Adiós al concurso de acreedores: IKKS tendrá nuevo dueño que eliminará hasta 500 empleos
Tras la declaración de insolvencia, el tribunal recibió inicialmente diez ofertas de compra, aunque solo tres llegaron realmente vivas a la audiencia de finales de noviembre
IKKS ya ha cerrado algunas tiendas en Francia
La francesa IKKS ha evitado la desaparición tras su paso por los tribunales, pero pagará un precio elevado. La oferta ganadora de los empresarios Santiago Cucci y Michaël Benabou salva la marca, a costa de suprimir cerca de 500 empleos en Francia y cerrar decenas de tiendas.
El caso se ha convertido en un nuevo baluarte de la crisis del pret-a-porter francés, que ya se ha llevado por delante marcas como Camaïeu, Kookaï, San Marina o Comptoir des Cotonniers, y evidencia la fragilidad del segmento de moda de gama media frente a la fast fashion y al desplome del consumo.
Fundada a finales de los años 80, IKKS creció sobre un posicionamiento de moda urbana “casual chic” para mujer, hombre y niño, con un estilo fácilmente reconocible y un fuerte peso de las colecciones infantiles y teen.
Antes del estallido de la crisis más reciente, el grupo operaba alrededor de 600 puntos de venta en el mundo y empleaba unos 1.500 trabajadores, de los que 1.094 estaban en Francia.
En 2019, la filial Ikks Retail facturaba en torno a 261 millones de euros, aunque la pandemia recortó esos ingresos a unos 211 millones en 2020, evidenciando la presión sobre sus márgenes.
El 2 de octubre de 2025, el tribunal de actividades económicas de París colocó a la marca en redressement judiciaire (administración concursal), abriendo una fase de observación hasta abril de 2026 para buscar un reprendedor y evitar una liquidación pura y dura.
Entre las causas señaladas figuran la crisis sanitaria, que desplomó las ventas físicas y aceleró el cambio hacia lo digital, el impacto de la guerra en Ucrania –que afectó a parte de sus aprovisionamientos–, la inflación en costes logísticos y energéticos y la competencia feroz de la fast fashion y las plataformas online.
En este contexto, IKKS se suma a una larga lista de marcas francesas de prêt-à-porter que han debido reestructurarse o desaparecer en los últimos años, golpeadas por un modelo de negocio basado en tiendas físicas intensivas en capital y por una clientela que compra menos y exige más promociones. El segmento medio, en el que se sitúa IKKS, es el que más sufre: no puede competir en precio con la fast fashion ni en valor añadido con el lujo, quedando atrapado en una especie de “tierra de nadie” comercial
Salvamento, pero con 500 despidos
Tras la declaración de insolvencia, el tribunal recibió inicialmente diez ofertas de compra, aunque solo tres llegaron realmente vivas a la audiencia de finales de noviembre.
Entre ellas estaban propuestas parciales, como la de Faguo, que solo quería unos 15 puntos de venta, o la del grupo Beaumanoir, interesado en un puñado de tiendas, lo que habría supuesto una destrucción masiva de empleo y un futuro muy fragmentado para la marca.
La resolución final ha favorecido al grupo Cucci‑Benabou, considerado por los representantes de los trabajadores como la opción “más seria” para garantizar cierta continuidad.
La oferta, validada por el tribunal de París, prevé mantener 546 puestos directos en Francia y suprimir alrededor de 500 empleos, de modo que la plantilla se reduce prácticamente a la mitad.
En cuanto a la red comercial, la propuesta contempla la conservación de 92 tiendas propias, que suponen 341 empleos, así como 27 corners en Galeries Lafayette, con 44 trabajadores asociados a estos espacios.
Alrededor de 161 personas seguirán en el sede central y servicios corporativos, mientras que se mantienen también cerca de 100 puntos de venta afiliados, que representan unos 300 empleos indirectos.
Pese al golpe, el comité social y económico (CSE) de IKKS emitió un dictamen favorable a la oferta, argumentando que “no es perfecta, pero permite salvar varios cientos de empleos y preservar el corazón de la marca”.
Su abogada, Hélène Signoret, ha subrayado que el plan implicará “muchos despidos”, especialmente en el sede de Saint‑Macaire‑en‑Mauges (Maine‑et‑Loire) y numerosas cierres de tiendas, pero recuerda que las alternativas habrían sido aún más devastadoras para el empleo.