Gay de Montellà da la última oportunidad a Abad

Los órganos de gobierno de Foment votan este lunes el acuerdo con Cecot, en un nuevo intento por meter en cintura a la patronal de Terrassa

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Última oportunidad para la paz en la patronal catalana Foment del Treball. Así se plantea el comité ejecutivo y la junta directiva de este lunes, que votará entre unidad o ruptura, según el planteamiento de una parte de los empresarios. Para otros, tienen que elegir entre tolerar la indisciplina de la Cecot o coger el toro por los cuernos y optar por la expulsión.  
 
Joaquim Gay de Montellà y Antoni Abad, a través de su equipo de negociadores, llegaron a un breve acuerdo para que ambas patronales continúen unidas. Como adelantó Economía Digital, pese a que Gay de Montellà parecía ya harto de las tropelías de sus socios de Terrassa, optó finalmente por buscar el acuerdo. Fueron muchas las presiones internas para evitar la ruptura.    

El presidente de Foment armó un equipo negociador formado por Joan Pujol, secretario general de la organización, y Joan Castells, vicepresidente. Pujol y Castells negociaron siempre por la reconciliación, buscando un acuerdo que evitara que la sangre llegara al río y que la patronal de patronales se romiera. 

Un acuerdo que satisface a todos    

El pacto se consiguió, y esta vez sí que interpela directamente a la Cecot. Así como hace casi un año, tras meses de reflexión, Foment optó por unas normas de comportamiento de las territoriales, esta vez es una acuerdo bilateral que obliga a la organización de Terrassa a ceñirse a dichas normas y a los estatutos de Foment.      

Es decir, se han terminado fiestas en Barcelona, actividad comercial fuera del Vallès, reuniones con consejeros de la Generalitat a espaldas (y antes) de Foment, etc. Abad habría aceptado porque, expulsado y en solitario, tendría más difícil su actividad, y porque quiere ser presidente de Foment en 2018.  
   
¿Y Foment qué saca de este acuerdo? Si se cumple, algo que no todos dan por hecho, Gay de Montellà habrá logrado una victoria, en la que ya ni él mismo creía, tras una ardua batalla. Si no, podrá optar automáticamente por la expulsión. Y además, satisface a la mayoría de su cúpula.    

La búsqueda de la unidad    

Buena parte de los empresarios que forman los órganos de gobierno de Foment son contrarios a la expulsión de Cecot, según las fuentes consultadas por este medio. No es que defiendan las actuaciones de Abad –la mayoría las afean–, pero prefieren una patronal más grande y fuerte. Ante el ascenso de Pimec, creen que sin Cecot pueden perder representatividad e influencia.    

Gay de Montellà se ha movido entre las dos orillas. Su discurso siempre fue favorable a la unidad, y llegó a decir que no quería ser el presidente de Foment que hiciera más pequeña la patronal. No obstante, harto ya de no encontrar una solución, en diciembre llevó a la junta la suspensión de Cecot durante un año. Perdió.    

Una mayoría de los empresarios le emplazó a negociar directamente durante un mes –que finalmente han sido casi dos– una solución pactada. La que se vota el lunes. Todo hace prever que se aprobará, pero nunca se sabe. Gay de Montellà ya vio en diciembre cómo se tumbaba su propuesta, algo casi insólito en la sede de la patronal.

Xavier Alegret

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