¿Por qué casi nunca cierra una franquicia Caprabo?

La red de supermercados permite la contratación con cualquier proveedor y la libertad para fijar precios, dos reivindicaciones de los socios ahogados en otras cadenas

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La cadena de supermercados Caprabo ha optado por crecer en Cataluña con pequeñas tiendas de proximidad bajo la modalidad de franquicia. La empresa no ha planteado una expansión agresiva ni pretende lograr una larga lista de adhesiones en un corto período. Con 200 solicitudes de información al mes, apenas incorpora 15 franquiciados al año a su red. No todos los que quieren logran ingresar, lo que da garantía de calidad a la insignia.

La conflictividad entre marcas y franquicias se ha disparado en España por contratos en los que las empresas adhieren socios en condiciones poco ventajosas y, en ocasiones, agresivas. Muchas marcas exigen a los franquiciados comprar sólo al distribuidor oficial e imponen márgenes muy ajustados que ponen en riesgo la viabilidad.

Caprabo, que inició el modelo de franquicia en 2010, presenta un esquema de negocio diferente en el que –asegura— apuesta por una relación de largo plazo. No busca rápidas ampliaciones ni exprimir al franquiciado para obtener dinero rápido. Por ello, no cobra cuotas de entrada ni comisiones por las obras de reforma de los locales, dos prácticas extendidas en otras marcas.  

«La cadena sólo cobra el 1,68% de la facturación a los franquiciados, una cuota en la que se incluye la promoción, la logística, el márketing, el software de gestión y la asesoría», explica Jordi Lahiguera, responsable de Franquicia de la cadena. «Pero esta cifra se compensa con los rápeles (abonos por fidelidad de compra al supermercado) que llegan al 1,5% de las compras si más del 85% de la mercancía se adquiere en la red de Caprabo», añade el portavoz.  

Modelo en pequeñas tiendas  

Caprabo ha sumado 42 franquicias entre sus 285 tiendas operativas. En los próximos dos o tres años, la empresa pretende abrir entre 40 y 50 nuevas tiendas bajo este modelo de negocio ubicado en pequeñas localidades (unos 3.000 habitantes) o en barrios de grandes ciudades donde no es posible instalar grandes superficies.  

Los supermercados propios de Caprabo suelen tener entre 900 y 1.000 metros cuadrados, pero con la expansión, pausada pero sostenida, la cadena catalana fundada en 1959 busca socios para gestionar tiendas más pequeñas.  

La inversión inicial suele oscilar entre los 700 y 800 euros por metro cuadrado. El retorno se completa entre los tres y cuatro años pero Caprabo, junto con una consultora externa, elabora el plan de viabilidad del negocio y el estudio de mercado.  

Las ubicaciones pueden ser sugeridas por los franquiciados pero la compañía, en muchas ocasiones, veta el lugar del establecimiento tras estudiar el entorno y la competencia. No cualquier local sirve.

Las ofertas agresivas, uno de los dolores de cabeza de muchos franquiciados de supermercados, tienen en Caprabo una compensación económica. Es decir, la oferta no es asumida íntegramente por el franquiciado, sino por las dos partes.  

Caprabo no ha tenido conflictos judiciales con ninguno de sus franquiciados, según explica la marca. Pero la empresa también reconoce que ha tenido algunos cierres. La franquicia perfecta no existe y algunos factores como la ubicación o la competencia han podido influir en estos casos, pero la cadena asegura que se trata de un índice muy residual. «Habrá franquiciados más contentos y menos contentos pero con todos tenemos una relación cercana y leal», añade el responsable.  

Los franquiciados convencionales de la cadena tienen superficies de venta de más de 250 metros cuadrados pero ahora los supermercados catalanes también han desarrollado Caprabo Ràpid, una tienda de autoservicio de menos de 150 metros cuadrados que, por la ley autonómica, puede disfrutar de horarios flexibles y abrir más de diez horas. Es su franquicia más autónoma. 

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