Freixenet avanza en su reorganización interna con la absorción de Castellblanch

La cavista ha integrado nueve de sus filiales en los últimos tres años para simplificar la gestión y buscar una mayor eficiencia

Entrada de la bodega Freixenet, en Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona)

Entrada de la bodega Freixenet, en Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona)

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Cuando en 2018 el grupo alemán Henkell adquirió el 50% del capital de Freixenet, la compañía inició un proceso de reestructuración societaria con el objetivo de poner orden y optimizar sus negocios. Un plan de acción que ya ha implicado a ocho de sus filiales y que fue interrumpido por la pandemia, avanza ahora con la absorción de Castellblanch, una bodega que se integró en el grupo catalán en el año 1984. 

Situada en Sant Sadurní d’Anoia, en Barcelona, Castellblanch elabora cavas autóctonos como el Xarel·lo, el Parellada o el Macabeu. Una vez finalice la fusión, los activos y fondos del negocio pasarán a formar parte de Freixenet, la cabecera del grupo que ya cuenta con el total de su participación. La cavista seguirá comercializando sus productos como marca, mientras trabaja activamente en su desarrollo desde sus departamentos comercial y marketing, según fuentes de la empresa.

La absorción de esta bodega forma parte de un proyecto más ambicioso, que está integrado en el plan estratégico del grupo de la familia Ferrer y que ha llevado a la empresa a la reorganización de otros activos de su cartera. Su objetivo principal es claro: simplificar la gestión y la estructura legal de la compañía, así como buscar una mayor eficiencia.

Anteriormente, la empresa líder en vinos espumosos en España ya formalizó la absorción de ocho de sus filiales dentro de la matriz del grupo en dos operaciones distintas. La primera llegó en 2019, cuando integró las compañías Cavas Conde de Caralt, Rigol, Canals y Nubiola, Freixenet Retail y Corporación Mercantil Celes, de las cuales ya poseía el 100% del capital. 

En ese momento, las históricas Conde de Caralt y Canals y Nubiola ya no tenían actividad productiva ni bodega propia, y solo conservaban la marca bajo su propiedad. Lo mismo pasaba con Rigol, la compañía que gestiona los cavas y vinos de gamma baja del grupo Freixenet.

Más allá de los fabricantes de bebidas, el grupo operaba dos tiendas propias de vinos y cavas bajo la empresa Freixenet Retail. Una de ellas se ubica en Sant Sadurní, donde también se sitúa la sede del grupo, y la otra en Barcelona. Por último, Corporación Mercantil Celes era la empresa con la que Freixenet invertía en otros negocios fuera del sector enológico. 

La segunda tanda de movimientos llegó un año después, cuando la matriz del grupo absorbió las empresas René Barbier, Gráficas San Quintín y Eurocàpsules. René Barbier elaboraba vinos desde su bodega en Torrelavit, Barcelona, mientras que la segunda empresa se dedicaba a la preparación de soportes y Eurocàpsules a la compra y gestión de bienes inmuebles.

Crecimiento solo interrumpido por el covid

Otro de los ejes que mueve esta reestructuración es la voluntad de la compañía de poner el foco en su punto fuerte: los vinos espumosos. De hecho, las ventas de estos productos se incrementaron en un 15% en 2021 respecto al año anterior, hasta los 843 millones de euros. Estas operaciones comportaron un aumento de la cuota de mercado de Freixenet en España y Alemania.

Fue la venta de espumosos que permitió a la cavista batir un récord y facturar 1.325 millones de euros en 2021, un 11% más que en 2020. Desde la fusión de la empresa catalana con Henkell, solo el covid supuso un obstáculo en el crecimiento de sus ventas. Esta traba se superó con creces el año pasado, cuando Henkell Freixenet, el nombre resultante de la unión que quiso mantener la marca española por su status internacional; superó las ganancias previas a la pandemia.

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