Así salva Alcoa su planta de Australia mientras condena a San Cibrao

Alcoa ve con optimismo el futuro de su planta australiana, sobre la que pesa la amenaza de cierre, e indica que negocia con los generadores de energía

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El próximo 3 de diciembre tendrá lugar el juicio por la demanda contra el despido colectivo que Alcoa ha puesto en marcha para 524 empleados de su factoría de aluminio primario en A Mariña. De momento, el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) ha aprobado una serie de medidas cautelares solicitadas por los sindicatos que prohíben a la compañía parar las cubas de electrolisis en cuanto no se resuelva el proceso judicial en marcha. Tanto el Gobierno central como el autonómico pensaban que la decisión del tribunal gallego serviría para que la compañía americana reconsiderase la oferta hecha por el Ministerio de Industria y que pasaba por adquirir la fábrica de Cervo a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), evitando así su cierre y las consecuencias socioeconómicas que tendría para A Mariña. No obstante, por el momento, el grupo aluminero no da su brazo a torcer y sigue insistiendo en la necesidad de apagar la factoría.

Curiosamente, mientras que Alcoa parece decidida a enterrar la fábrica de Cervo, abre la puerta a salvar otro de sus activos en la cuerda floja: la fundición de aluminio que posee en Portland (Australia) y que, según indicaron en su día medios australianos, también llegó a estar en la órbita de Liberty House, la filial de GFG Alliance que quiere hacerse con el complejo aluminero de Lugo.

Negociación para el precio de la energía

El director financiero de Alcoa, William Oplinguer, manifestó recientemente su optimismo acerca del futuro de la planta australiana e indicó que la compañía está negociando en estos momentos con los generadores de energía un precio estable.

El activo de Alcoa en Australia llevaba ya años en entredicho por los costes que generaba. Tanto es así que las autoridades del estado australiano de Victoria llegaron a dar un millonario paquete de ayudas a la compañía, de unos 200 millones de dólares australianos según los medios locales (algo más de 120 millones de euros) para asegurar la continuidad de la compañía. Sin embargo, esta línea de ayudas expira en junio de 2021, por lo que las alarmas se habían disparado en la región.

No obstante, en este momento, Alcoa parece dispuesta a darle una oportunidad a la planta. En una conference call organizada por Goldman Sachs, Oplinguer manifestó su optimismo sobre esta planta que reinició a principios del 2017 tras recibir un paquete de ayudas públicas cuyo horizonte estaba puesto en 2021. El director financiero de Alcoa indicó que el grupo está inmerso ahora en negociaciones con generadores para un nuevo contrato de energía. »Portland es una gran instalación. Es buena tecnología. Es una de nuestras instalaciones más nuevas y tiene una fuerza laboral tremenda… pero el problema es conseguir un contrato de energía», indicó el directivo, quien destacó que la intención del grupo es «poner esa instalación en una posición de éxito a mediano plazo, no solo para cubrir los gastos, queremos poder invertir en esa instalación y que esté ahí a largo plazo».

«Estamos pasando por esas discusiones ahora con los compradores de energía y deberíamos saber algo durante los próximos meses«, indicó el directivo, cuyas palabras han sido acogidas con optimismo por parte de los medios australianos. No obstante, Alcoa no es el administrador único de esta planta, ya que comparte accionariado con Citic y Marubeni.

Comité de empresa

Mientras tanto, en Galicia, el presidente del comité de empresa de la factoría de Alcoa en San Cibrao, José Antonio Zan, ha acusado este miércoles a la dirección de la multinacional «de estar intentando hacer mella» en la «moral» de los trabajadores que, dice, sufren «ataques psicológicos» por parte de la compañía.

Los trabajadores se encuentran en huelga desde el pasado 4 de octubre tras conocerse la decisión de Alcoa de proceder al despido colectivo en la planta mariñana. «Pendientes de esa lucha, sabiendo lo que nos estamos jugando», comenta Zan, que ha puesto el acento en que los trabajadores seguirán adelante con sus reivindicaciones.

«Somos conscientes que la empresa está intentando hacer mella en nuestra moral y atacarnos psicológicamente porque hay que darse cuenta de que no se convocan reuniones para solucionar el problema, que antes teníamos a diario y ahora llevamos seis meses sin reuniones», manifestó.

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