La sicav del dueño de Zendal resiste a la ola de cierres pero pierde rentabilidad

Ingercover, la sociedad de inversión colectiva del también vicepresidente de Pharma Mar, se mantiene operativa, pero ve cómo su patrimonio retrocede en el primer trimestre

Pedro Fernández Puentes y Salvador Illa

Pedro Fernández Puentes, presidente del Grupo Zendal, junto al exministro de Sanidad, Salvador Illa / Europa Press

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Las nuevas exigencias del Gobierno con las sicavs derivaron en una oleada de cierres desde principio de año de estas sociedades de inversión de capital variable mediante las que las grandes fortunas acostumbran (o acostumbraban) a gestionar parte de su patrimonio. En Galicia, optaron por echar el cierre o transformarse los vehículos de inversión colectiva de Sandra Ortega, el matrimonio formado por Dolores Ortega y Juan Carlos Rodríguez Cebrián, Josefa Ortega, los Freire, Luis Fernández Somoza o Modesto Rodríguez, entre otros. Sin embargo, también hubo quien se vio capacitado para cumplir los requisitos. Es el caso de Ingercover, entidad cuyo presidente es Pedro Fernández Puentes, dueño del grupo farmacéutico Zendal, con sede en O Porriño.

Bankinter, la gestora de la sicav del también vicepresidente de Pharma Mar, ha optado por mantener su fórmula fiscal a pesar de las exigencias del Ejecutivo de Pedro Sánchez, que buscan fundamentalmente poner cerco a los mariachis, el nombre que reciben en el argot financiero los accionistas que apenas retenían un 1% del capital de las sicavs y que funcionaban como una suerte de hombres de paja frente a un único socio que, en muchas ocasiones, acumulaba el 99%.

Ingercover prevé «cumplir con las condiciones»

La Ley de Medidas de Prevención y Lucha contra el Fraude Fiscal obliga a que todos los accionistas de las sicavs (al menos 100) tengan, al menos, una participación de 2.500 euros. Si cumplen con este requisito pueden continuar tributando a un tipo del 1% del impuesto de sociedes. Si no, deben o bien pasar a hacerlo al 25% o darse de baja en el registro de sociedades de inversión de capital variable (como ha hecho Soandres de Activos, la gran sicav de Sandra Ortega).

En su último folleto público, Ingercover indica que prevé “cumplir con las condiciones que impone la normativa fiscal para tributar al 1%”, si bien asume que “existe el riesgo de que por razones sobrevenidas, la sicav pudiera tener que tributar al tipo general del Impuesto sobre Sociedades”.

Difícil comienzo de año

De esta forma, Ingercover resiste a la ola de cierres de sicavs si bien, debido precisamente a la situación desatada en los mercados por la guerra en Ucrania, ha cerrado el primer trimestre del año con rentabilidad negativa.

En su última información trimestral remitida a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la gestora de Ingercover indica que el patrimonio en circulación de la entidad de inversión colectiva se redujo de 18,156 millones de euros a 18,05 millones. Además, teniendo en cuenta su valor liquidativo, la rentabilidad en lo que va de 2022 fue de un -2,07%, frente al crecimiento acumulado de más de un 6% durante el pasado año.

En este primer trimestre del año, Ingercover vio cómo el número de acciones en circulación aumentaba de 774.308 a 786.259 mientras que sus accionistas con respecto a finales del pasado año se incrementaban de 104 a 201. Eso sí, la gestora de la sociedad destaca “la existencia de un accionista cuyo volumen de inversión individual representa más de un 20% del patrimonio total de la sociedad”.

Ucrania rompe el trimestre

Explican los gestores de la sociedad que la principal causa del retroceso viene derivado del impacto de la guerra en Ucrania en los mercados.

En los primeros compases de 2022, la evolución relativamente positiva de la pandemia y ciertos signos de relajación en los cuellos de botella apuntaban a una continuidad de la senda de recuperación de la actividad. No obstante, la invasión de Ucrania cambió el escenario. La guerra, además de una crisis humanitaria de gran magnitud, ha supuesto una perturbación económica severa, de consecuencias todavía difíciles de valorar por la incertidumbre en relación a la duración e intensidad del conflicto”, destaca. “El impacto más directo tiene que ver con el fuerte repunte de los precios de las materias primas energéticas y no energéticas, que condicionarán de forma significativa las decisiones de gasto de hogares y empresas. Asimismo, el conflicto bélico también está suponiendo un tensionamiento adicional de los problemas de abastecimiento en ciertos sectores. Con esta coyuntura, la inflación ha seguido subiendo y los bancos centrales han comenzado a retirar estímulos”, explican.

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