Mi afición, mi profesión

Crece el número de emprendedores que convierte su 'hobby' en su fuente de ingresos. La crisis, con un aumento de 2,5 % de autónomos, ayuda a dar el paso

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Carmen era demasiado activa como para dejar sus planes en manos de otros. Deportista, viajera y con cierta dificultad para permanecer quieta, su afición por diseñar escapadas y actividades deportivas terminó robándole más tiempo del pensado y devolviéndole más beneficios de lo que nunca soñó.

Hoy por hoy, convertida en empresaria y con su proyecto Sporty People en marcha, mira hacia atrás a aquellos días en los que su hobby dejó de ser un juego para ocupar la mayor parte de su tiempo. Al frente del departamento de comunicación de Especies de WWF, no puede decirse que su trabajo fuera aburrido o desmotivante. Simplemente, su afición empezó a tirar demasiado. Carmen Arufe es un ejemplo de eso con lo que todos fantasean alguna vez pero sólo algunos consiguen. De ese sueño al que muchos, camino del trabajo, o más bien de regreso, dan vueltas en la cabeza: convertir en un modo de vida esa afición con la que las horas se pasan volando.

«Llevaba un tiempo viviendo en Madrid cuando me di cuenta de que para salir de cañas había mucha gente pero no para levantarse temprano a hacer senderismo», bromea. Corría el año 2010 y Carmen creó un perfil en la red on line Meetup buscando gente de cualquier país afincada en Madrid con inquietudes ‘activas’. Entonces, diseñaba planes pequeños, actividades deportivas o paseos que cambiaban con las estaciones. Luego vinieron las vacaciones y los planes a la carta. Vino la decisión: El convertir aquel proyecto personal en un trabajo y dedicarse a él en cuerpo y alma.

24 horas de horario flexible

Ahora, Sporty People cuenta con un catálogo on line de decenas de actividades y también ofrece experiencias personalizadas para particulares y empresas, sobre todo, internacionales. Desde despedidas de soltero a viajes corporativos, nada se resiste a esta empresaria que tiene entre sus proyectos cercanos abrir una delegación en Barcelona. «Nunca imaginé que se convertiría en una empresa pero ahora soy muy feliz. Trabajo 24 horas al día, sí, pero mi tiempo es mío y lo organizo como quiero», dice segura.

Para Carmen el salto significó dejar atrás un trabajo «tradicional» y una gran empresa. Para otros la aventura ocurrió más sutilmente, al calor de una crisis que modificaba los sectores en los que habían trabajado durante años. Es el caso de Antón Vallverdú, alma máter de Relojes Especiales, el mayor foro de relojería en castellano y ex comercial de empresas de mobiliario de diseño.  Gran enamorado de los relojes, en 2001 entró en una comunidad on line con la que compartía inquietudes. En 2004, cuando el foro de origen languidecía, decidió reavivarlo montándolo él mismo.

Una salida a la crisis

«Nunca lo pensé como un negocio. De hecho, en esa época algunos amigos, probablemente con más visión que yo, me lo decían, pero yo seguía considerándolo sólo un hobby«, recuerda. «El dedicarme al foro a tiempo completo es el resultado de una progresión: requería  cada vez más recursos mientras que el sector del mueble sufría la crisis. Fui despegándome poco a poco y, a finales de 2013, comuniqué mi decisión a la última empresa con la que mantenía relación comercial», explica.

Con una media de 700.000 visitas mensuales, Relojes Especiales es la gran comunidad relojera en español en Europa y América. «Los principales retos tienen que ver con la tecnología y con la dificultad de gestionar comunidades humanas. Ahora mismo somos una de las principales plataformas de compraventa de relojes en internet y es preciso tener cubiertos el plano técnico y el legal», apunta alguien que reconoce que desconecta poco de este trabajo-afición con la que se divierte tanto.

Una máquina de coser regalada fue el gran acicate del cambio de vida de Elisabeth y Andreu, propietarios de Jan et Jul, una de las principales tiendas online de pachwork en España.  Elisabeth trabajaba en la obra social de una importante institución, él en la distribuidora Filmax.  Había nacido el primero de sus hijos y ella descubrió esta artesanía y se sumergió de lleno.  «Vio que ciertas telas y materiales sólo se encontraban en el extranjero y que no estaban disponibles en los fragmentos pequeños que el pachwork requiere», recuerda Andrés. «Un día pensamos que sería buena idea hacer una web en la que se ofrecieran esas telas y materiales que nosotros mismos necesitábamos». Aquello fue el primer paso.

Conocimientos a prueba

Elisabeth y Andreu habían estudiado empresariales y pusieron sus conocimientos a prueba. «Hicimos un plan de marketing y estudiamos la viabilidad del proyecto. Usábamos las noches y los fines de semana pero a los dos años vimos que la web tiraba y nuestros trabajos no tanto», reconoce Andreu. Fue ella la primera en dar el paso, luego él, justo cuando la economía española más se resentía.

«Ahora sabemos que hicimos lo correcto. El proyecto funcionó desde el principio. Nuestros conocimientos nos ayudaron mucho. Incluso ahora, que acabamos de abrir una tienda física, seguimos siendo prudentes e intentamos ser muy profesionales. Medimos cada paso y sabemos que somos sólo dos con colaboradores puntuales. Un día eres director de marketing y al rato repartidor de género en moto…», dice riendo.

Encontrar el nicho de novedad

Quizás por lo que tiene de espontáneo, de la frescura de lo no planificado, las historias de personas que han dejado un trabajo tradicional por abrazar sus aficiones suelen ser historias de éxito. Al calor de una crisis que ha aumentado el número de emprendedores hasta los 3.125.806 autónomos, un 2,5% en 2014 según la Federación ATA, los ejemplos de personas que se reciclan apostando por aquello que mejor saben hacer se convierten en un acicate para otros en similar posición. La clave es encontrar el nicho, encontrarlo antes que el resto y, muy seguramente, ser capaz de poner el corazón.

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