Lorpen se salva de la extinción: 25 empleados se unen para comprar la fábrica tras el concurso de acreedores
Calcetines de alto rendimiento de la marca Lorpen. Foto: Lorpen
La histórica empresa Lorpen, especializada en calcetines técnicos y prendas térmicas de alto rendimiento, ha encontrado una nueva oportunidad de vida gracias a la determinación de su plantilla. Un grupo de 25 empleados ha adquirido la fábrica de Echalar (Navarra) tras recibir el visto bueno del Juzgado de lo Mercantil de San Sebastián, que ha autorizado la venta de la unidad productiva de la compañía.
Con esta decisión judicial, la marca evita su desaparición definitiva tras meses de incertidumbre derivados del concurso de acreedores del grupo Ternua, al que pertenecía. La operación, valorada en 400.000 euros, se ha materializado a través de la sociedad Artain25, creada por los propios trabajadores con el objetivo de mantener viva la producción local y los empleos asociados a la empresa.
Una operación con compromiso y arraigo
El acuerdo judicial contempla, además del pago principal, 54.000 euros correspondientes a un contrato de leasing, así como la subrogación de 28 empleados, lo que evita indemnizaciones por más de 640.000 euros. De este modo, la planta de Echalar continuará en funcionamiento, preservando una actividad industrial que representa un referente en el valle del Baztán y un ejemplo de especialización en el sector textil técnico.
Según fuentes próximas al proceso, los trabajadores impulsaron la propuesta ante la falta de alternativas reales que garantizaran el futuro de la marca. “No queríamos que Lorpen desapareciera; aquí hay mucho más que una fábrica, hay una historia, una comunidad y un saber hacer que no podíamos dejar perder”, señalan desde el nuevo equipo de gestión.
El Juzgado de lo Mercantil ha respaldado plenamente la operación, considerando que la propuesta de los empleados era la única viable para asegurar la continuidad de la empresa y evitar el deterioro del valor industrial acumulado.
En su resolución, el juez destaca que la venta cumple con los principios de celeridad y proporcionalidad del régimen concursal, y subraya que “no se ha acreditado perjuicio económico para la masa ni se ha ofrecido alternativa más ventajosa”. Además, valora de forma positiva que Artain25 esté formada exclusivamente por empleados de Lorpen, ya que ese vínculo refuerza la implicación, la estabilidad y el compromiso con el territorio.
Las entidades financieras que habían presentado objeciones por “insuficiencia del precio” y “falta de transparencia” no lograron convencer al tribunal. La administración concursal defendió que el proyecto de los trabajadores era la única opción que garantizaba tanto la continuidad productiva como la conservación del empleo, y que cualquier otra alternativa supondría la liquidación inmediata de los activos.
Un soplo de esperanza para la industria navarra
Con esta operación, Lorpen se convierte en un símbolo de resiliencia industrial en una comunidad acostumbrada a ver cómo la deslocalización y la competencia internacional golpean al sector manufacturero. El proyecto de los trabajadores no solo mantiene los empleos existentes, sino que abre la puerta a un modelo cooperativo o participativo que podría inspirar a otras empresas en crisis.
La nueva sociedad Artain25 ya trabaja en un plan de viabilidad a medio plazo, que contempla la diversificación de mercados internacionales, el refuerzo de la marca en el canal profesional de montaña y deporte, y la inversión en innovación textil sostenible, uno de los pilares históricos de Lorpen.
La empresa, fundada en los años 80, se consolidó como pionera en la fabricación de calcetines técnicos para actividades al aire libre, combinando fibras naturales y sintéticas de última generación. Sus productos han sido utilizados por montañeros, corredores y expedicionarios de todo el mundo, lo que la convirtió en una de las referencias españolas en ropa técnica.
Un grupo en descomposición
El rescate de Lorpen marca una nueva etapa en la reestructuración del grupo Ternua, que ha atravesado un proceso concursal complejo durante los últimos dos años. Tras la venta de Loreak Mendian y Ternua, la continuidad de Lorpen permite cerrar una de las fases más delicadas del proceso, mientras que el futuro de Astore sigue pendiente de resolución judicial.
Fuentes jurídicas señalan que la operación “demuestra que las soluciones de rescate interno pueden ser eficaces cuando existe voluntad colectiva y apoyo institucional”, y destacan la rapidez con la que el juzgado ha autorizado la transferencia de la unidad productiva.
Para los trabajadores, esta operación no es solo una transacción económica, sino una reivindicación del papel humano en la industria. En un contexto de automatización y deslocalización, el caso de Lorpen pone de manifiesto que el compromiso de una plantilla puede ser el motor que salve una empresa entera.
Los nuevos propietarios aseguran que mantendrán el espíritu de innovación que ha caracterizado a la marca durante décadas, pero con una gestión más participativa y cercana. “Queremos demostrar que una empresa puede ser rentable sin perder su alma”, explican desde Artain25.
Un futuro en manos de quienes lo construyeron
La compra de la fábrica por parte de los empleados no solo preserva el empleo directo, sino también el ecosistema local de proveedores y talleres asociados, que dependen en gran medida de la actividad de Lorpen. En total, el impacto económico se estima en más de 60 familias beneficiadas directamente por la continuidad del proyecto.
Con esta operación, Lorpen renace bajo un modelo de gestión local y cooperativa, reafirmando su arraigo con Navarra y su apuesta por la sostenibilidad industrial. El reto ahora será mantener su competitividad en un mercado global, pero con una ventaja diferencial: una plantilla que no trabaja solo por un sueldo, sino por un proyecto común que lleva su nombre y su historia.
Lorpen se salva así de la extinción, y lo hace gracias a quienes más creyeron en ella: sus propios trabajadores.