»Sin los Iranzo, Clos, Cottet o Bagués no se entendería el poder comercial catalán»

Hasta 50 empresarios, cuyas historias se recogen en 'Capitans del Comerç', asumen la responsabilidad con sus ciudades, y consideran que las trabas administrativas se han incrementado en exceso

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La figura de «l’hereu», del que hereda la gran parte del patrimonio. «Eso provocó, en gran medida, la grandeza del poder económico catalán». Lo asegura el periodista y escritor Joan Safont, que ha reunido las historias de 50 empresarios del comercio catalán, en el libro Capitans del Comerç, historia viva del pasado reciente de Cataluña. «Sin los Iranzo, Clos, Cottet, o Bagués, entre otros muchos, no se entendería el poder comercial catalán», asegura, con la convicción de que ha rescatado las vivencias de familias que, hasta ahora, no querían ofrecer sus experiencias en público.

Safont se refiere a esa figura del heredero, propia del Código Civil catalán, porque se ha encontrado en muchos casos con la misma experiencia: «Los hijos que no eran los primogénitos tenían claro que se debían buscar la vida, recibían la legítima, la pequeña parte que les tocaba, y se marchaban de las casas pairales, a las ciudades, a buscar suerte».

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El obstáculo como oportunidad

Esa «oportunidad» les llevaba a trabajar y a montar negocios, que sus hijos y nietos acabaron superando. Es decir, el obstáculo inicial, se convirtió en incentivo, para «con tesón y trabajo», impulsar negocios. Sin embargo, Safont tiene claras las diferencias: «Hace un siglo, o hace cincuenta años, es verdad que todo estaba por hacer, que todo era más fácil, que no había tantas regulaciones, para lo bueno y para lo malo, y que eso permitió poner en pie negocios, que ahora serían más complicados».

Por las páginas de Capitans del Comerç (Mobil Books-Banc Sabadell), que presentará este lunes el president Carles Puigdemont con una nutrida presencia empresarial, y con el presidente del Sabadell, Josep Oliu, pasan las familias de Josep Adell Antonio (Grupo Julià); Joan Ametller Vallès (Ametller Origen); Maria Bagués (Bagués); Francesc Berneda (Munich); Jordi Clos (Derby Hotels); Jorge Cottet (Cottet); Antonio Escribà (Escribà); Juan Gassó Bosch (Gaes); Pascual Iranzo Oliete (Iranzo); Amancio López (Grupo Hotusa); Joan Manuel Soler Pujol (Quadis); Enrique Tomás Ruiz (Enrique Tomás), o Salvador Tous Ponsa y Rosa Oriol Porta (Tous), entre otros.

A Jordi Clos Llombart, con una infancia difícil, en el Raval de Barcelona, hijo de un republicano encarcelado después de la Guerra Civil, y afectado de poliomielitis, se le puede ver fotografiado en una excavación en Egipto. Su historia es representativa de los emprendedores, apegados a la ciudad de Barcelona, y a la sociedad catalana, que luchan con innovaciones constantes. Sus hoteles son una muestra.

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De la barbería a un centro de estética

Las mismas que pone en marcha el hijo de Iranzo Gascón, que provenía de una familia muy humilde de Muniesa, en Teruel. Iranzo Oliete, su hijo, convertirá una barbería en un gran negocio de la estética y de la imagen personal. «Iranzo es un gran humanista, es una de las historias que más me ha impresionado a la hora de redactar el libro», asegura Safont.

En sus conversaciones con las familias, con los hijos y nietos de los pioneros, Safont asegura que hay un denominador común que le van transmitiendo: «Me hablan de un enorme amor al turismo, en el caso concreto de Barcelona, de un apego a la ciudad, por la que sienten una responsabilidad para mantener una imagen diferencial, porque son negocios que ofrecen marca de país, y también se quejan de que las trabas administrativas son cada vez mayores, eso es una tónica general», asevera.

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Emprendedores hechos a sí mismos

Hay historias de inmigrantes, de personas que se hacen a sí mismas, como las de Amancio López, que ha creado un imperio con Hotusa. López, gallego de origen, con 18 años trabaja en Mallorca, y llega a Barcelona, donde se gana la vida desde pintando a repartir cartas por los buzones, mientras se va especializando, poco a poco en el mundo del turismo y la hostelería.

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Otra experiencia personal es la de Enrique Tomás, nacido en una familia originaria de Oriola, en Alicante. Con sólo 16 años, Tomás ayuda en el mostrador en la tienda en el mercado de la Salut, en Badalona. La charcutería se irá especializando en jamón, hasta hacer de ello un arte.

Tras el fútbol, una tienda de deportes

Y otras son entrañables. A muchos futbolistas les pasó de todo. A pesar de ganar dinero, aunque no el que se gana ahora, acababan con problemas económicos tras arruinarse con los negocios que impulsaban. No fue el caso de Benito García Cano, a pesar de muchas penalidades, que fichó por el Barça pocas semanas de que se acabara la Guerra Civil. Formaba parte de una alineación que se hizo querer: Miró, Zabala, Benito, Raich, Rosalench, Franco, Sospedra, Escolà, Mariano Martín, Balmanya, Valle o Bravo.

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En 1943 Benito fundaría una tienda de deportes, junto con Mariano Martín, en la Avenida de la luz, de Barcelona. Ahora, su hijo, Benito García Debora, ha levantado Benito Sports, una cadena de tiendas multimarca.

Safont se queda con esa idea del esfuerzo, que domina en las familias del comercio catalán. «El lema es el sacrificio y el trabajo constante, y eso ha permitido a muchos de ellos continuar», asegura. Benito García Debora lo resume en la entrevista: «Vivir para el negocio, no del negocio», siguiendo el espíritu de su padre, un trabajador del fútbol.

 

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