La banca exige a El Corte Inglés que seduzca a Moody’s, S&P y Fitch

Las entidades acreedoras limitarán la actividad de los grandes almacenes hasta que obtenga el ansiado 'investment grade' por parte de las agencias

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El marcaje de la banca a El Corte Inglés tiene vía de escape. Las entidades refinanciaron 2.000 millones de euros de deuda de la compañía pocas semanas antes del estallido del coronavirus y en los primeros compases del estado de alarma le prestaron otros 1.311 millones; un oxígeno que venía con serias limitaciones al reparto de dividendo y a la inversión. El modo de sortearlas: obtener el ansiado investment grade.

En el informe financiero del ejercicio 2019/202, la compañía presidida por Marta Álvarez admite que está obligada a cumplir «unos ratios financieros» de los que solo podrá librarse «en el caso de obtener la calificación de grado de inversión» por una de las grandes agencias de rating, como Fitch, Moody’s y S&P.

El conglomerado concreta que «mientras no obtenga el grado de inversión», cumplir con los ratios y magnitudes exigidos por la banca es imprescindible «para la distribución de dividendo». De hecho, la organización ya aprobó un dividendo de solo 37,5 millones de euros en la junta de accionistas celebrada el pasado domingo.

Como ya avanzó Economía Digital en mayo, los días del dividendo desbocado han acabado en la calle Hermosilla. Cuando la banca accedió a prestar 1.311 millones de euros a la compañía para hacer frente a la pandemia ya advirtió que se había acabado la tendencia de destinar más del 30% de las ganancias a remunerar a los accionistas.

“El dividendo está limitado, pero no prohibido”, señalaban desde una de las entidades de confianza de la organización que lidera Marta Álvarez. Más después de ver como el porcentaje destinado a los dueños se ha incrementado de forma notable tras el fallecimiento del histórico presidente Isidoro Álvarez en 2014. Las mismas voces añadía que el pago a los accionistas “puede darse”, pero debe estar “justificado en las cuentas con un beneficio claro”.

A las reticencias de la banca se unieron las propias limitaciones del Gobierno. Cuando El Corte Inglés logró que el Instituto de Crédito Oficial (ICO) avalase el crédito recibido pasó a jugar bajo sus reglas. Y la normativa de las líneas de avales del ICO especifica que la financiación avalada deberá ser utilizada «exclusivamente para atender las necesidades de liquidez de la empresa, sin emplear los fondos para otros fines como el pago de dividendos», según reza la resolución publicada en el BOE el pasado 6 de mayo.

Las agencias enfrían el ‘investment grade’ para El Corte Inglés

Sin embargo, la consecución del investment grade no parece una tarea sencilla. Perseguido desde los días de Jesús Nuño de la Rosa en la presidencia de los grandes almacenes, el impacto del coronavirus hace que las agencias de calificación hayan puesto sus ojos en ellos, aunque no precisamente con una perspectiva optimista.

Ninguna de las tres grandes del sector –Fitch, Moody’s y S&P– ha dado la nota deseada a El Corte Inglés por su abultada deuda y su dependencia de sus mayores centros comerciales.  A finales de junio, Moody’s puso la calificación de la empresa (Ba1) en perspectiva negativa a pesar de mantener su nota.

A través de una nota, la firma celebró el «sólido desempeño de la compañía en su división de supermercados y en las ventas online» durante el estado de alarma. No obstante, el cerrozajo y la probable caída del consumo posterior dejarán a la compañía sin un tercio de sus ingresos en el ejercicio fiscal 2020/2021.

Apenas una semana después, Fitch siguió el mismo camino: mantener la nota (BB+) pero en perspectiva negativa. Según la sociedad, la pandemia «podría retrasar el camino de desapalancamiento de El Corte Inglés». 

Carles Huguet

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