Los trabajadores temen que Celsa en A Laracha acabe «como Alu Ibérica» si cae en manos de los fondos

El comité de empresa de la planta coruñesa desconoce si el plan industrial de los fondos contempla la posibilidad de mantener los puestos de trabajo como garantiza el presentado por la familia Rubiralta

La planta de Celsa en Castellbisbal (Barcelona).

La planta de Celsa en Castellbisbal (Barcelona).

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El juicio para dirimir si los fondos acreedores de Celsa arrebatan el control a la familia Rubiralta ha generado un ambiente de especial incertidumbre en los 140 trabajadores de la planta de A Laracha. La posibilidad de que los acreedores terminen al frente de la siderúrgica genera un particular temor en el comité de empresa de la factoría coruñesa: acabar como Alu Ibérica.

Así lo han explicado a Economía Digital Galicia fuentes sindicales de la factoría de Celsa en la comunidad, dependiente de la filial Celsa Atlantic, tras mencionar que desconocen si el plan industrial o de viabilidad de los fondos contempla la posibilidad de mantener los puestos de trabajo. 

“Tenemos a nuestros vecinos de Alu Ibérica, la antigua Alcoa de A Coruña, que ya sabemos como terminó después de acabar en manos de los fondos”, han apuntado estas mismas fuentes en referencia al expediente de regulación de empleo (ERE) de extinción de contratos firmado por la plantilla de la aluminera con el administrador judicial de la planta en abril del año pasado.

Mantener puestos de empleo

Del que sí tienen constancia es del plan industrial de los Rubiralta, en el que se comprometen a mantener todos los puestos de trabajo a siete años, no solo en el centro de A Coruña sino en todos los que tienen en el país, eso sí, con la ayuda de la SEPI. “Lo que nos interesa es que se mantenga el empleo; el proyecto de la empresa contempla incluso la posibilidad de inversión y de crecimiento a futuro en A Laracha, todo ello supeditado a las ayudas económicas de los PERTE, si saliesen adelante”, exponen. 

De cara al comité de empresa los Rubiralta cuentan con otra ventaja y es el hecho de que ya son viejos conocidos. “Hemos mantenido negociaciones anteriores, ya hemos trabajado en más planes de viabilidad, como el antiguo ERE de 2014; sabemos que lo que se va pactando se va manteniendo, en la medida de lo posible, y sino se vuelve a renegociar”. 

A pesar de ello, han dejado claro que “no se decantan” por una parte o otra, su principal preocupación es que se garantice el empleo y, por el momento, hay un proyecto industrial del que no tienen ningún tipo de información.

Celsa vs acreedores

El juicio que decidirá quién se hace con el control de la siderúrgica comenzó el pasado lunes. Mientras el presidente de la siderúrgica, Francesc Mesegué, alertaba de que el plan de reestructuración que plantean los fondos acreedores para hacerse con el control del grupo «no asegura la viabilidad de la compañía», sino que la sumiría en «una incertidumbre que podría llevarla al desastre». 

Además de ello, Mesegué también avisó de que «los fondos venden activos en cuanto pueden» y que, por ello, «trabajar con los fondos da miedo: pueden hacer cosas no usuales». En este sentido, también puso el foco en las consecuencias que tendría para el tejido de empresas que rodean a Celsa la homologación de este plan. 

Por su parte, los fondos acreedores han criticado en el proceso judicial la gestión de la compañía. Tal y como ha destacado su asesor financiero, la firma Houlihan Lokey, actualmente los activos de la siderúrgica de los Rubiralta no son suficientes para pagar los pasivos» que acumula la compañía, es decir, sus deudas, y considera «un desastre» la gestión financiera de la empresa en los últimos años.

En su comparecencia en calidad de testigo en el juzgado de lo mercantil 2 de Barcelona, el socio de Houlihan Lokey Manuel Martínez-Fidalgo ha calificado como “muy agresiva” en los últimos años y ha subrayado que a pesar de que la compañía  ha comprado “buenos activos”, ha tenido una política de expansión muy grande a costa de no cumplir con el pago de la deuda”.

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