El fantasma griego reaparece más lúgubre que antes

La Unión Europea afronta una semana decisiva con la revisión del programa de rescate de Grecia. Atenas descarta ya un acuerdo en todos los puntos

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Grecia y sus acreedores han iniciado una semana de intensos contactos abocados a cerrar en el Eurogrupo del lunes próximo un primer acuerdo técnico sobre la revisión del programa de rescate. Sin embargo, el gobierno de Atenas ha descartado ya que en esa cita haya una solución que englobe todos los asuntos pendientes. En los próximos siete días los contactos serán a nivel técnico y por teleconferencia, después de que los jefes de misión de la denominada «cuadriga» —Comisión Europea (CE), Banco Central Europeo (BCE), Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) y Fondo Monetario Internacional (FMI)– abandonaran Atenas el viernes pasado.

En los pasados diez días de negociaciones directas hubo una serie de avances, por ejemplo en lo que se refiere a los arreglos extrajudiciales para las deudas morosas de empresas con la banca y Hacienda. Durante esta semana se intentarán resolver los flecos pendientes en materia de privatización y liberalización de las energéticas, lo que incluye la venta de un 17% del 51% de las acciones que mantiene todavía el Estado en la compañía eléctrica DEI.

Otros muchos de los cerca de 50 asuntos incluidos en esta segunda revisión del programa, de cuya resolución depende el desembolso de un tramo de 6.100 millones de euros, quedaron ya solventados en diciembre pasado.

El escollo de la reforma laboral

El principal escollo, sin embargo, sigue siendo el de la reforma laboral, la única materia en la que  Alexis Tsipras, que ha cedido en un sinfín de exigencias con repercusiones directas sobre los pequeños bolsillos, mantiene una línea roja. El FMI se mantiene por ahora férreo en su exigencia de elevar las posibilidades para los despidos colectivos, de limitar el derecho a huelga y de rechazar la vuelta a los convenios sectoriales, eliminados por el anterior Ejecutivo a instancias de los acreedores y que Syriza, el partido gobernante de extrema-izquierda,  quiere restablecer a toda costa.

El principal escollo continúa siendo la reforma laboral, a la que Tsipras se niega

El objetivo inmediato de Tsipras es evitar que un acuerdo global pueda estallar por falta de consenso en esta materia. La meta, por tanto, es excluirlo de este primer acuerdo técnico y convertirlo en un asunto a debatir a nivel político.

En los próximos días se intentará además acercar posturas en lo que se refiere al compendio de medidas -fiscales y en materia de pensiones- por valor de unos 3.600 millones de euros a las que se ha comprometido Grecia para garantizar que en los años posteriores al actual rescate -que finaliza en agosto de 2018- pueda mantener un superávit primario del 3,5% del PIB.

Según los medios locales, parece haber consenso ya en materia fiscal, de la que provendrá en torno a la mitad de la cuantía requerida, y que se recaudarán a través de la reducción del mínimo exento de imposición de los actuales 8.636 a 5.900 euros anuales. Sigue habiendo problemas en materia de pensiones que, tras doce reducciones en siete años, afrontan un nuevo tijeretazo a partir de 2019.

Objetivo fiscal y alivio de la deuda

Una vez queden superadas las diferencias, el Gobierno deberá someter estas medidas, así como las contramedidas que ha prometido para compensar la carga fiscal, al voto del Parlamento, lo que en ningún caso ocurrirá durante esta semana.

Otro asunto que quedará relegado, como pronto, al próximo Eurogrupo, del 7 de abril, será definir el objetivo fiscal a medio plazo, es decir, durante cuántos años deberá generar Grecia superávit primarios a partir de 2019. Alemania exigía que fueran 10 años, una posición maximalista que Grecia ha rechazado categóricamente y que, según fuentes gubernamentales, al parecer tampoco comparten la inmensa mayoría de los socios.

Aun llegando a un acuerdo con los acreedores, las medidas deberán pasar por el Parlamento

Otra de las condiciones para cerrar lo que Atenas denomina «acuerdo global» es fijar las condiciones para el alivio de la deuda a medio plazo, un tema del que Alemania en principio no ve necesidad de hablar antes de que termine el programa de rescate. Para el Gobierno de Tsipras, en cambio, cerrar este asunto es de vital importancia, pues de lo contrario no puede volver a entrar en el programa de compra de bonos del BCE, requisito indispensable para poder financiarse en los mercados.

Con todos estos asuntos por resolver, los más optimistas, entre los que se incluyen el propio Tsipras, esperan que el acuerdo global pueda cerrarse a comienzos de abril. Otros, menos optimistas, no lo ven factible antes del subsiguiente Eurogrupo, previsto para el 22 de mayo, más aún teniendo en cuenta que el FMI, que todavía tiene que decidir sobre su participación en el actual programa de rescate, no tiene prevista su reunión primaveral hasta el 21 de abril. 

Economía Digital

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