DIA arruina a dos familias con la misma tienda (y vuelve a intentarlo)

DIA echó la culpa a una franquiciada valenciana por el cierre de una tienda que luego colocó a otra: también quebró. La cadena dice que la culpa nunca es suya

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Pilar Fernández, de 39 años, quedó arruinada tras gestionar un tienda DIA en Benimaclet (Valencia) durante dos años y medio. Cuando entró en la tienda, en 2011, la cadena de supermercados vendía 100.000 euros al mes. Rápidamente la franquiciada elevó las ventas hasta los 140.000 euros mensuales. Pero la facturación no era suficiente. Pese a vender más, Fernández se enfrentaba a pérdidas constantes. Estaba desconcertada por los resultados. “Desde el primer momento me di cuenta de que los números no daban. Tenía que comprar más de lo que ganaba. Me presionaban para que comprara cosas que no necesitaba. Era una presión constante. Tenía que comprar productos aunque nunca los vendiera. Allí me di cuenta de que su negocio es que el franquiciado compre. A ellos les da igual si quiebran o no”, explica Fernández.

Los supermercados DIA apuntan al crecimiento en toda España y en sus mercados internacionales a través de la franquicia. Es un modelo utilizado para una rápida expansión. De este modo, la empresa puede abrir tiendas con máxima seguridad porque el riesgo lo asumen los franquiciados con su propio dinero.

La empresa acusó a la franquiciada de no saber gestionar un negocio. Insinuaron que no sabía llevar las cuentas, que tal vez le robaban los clientes o los empleados. Pero la franquiciada asegura que las pérdidas venían de los pedidos y de un esquema de negocio que explota al franquiciado. “No llega la mercancía completa y te tienes que fiar de su palabra porque no hay forma de verificar que todo lo que te envían está correcto. Además, tienes que asumir las pérdidas de las ofertas. Y mientras más vendes, más pierdes”, explica.

DIA afronta una ola de demandas que describen que su modelo de negocio es una estafa para los franquiciados. En la presentación de los resultados financieros, el consejero delegado de DIA, Ricardo Currás, reconoció que la empresa tenía varias demandas y querellas abiertas pero aseguró que DIA gana más juicios de los que pierde.

Martín Ecuada, de 48 años, franquiciado de DIA. ED

Martín Ecuada, de 48 años, comenzó con la intención de gestionar el negocio mucho mejor que la anterior franquiciada. ED

El traspaso

Después de unas pérdidas de 145.000 euros, Pilar decidió cerrar. Entonces DIA recuperó el control de la tienda y la volvió a vender a otro franquiciado. Martín Ecuada, de 48 años, comenzó con la intención de gestionar el negocio mucho mejor que la anterior franquiciada.

Estaba convencido de que era un buen negocio, porque la tienda estaba en una excelente ubicación. Vendía cada mes por encima de los 100.000 euros. El primer año vio buenos resultados, pero las cifras óptimas no eran del todo reales porque estaba recibiendo las devoluciones del IVA. A partir del primer año, descubrió que, por los precios impuestos por DIA, estaba vendiendo a pérdidas. Y quien perdía era él.

«Estaba convencido de que era un buen negocio, porque la tienda estaba en una excelente ubicación. Vendía cada mes por encima de los 100.000 euros» 

“El problema son las ofertas y los cupones. Terminas vendiendo a pérdidas. Lo que ganas con un camión, no te llega para comprar el siguiente. Y así vas acumulando números rojos. Acabo de cerrar después de dos años y cuatro meses”, explica. Al preguntar por el motivo del fracaso, los responsables de DIA, encontraron rápidamente una razón.

“Estás gestionando mal. O te están robando los clientes o tus empleados”. Al final, cerró con casi 70.000 euros en deudas. Ahora la empresa le exige que entregue de inmediato las lleves de la tienda. “Tienen prisa por volver a abrir. Seguro ya están buscando un nuevo franquiciado”, remata.

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