La dueña de Ferroatlántica da por cerrada la crisis que forzó la venta de las centrales gallegas

Ferroglobe vuelve a beneficios en el segundo trimestre del año mientras reinicia en Sabón un horno que llevaba casi tres años apagado por la crisis de la compañía

Ferroatlántica

Imagen de archivo de la planta de Ferroatlántica en Sabón (Arteixo)

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Ferroglobe termina su travesía por el desierto. La multinacional estadounidense, propietaria de Ferroatlántica y sus plantas en Sabón o Boo (Cantabria) ha logrado escapar de números rojos tras su plan de ajuste.

La firma, controlada por el Grupo Villar Mir, cerró el segundo trimestre del año con unos beneficios cercanos a los 700.000 euros. Esta cifra, que no ha sido suficiente para compensar las pérdidas por valor de 58,5 millones de euros cosechadas en los tres primeros meses del año permiten a la compañía ser optimista de cara a un futuro en el que esperan mantenerse en la senda de la rentabilidad.

Se trata de un objetivo que consideran «importante» ya para este año y para el que ven motivos para el optimismo toda vez que tanto los ingresos como los resultados «continúan fortaleciéndose debido a la ejecución exitosa del plan estratégico, así como a la solidez general» en todos los mercados en los que opera.

«Capitalizar las oportunidades de mercado»

En concreto, la cifra de negocio de Ferroglobe ascendió a 780 millones de dólares (664 millones de euros) en el primer semestre del año, lo que supone un 39 % más que hace un año, con un resultado bruto de explotación o ebitda ajustado de 56 millones de dólares (47,8 millones de euros), casi doce veces más.

La firma espera mantener el impulso de cara a la segunda mitad del año para poder «capitalizar las oportunidades de mercado y ejecutar con éxito algunas iniciativas críticas» contenidas en su hoja de ruta, en la que figura como pieza destacada su planta de Sabón, que ya opera a pleno rendimiento tras varios años de crisis.

Reactiva todos sus hornos en Galicia

La compañía encendió en el primer trimestre el tercer horno de la factoría gallega, que había permanecido casi tres años apagado. Fue entonces cuando los malos resultados cosechados por la empresa en la subasta de interrumpibilidad obligaron a disminuir el ritmo de producción y apagar este horno.

La sombra del expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) llegó a sobrevolar a la factoría en 2018, que se libró de la oleada de ventas que llevó a cabo Ferroglobe hace dos años en la comunidad. La firma se desprendió de su complejo de Cee-Dumbría y de las diez minicentrales hidráulicas de los ríos Xallas y Grande tras alcanzar un acuerdo con el fondo TPG Sixth Street Partners, que desembolsó 170 millones de euros para hacerse con estos activos.

Economía Digital Galicia

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