Fridman lanza un dardo al Santander por bloquear el rescate de DIA

Letterone deja entrever en su comunicado que solo hay un banco acreedor que se niega a firmar el acuerdo por DIA. Y es el Santander

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Las cartas se ponen sobre la mesa en la opa sobre DIA. El fondo de inversión Letterone, propiedad de Mikhail Fridman, ya tiene más del 58% de la compañía, pero esto no siginifica que la viabilidad de la cadena de supermercados esté asegurada.

Los primeros vencimientos de deuda llegan en los próximos días y Fridman quiere que todos los bancos acreedores de la cadena de supermercados se comprometan a sindicar la deuda antes de que Letterone inyecte 500 millones en la compañía.

Y, en medio de esta situación, aparece Banco Santander. Es la entidad presidida por Ana Botín la que actualmente, según publicaron varios medios, está bloqueando el pacto entre el accionista y el resto de acreedores.

Es por eso que Fridman, ante la inminente posibilidad de que la compañía pueda caer en concurso —el próximo 20 de mayo—, lo ha deslizado: «Se ha alcanzado un principio de acuerdo sobre una estructura de capital viable a largo plazo con 16 de los 17 prestamistas sindicados existentes de la  sociedad, que representan el 77,5% de la financiación sindicada», ha explicado en el hecho relevante enviado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

A renglón seguido, el fondo con base en Luxemburgo ha dejado claro cuáles son los peligros si este pacto no se lleva a cabo: «Letterone se ha comprometido a suscribir su parte proporcional y a asegurar (u obtener el aseguramiento de un banco) un aumento de capital de 500 millones de euros para alcanzar una estructura de capital viable a largo plazo para DIA», explican.

Pero dicho aumento de capital, matizan, «sólo puede llevarse a cabo tras llegar a un acuerdo con todos los prestamistas sindicados de la sociedad». 

Negociaciones de Fridman y la banca

Fridman siempre se ha mostrado inflexible ante los acreedores que aún no han vendido su parte del préstamo a extender el vencimiento hasta 2023 y a no amortizar ni un euro en los próximos cuatro años.

Dos exigencias que, con el deterioro de la compañía durante el primer trimestre, han añadido una tercera: aportar líneas adicionales de crédito de 380 millones para financiar las necesidades inmediatas de liquidez.

No obstante, sus exigencias han chocado duramente con el Santander, que tiene 325 de los 912 millones del crédito sindicado. El banco cántabro no ha dado su brazo a torcer y le ha dado un portazos a Fridman en varias ocasiones.

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