El comprador de Isidro de la Cal estuvo procesado por estafa

El fiscal llegó a pedir once años de cárcel para Carlos Alfonso García Martín por montar con nombre falso una oficina bancaria ficticia en Santiago

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Los empresarios también tienen pasado. Y a veces se encuentra lejos de los consejos de administración. En el caso del comprador de Isidro 1952, heredera de Isidro de la Cal, su historia se reconstruye entre el Juzgado de Instrucción número cinco de Santiago y la Audiencia Provincial, que llegó a procesarlo por estafa y por delitos contra los trabajadores. Carlos Alfonso García Martín, el comprador de Isidro 1952 y hace unos meses también de Feca-Neón, fue en su momento José Carlos Díaz Velo, nombre falso por el que se hizo pasar para urdir una estafa bancaria por la que fue procesado en 2003.

El fiscal del Juzgado de Instrucción número cinco de Santiago llegó a solicitar, en sus conclusiones provisionales, que luego elevaría a definitivas durante el juicio, un total de once años de cárcel para Carlos Alfonso García Martín, el hombre que en septiembre de 2002 montó una lujosa oficina en el polígono industrial del Tambre, en Santiago, como supuesta sede central de una ficticia entidad bancaria, denominada American Credit & Business Bank (A.C. Bank).

Prisión a la espera de jucio

El fiscal lo acusaba de estafar a todos los proveedores con los que había contactado para realizar las obras del local y dotarlo de moderno mobiliario. Aunque su ilegal actividad fue desmantelada rápidamente por la Policía, ya había conseguido, según el fiscal, convencer a dos clientes para realizar estudios sobre créditos bancarios, recibiendo a cambio distintas cantidades de dinero. Inicialmente, García Martín llegó a pasar al menos once meses en prisión, a la espera de juicio, y admitió los hechos parcialmente en la vista oral, celebrada en la Audiencia Provincial en el verano de 2003.

Todo había comenzado en octubre de 2002. Investigaciones llevadas a cabo por agentes de la Brigada de Policía Judicial de la Comisaría de Santiago permitieron la detención de García Martín, entonces de 36 años de edad, como presunto autor de un delito de estafa y contra el derecho de los trabajadores.

El detenido, utilizando una falsa identidad y haciéndose pasar por director territorial para Galicia de la supuesta entidad bancaria, A.C. Bank, contrató a diversas empresas de esta ciudad el suministro de material de oficina, de informática, reformas de electricidad y albañilería, a través de lo que consiguió montar una «lujosa» sucursal bancaria en la Vía Faraday, nº 1-1º D, de Santiago.

«Convincente en la actuación»

El Ministerio de Interior daba cuenta en una nota oficial emitida tras su detención que «el supuesto director territorial de A.C. Bank (García Martín) fue tan convincente en su actuación que no hizo el pago ni de un solo euro a ninguna de las personas y empresas con las que entabló relación comercial, ya que les manifestaba que el pago se haría por transferencia bancaria desde la oficina central del banco en Madrid, hecho que nunca llegó a realizarse».

García Martín también llegó a realizar varias contrataciones, la de una secretaria de dirección y del responsable de la supuesta oficina, que finalmente no llegó a dejar su puesto de trabajo. De ahí que el fiscal hubiera pedido para el empresario dos años de cárcel adicionales a los nueve de estafa por un delito contra el derecho de los trabajadores.

Hechos admitidos parcialmente

El empresario tuvo como defensor durante el proceso al penalista Víctor Espinosa. El letrado, durante el juicio, calificó de «totalmente erróneo» el camino seguido durante unos meses por su cliente y aceptó únicamente el delito de estafa «en grado mínimo». Espinosa también pidió una condena que fuese de los seis meses a los cuatro años «deseando que se tenga comprensión».

Y es que Carlos Alfonso García Martín había admitido durante la vista oral gran parte de los hechos. También se tuvo que enfrentar a otro cargo solicitado por el fiscal, el de falsedad continuada, que se incorporó durante la vista. El acusado reconoció durante el juicio que se había hecho pasar por José Carlos Díaz Velo, el supuesto banquero, porque había atravesado problemas financieros.

«Jamás pensé en estafar»

«Utilicé esa identidad para crear una sociedad de intermediación financiera llamada A.C. Bank y no un banco, como se ha dicho«, relató en el juicio. Su falsa identidad, dijo, era «un recurso temporal». La Voz de Galicia siguió con detalle el proceso judicial en la Audiencia Provincial, en Santiago.

«Mi intención siempre fue buscar la viabilidad del negocio y pagar a los proveedores, pero jamás pensé en hacer una estafa«, aseguró, según recoge el mencionado diario. Economía Digital se puso este lunes en contacto con el entorno del empresario, que declinó ofrecer explicaciones sobre su pasado en los tribunales.

García Martín, activo empresario

Hasta hace unos meses, García Martín era un empresario conocido en la ciudad de A Coruña, aunque sin la relevancia que ha ganado debido a sus últimas adquisiciones. Su ascenso mediático comenzó en octubre, cuando, según los datos del Registro Mercantil, compró la histórica empresa coruñesa de rotulación Feca-Neón. Esa adquisición sirvió para engordar de forma notable su cartera de negocios que, aunque discreta, ya era amplia, pues contaba con más de una veintena de sociedades que, mayoritariamente, pivotan sobre los negocios de la hostelería y, en mayor medida, del mundo de la oftalmología y las ópticas.

La pasada semana, y según comunicó la propia empresa a los sindicatos, García Martín se hizo con Isidro 1952, la antigua Isidro de la Cal. Este lunes se reunió con la plantilla, que ha acogido de buen grado el cambio de propiedad en la empresa ya que, con ella, se ha paralizado el ERE en marcha. Según indican fuentes de la misma, el empresario les trasladó la intención de mantener al conjunto actual de trabajadores (por encima de las 230 personas), así como las piscifactorías que tiene el grupo.

Al margen de esta operación, García Martín también tendría en el punto de mira a Ipasa, la conocida compañía panadera coruñesa, dueña de los establecimientos Sanbrandan.

 

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