Unicaja abre el camino a una prórroga en el debut bursátil de Ibercaja

Europa puede ser más flexible para ampliar el plazo más allá de diciembre de 2020 ante otros problemas más urgentes del sector y las caídas en el parqué

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La documentación pendiente de revisión que Mario Draghi le está dejando a Christine Lagarde en su futuro despacho como presidenta del Banco Central Europeo (BCE) cada vez es más abultada. Además del complejo panorama económico con el que parece que va a tener que lidiar, con la guerra comercial y el brexit, la banca de la zona euro está para todo menos para dar alegrías. Partiendo de los problemas de Deutsche Bank, está también por ver en qué termina la crisis política en Italia y el impacto que puede tener en sus entidades financieras; que son un problema sin resolver.

Este contexto hace pensar que la petición de la Fundación Unicaja de alargar el plazo para reducir por debajo del 40% su participación en el banco podría no caer en saco roto, a pesar de que tendría que pasar por numerosas aprobaciones. El banco necesita el visto bueno de Bruselas, que no actuará sin acuerdo con el BCE y el Banco de España, y la connivencia del Gobierno español, pero en un momento de inestabilidad para el sector, parece lógico que no se tensione la cuerda más en este sentido, aunque podrían exigir algún tipo de contrapartida. El propio Ejecutivo ya se ha autoampliado en dos ocasiones el plazo de salida de Bankia.

Desde la fundación bancaria señalan a Economía Digital que desconocen esta intención, adelantada este martes por Expansión, pero el paso tendría toda la lógica dada la compleja situación de la banca española en el parqué -que es algo extensible al conjunto de Europa-, y que obligaría a malvender para asegurar una demanda suficiente de inversores; pudiendo, además, arrastrar a otras entidades competidoras de similar tamaño.  

Si la Fundación Unicaja tuviera éxito -en principio su compromiso es reducir su participación en Unicaja por debajo del 40% en diciembre de 2020-, el movimiento podría quitar presión sobre Ibercaja. La entidad está viendo como también se acerca poco a poco su límite para debutar en el parqué (también es diciembre de 2020), con un sector cada vez más penalizado en bolsa, y con las expectativas de que el BCE pueda prolongar hasta el año que viene su política superlaxa, incluyendo los tipos negativos, para impulsar la economía de la zona euro.

Este contexto, que ha virado de manera muy significativa en apenas dos meses, quita herramientas para negociar un precio razonable para su debut en bolsa. Solo en lo que llevamos del año, la banca del IBEX con negocio español se deja entre un 30 y 20% este año y sus dos entidades más comparables – Unicaja y Liberbank– ceden un 47 y 27%, respectivamente; lo que ya de por sí no es el mejor punto de arranque para una colocación en el parqué.

Ibercaja, al igual que otros bancos, no acaba de lograr niveles de rentabilidad suficientes para cubrir el coste de capital (que sería el rendimiento exigido por los inversores para poner dinero en la entidad). En el primer semestre de 2019, el banco ganó 75,9 millones, frente a los 39,3 de la primera mitad de 2018, pero su ROE (rentabilidad sobre el capital) se quedó en el 5,4%; por debajo de la línea del 10% que se toma como referencia como el exigible por el mercado. Sus niveles de solvencia tampoco se destacan por ser más altos que la media. El de mayor calidad, conocido como CET 1 Fully Loaded, se coloca en el 11,2%, inferior al de Unicaja o Liberbank.

Hasta ahora, no obstante, el banco ha defendido su hoja de ruta hacia la bolsa. En una de sus últimas intervenciones públicas, a finales de junio, el presidente de Ibercaja Banco, José Luis Aguirre, sostuvo que la Fundación Ibercaja estaba dispuesta a hacer sacrificios en precio para impulsar el debut en el parqué. El otro camino, a menos que obtenga una prórroga más allá de diciembre de 2020, es impulsar una integración con un tercero, que le permita reducir su participación (del 87,5%) y que le abra la puerta de la bolsa.

Con los grandes bancos españoles con poco ánimo comprador y baja complementaridad porque su presencia en la geografía española es más extensa; Unicaja y Liberbank vuelven a aparecer como los principales candidatos; con una tercera carta para Abanca, aunque condicionaría la llegada a la bolsa del grupo, incumpliendo sus compromisos con los reguladores; algo que no cuadraría mucho con los objetivos del BCE. La posibilidad de una fusión es una carta con la que juega Ibercaja por si la bolsa y la prórroga fallan y es un motivo de especulación habitual de la banca de inversión.

Una petición con compromisos a largo plazo

Este movimiento, sin embargo, requerirá del visto bueno de los supervisores y reguladores -Banco de España y BCE-, del Gobierno y de Bruselas; porque estos compromisos adquiridos provienen de la reforma de la Ley de cajas de ahorros y fundaciones bancarias, que fue impulsada por el Memorando de Entendimiento para el rescate de la banca española.

Por esta normativa, las fundaciones bancarias se comprometían a no ejercer posiciones de control en los bancos; y se fijó el nivel del 40% del capital como referencia, porque el objetivo era que no pudieran nombrar a la mayoria de los consejeros. La ley también estableció una trampa, porque abría la puerta a que las fundaciones que no quisieran dar el salto a bolsa y reducir su participación, estaban obligadas a realizar un depósito económico. Solamente las cajas vascas presentes en Kutxabank abonaron esta «multa», aunque no sin polémica.

Fuentes financieras explican que se beneficiaron de que, a pesar de sus estrechas relaciones, no se consideró que tuvieran una concertación en el capital. El resto de ex fundaciones optaron por reducir el peso y saltar a bolsa, pero por el momento solo Caixabank y Liberbank han cumplido con los plazos previstos. Unicaja e Ibercaja tienen pendiente todavía cerrar ese capítulo.

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