversión que se produzca en cuanto la inmobiliaria presidida por Ignacio Bayón cierre el acuerdo de refinanciación de 850 millones de euros correspondiente al crédito sindicado del negocio promotor (viviendas y suelo).

Las pérdidas ya están debidamente provisionadas, y el valor en libros por el que FCC tiene contabilizado el 30% de Realia, unos 75 millones, es similar al que vale hoy en bolsa. Muy lejos de aquellos 550 millones que ese porcentaje tenía en junio de 2007 cuando la promotora se estrenó en el mercado bursátil.

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