La Diputación de Jaén advierte: el precio actual del aceite de oliva es «artificial» y no cubre costes
Un estudio establece que el precio de equilibrio del ‘oro líquido’ debería situarse entre 5,55 y 6,14 euros por kilo para que dos tercios del olivar sean rentables en la campaña 2024/25

El presidente de la Diputación de Jaén y de Ferias Jaén, Francisco Reyes, durante la XXII Feria Internacional del Aceite de Oliva e Industrias Afines (Expoliva). Carlos Luján / Europa Press
La Diputación Provincial de Jaén ha advertido de que el precio actual del aceite de oliva virgen extra, en torno a 3,283 euros por kilo, es «artificial» y no refleja los costes reales del sector productor. Así lo concluye el estudio Regulación de la oferta en el mercado oleícola, elaborado por la Universidad de Jaén bajo la dirección del catedrático Manuel Parras Rosa.
El documento sitúa el precio técnico de referencia para la campaña 2024/2025, paralelamente, entre 5,55 y 6,14 euros por kilo. Y considera que la situación existente es una distorsión del mercado de origen que pone en riesgo la sostenibilidad del olivar tradicional.
Para establecer esta horquilla, el equipo investigador ha desarrollado un modelo de previsión que combina variables clave: producción nacional, existencias iniciales y una tendencia estructural de precios. Con un grado de precisión del 87%, el modelo estima que el precio medio del AOVE para la campaña próxima debería situarse en torno a los 5,84 €/kg.
Cuando los precios caen por debajo de estos niveles, el margen del agricultor se vuelve negativo, especialmente en explotaciones tradicionales o no mecanizables. «Los precios en origen no cubren los costes de producción de la mayoría de las explotaciones», han señalado los autores.
Esta situación afecta de forma directa al llamado «olivar vulnerable», que incluye explotaciones en pendientes superiores al 20% o con baja densidad de plantación.
Escenario optimista
El informe advierte que, sin una regulación efectiva de la oferta, se generan oscilaciones extremas de precios del aceite que perjudican tanto al productor como al consumidor. En ese contexto, la campaña 2024/2025 se presenta como un banco de pruebas para aplicar de forma preventiva los mecanismos de estabilización.
Los autores han simulado varios escenarios de rentabilidad para el olivar vulnerable. En el escenario central, con una producción media y precio medio de 6,14 euros por kilo, el 68,8% de la superficie obtendría ganancias y solo el 31,2% registraría pérdidas.
Y, si el precio alcanzase los 6,39 euros por kilo, como en el escenario optimista, las ganancias afectarían al 76,9% del olivar vulnerable. Incluso en el escenario más bajo del modelo (5,55 €/kg), la mayoría de las explotaciones seguirían siendo rentables: el 51,3% tendría ganancias, frente a un 48,7% con pérdidas.
El problema, subraya el estudio, es que el precio real de mercado hoy se encuentra muy por debajo de ese umbral, lo que desactiva la lógica de esos escenarios positivos.
Retirada de producto como estrategia de optimización
Como consecuencia, «el precio actual no permite cubrir los costes ni siquiera en escenarios productivos normales», advierten los investigadores. Hasta el momento, las formas de asegurar la continuidad de los productores de aceite de oliva han consistido en contar con mano de obra familiar no remunerada y a las ayudas de la Política Agraria Común (PAC), pero no son viables a largo plazo en un entorno de precios deprimidos.
El estudio destaca también la ausencia de medidas para retirar aceite del mercado o reconducir parte de la producción a usos no alimentarios, como contempla el Real Decreto 84/2021, y ofrece esta clave como una forma de facilitar los beneficios del sector olivarero.
La principal ventaja de la retirada de producto consiste en que evita que una sobreoferta hunda los precios en origen. Cuando en una campaña hay mucha producción (o muchas existencias acumuladas), la oferta supera la demanda. Y, si todo ese aceite sale al mercado a la vez, los precios se desploman. La retirada, por lo tanto, serviría para modular esa oferta y proteger el precio mínimo rentable para los productores.
Otros beneficios que se señalan son la estabilización de los precios entre campañas, moderando las subidas y las bajadas a largo plazo; y la protección de la viabilidad del olivar tradicional vulnerable.